miércoles, 7 de octubre de 2015

NUMEROS: De nuevo la mujer discriminada

NT (texto bíblico): El séptimo mes, el día primero del mes, tendréis asamblea santa y no haréis trabajo servil alguno. Será el día del sonar de las trompetas. Tendrán también asamblea santa los días diez de ese mismo mes. En ambos casos se ofrecerá un novillo, un carnero y siete corderos, además de un macho cabrio para expiar el pecado. Y el día quince se ofrecerá trece novillos, dos carneros y catorce corderos primales además de un macho cabrio y los siguientes días hasta el séptimo un novillo menos cada día, dos carneros, catorce corderos y un macho cabrio. Y el octavo día de esta secuencia un toro, un carnero, siete corderos y un macho cabrio (Num. 29.1-39).

CM (comentarios): Durante éstos días festivos se sacrifican mas de doscientos animales para honra de Yavé, por su buen hacer, por haber conducido a su pueblo a la tierra prometida, a la que probablemente no llegaron ninguno de los que salieron de Egipto porque murieron por el camino, bien por hambre o enfermedad o mandados asesinar por Yavé como castigo por su rebelión y desobediencia.

NT: Si alguien hace un voto a Yavé, o un juramento por el cual se obliga a si mismo, no faltará a su palabra. Si una mujer núbil hace un voto a Yavé y su padre lo desaprueba, todos los votos serán nulos y Yavé la perdonará. Si una vez casada su marido desaprueba el voto, ese no será valido. El voto de una viuda o de una repudiada será valido. Si ya casada hace un voto y su marido lo desaprueba, aquel no será valido. Todo voto y todo juramento puede el marido ratificarlo o anularlo (Num. 30.1-17).

CM: Una vez más la mujer queda condicionada a la voluntad del varón, ya sea el padre o el esposo, incluso en el caso en que la intención de la mujer sea algo tan “piadoso” como realizar votos o sacrificio por su dios. Solo se libra la mujer viuda o repudiada por no tener hombre a quien rendir cuantas.

La Biblia esta repleta de ejemplos en los que se institucionaliza la inferioridad de la mujer respecto del hombre, de sometimiento al varón. La mujer fue creada para satisfacer al hombre, para consolar su soledad, para servirle, para ser su propiedad; la esclava del varón. La mujer es ignorada a la hora de determinar el censo de los hijos de Israel, en el momento de establecer la casta sacerdotal y es considerada impura durante la menstruación y en el nacimiento de un hijo, siendo más impuro si el fruto del parto es hembra.

No podemos afirmar que esta inferioridad histórica de la mujer, perpetuada y consolidada a través de los siglos y persistente aún en muchas de las sociedades del siglos XXI, tenga sus orígenes en las creencias religiosas, en los textos bíblicos o en otros textos denominados sagrados, pues muy probablemente fueron establecidos dentro de los nuevos modelos de organización social de las primeras civilizaciones, pero no cabe duda alguna de que el papel de las religiones ha sido fundamental para establecer y perpetuar  este principio de inferioridad de la mujer y de sometimiento al varón.

Estas ideas han ido transmitidas durante generaciones por los representantes de las distintas religiones monoteístas, desde San Pablo y San Agustín hasta los últimos papas, pasando por su certificación en grado extremo en el Coran, cuyo inspirador (el profeta Mahoma) tuvo varias esposas legitimas y otras tantas esclavas, que consagra la sumisión y obediencia de la mujer respecto del varón.


Lo más dañino y contraproducente es que la mujer se ha convertido en la transmisora de los valores que la discriminan, educando a sus hijos en ésta concepción patriarcal de la sociedad, transmitiendo a sus hijos e hijas el papel que han de desempeñar de manera incuestionable. ¿Hasta cuando?

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