sábado, 17 de octubre de 2015

NUMEROS: ¿Primera guerra santa?

NT (texto bíblico): Armad de entre vosotros hombres para la guerra, que marchen contra Madián para ejecutar en ellos la venganza de Yavé: mil hombres por cada una de las tribus de Israel (Num. 31.1-4). Y mandó con ellos al hijo de Eleazar, el sacerdote. Y mataron a todos los varones, a los cinco reyes de Madián, tomaron todas sus mujeres, sus niños, ganados y todas sus posesiones, quemaron todas sus ciudades, aldeas y tiendas y dieron cuentas a Moisés (Num. 31.5-12). Moisés les dijo: ¿por qué habéis dejado la vida a las mujeres? Fueron ellas las que arrastraron a los hijos de Israel a ser infieles a Yavé. Matad a los niños y de las mujeres a cuantas han conocido lecho de varón y purifíquese quien haya matado a algún hombre (Num. 31.13-20). Eleazar, el sacerdote, manda pasar por el fuego, para su purificación, todo lo que es resistente al mismo (oro, plata, bronce, hierro, estaño y plomo) y por agua todo lo demás (Num. 31.21-24).

CM (comentarios): Se trata, quizás, de la primera guerra santa, de la primera guerra de religión, de la primera guerra contra el infiel, dirigida en nombre de dios y para su mayor gloría. Es la prueba más palpable del nulo interés de las religiones por la vida de los seres humanos, pues en el fondo prevalece el espíritu de conquista del territorio bajo la excusa divina y del sometimiento de los denominados infieles, de aquellos que no profesan la misma religión o ninguna y por ello deben ser excluidos, condenados, masacrados, exterminados.      

Doce mil varones conforman este ejercito de conquista dispuesto a desposeer a los habitantes de Madián de su territorio, dando muerte a todos los varones, incluido los niños y a las mujeres no vírgenes, reservando las demás a los israelitas con fines no descritos. El viejo Moisés, que en ocasiones mostró buen corazón, en esta ocasión se muestra vengativo ante el vencido pueblo de Madián recriminando a los héroes del ejército de Israel por no haber culminado la derrota con la muerte de las mujeres y niños. ¿Qué lección puede extraerse de esos pasajes? ¿No basta con la victoria y es preciso el exterminio? ¿Quizás la guerra en nombre de Dios queda justificada? Al menos es lo que a lo largo de la historia muchos conquistadores han pretendido.

Si algún rastro de mala conciencia puede quedar éste se purifica en el fuego o en el agua con los objetos incautados al enemigo y en lo referente al cuerpo basta con un buen lavado en agua purificadora, con el director espiritual. Como en los tiempos modernos.

NT: Manda Yavé hacer recuento del botín y establece la forma de su distribución, de los cuales una parte ira al sacerdote como tributo a Yavé. Resultaron seiscientas setenta y cinco mil ovejas, setenta y dos mil cabezas de ganado bovino y sesenta y un mil asnos, y treinta y dos mil mujeres vírgenes que fueron repartidas entre los combatientes, las familias y la clase sacerdotal (Num. 31.25-47). Hecha la lista de combatientes resulto que ninguno murió en la batalla y los objetos de valor fueron llevados al tabernáculo y a cada combatiente se le dio su parte del botín (Num. 31-48-54).

CM: Es confuso el modo de reparto de los animales en considerable cuantía, y no queda determinado el destino final de las mujeres vírgenes que fueron hechas prisioneras; aunque la alternativa mas plausible es que fueran entregadas en calidad de esclavas. Pero para la Biblia la consideración de la mujer no es muy diferente de la del resto de animales.

Tampoco enumera el numero de personas que murieron en aquella supuesta batalla, aunque si queda puesto de manifiesto que ningún israelita perdió la vida. Yavé estaba con ellos y ese fue su deseo. En cuanto a la clase sacerdotal, cabria preguntarse que harán los sacerdotes con tantos animales como les correspondieron en el reparto (mas de trescientas mil ovejas), demasiadas para los sacrificios.  
   
NT: Eran muy numerosos los rebaños de los hijos de Rubén y de los hijos de Gag, extraordinariamente numerosos; y viendo que la tierra de Jazer y la de Galad sería tierra muy a propósito para apacentar pidieron a Moisés y a Eleazar y al resto de príncipes tomarlas, quedarse en ellas y no ser obligados a pasar el río Jordán. Moisés respondió: ¿Van a ir a la guerra vuestros hermanos y vais a quedaros vosotros aquí? ¿Por qué queréis desanimar a los hijos de Israel para que no pasen a la tierra que les da Yavé? (Num. 32.1-8).

CM: A Rubén y su familia les parece bien quedarse en la tierra conquistada, es rica en pastos y pueden alimentar a sus ovejas, no anhela más conquistas. ¿Qué es pues Israel? ¿un pueblo nómada en busca de un terreno donde asentarse o un pueblo guerrero con ánimo de conquista? Parece ser este el asunto que se debate, un pueblo cansado de errar, de seguir las órdenes caprichosas de su dios, sus castigos, sus puestas a prueba, su crueldad ante los mínimos asomos de indisciplina. Pero Moisés cada vez más en la línea cruel de su amo y señor Yavé se ha convertido en un señor de la guerra. La propuesta de Rubén es una afrenta a los deseos de Yavé y a los designios que éste ha determinado para su pueblo elegido. Es preciso seguir adelante en el afán de conquista, cruzar el Jordán y llegar hasta la tierra prometida de Cannan.


Es difícil imaginar a un pueblo en guerra con todo aquel que encuentra en su camino, un ejercito con sus ancianos, mujeres y niños, con sus enseres domésticos, sus riquezas en oros y piedras preciosas; y acompañado, además, de centenares de miles de animales domésticos (ovejas, cabras, reses, asnos y quizás aves). Naturalmente todo es posible bajo la dirección de Yavé. 

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