sábado, 20 de junio de 2015

NUMEROS: Un liderazgo cuestionado

NT: Dijo Yavé a Moisés: Dile a los hijos de Israel que de generación en generaciones se hagan flecos en los bordes de sus mantos y aten los flecos de cada borde con un cordón de color de jacinto, para acordarse de todos los mandamientos de Yavé; porque así seréis santos a vuestro Dios (Num. 15.37-41).

CM: Tal es la preocupación de Yavé por el cumplimiento de sus mandamientos que se acaba de inventar un cambio en las vestimentas que revolucionará la moda de la época. De esta forma tendrán presente en todo momento que no han de desviarse del camino impuesto por el señor, su dios, porque supondría un castigo perverso, desde el destierro hasta la muerte.

Yavé quiere que sus siervos sean santos cuando él los creo perversos y perversos seguirán a pesar de los múltiplos genocidios llevados a cabo por Yavé para escarmiento de su pueblo y de los restantes pueblos, hechos todos ellos narrados con pulcritud y regocijo en los distintos textos bíblicos.

NT: Coré, descendiente de Leví y Datan y Abiron, descendientes de Rubén, se alzaron y se pusieron enfrente de Moisés, arrastrando tras de si a doscientos cincuenta varones, todos de los principales de la asamblea, hombres distinguidos (Num. 16.1-2).

CM: Cuestionan el liderazgo de Moisés y Aarón. Moisés propone a los seguidores de Coré que echen incienso sobre el fuego ante Yavé, y quien éste elija será el santo, además de reprochar a Coré su ambición, habiendo sido elegida su estirpe como ministros de Yavé. Por su parte, los de la tribu de Rubén no quisieron oír a Moisés. ¿Todavía te parece poco habernos sacado de una tierra que mana leche y miel, para traernos a morir a un desierto, que también quieres tiranizarnos? ¿Crees que están ciegos todos estos hombres? No, no vamos (Num. 16.3-14).

Aunque esta narración es posterior a la rebelión de la que se salvaron Caleb y Josué y sus seguidores, ya en las puertas de Canan, parece haber ocurrido con anterioridad. En todo caso muestra, una vez más, el cansancio del pueblo errante, la falta de liderazgo, no solo de Moisés y Aarón, sino del mismo Yavé, el todopoderoso, que no es capaz de insuflar en su pueblo un mínimo de estimulo para seguir adelante.

Las palabras de Datan y sus seguidores son elocuentes, se rebelan conscientes de estar sometidos a una tiranía y quieren ser libres para buscar su propio destino. Hasta ahora el temor a Yavé les ha mantenido en la servidumbre.

La respuesta de Yavé no se hizo esperar, ordeno apartar a todos los israelitas de las tiendas de los rebeldes y a continuación la tierra se abrió y vivos se precipitaron en el abismo, ellos y sus familiares, y los cubrió la tierra, siendo exterminados allí mismo junto a los doscientos cincuenta hombres que le siguieron. Todo Israel huyo por miedo a que los tragase también a ellos (Num. 16.15-35).

Es el miedo la base del poder, así al menos parece querer establecerlo los textos bíblicos, el temor a dios, o el temor al jefe, al poder, emanado de dios para mejor gloria de los poderosos. Abolida la libertad del individuo, el terreno esta abonado para la tiranía. Abolida por el temor a un dios cruel, castigador y despiadado, la tiranía será ejercida por quien corresponda. Este es el mensaje de los textos sagrados, instrumento vital de los poderosos para el ejercicio de su poder en la tierra, en donde los padecimientos, los sufrimientos, las penalidades y servidumbres de los humanos son pasajeras ante la eternidad de la supuesta parte espiritual del ser humano, cuyo futuro es mas relevante que el presente de la parte corporal, de naturaleza efímera.

Se castiga la rebelión, como se castiga cualquier mínimo incumplimiento de lo preceptivo, como medida ejemplarizadora en evitación de perjuicios mayores que puedan poner en cuestión el ejercicio del poder.

Se castiga el cuestionamiento del poder, como se castiga cualquier atisbo de pensamiento individual o colectivo ajeno a los intereses del poder establecido. Que mas da que la máxima autoridad en los hechos narrados sea el mismo dios Yavé, en suma es lo que han hecho a lo largo de la historia los dueños de los imperios, ejercer el poder por mediación de la gracia de Dios, tal como lo ejercía Moisés, solo que en este caso, el mismo Dios estaba siempre muy presente, quizás porque se estaban estableciendo las pautas del futuro (ironía).


La medida ejemplarizante no podía ser otra, a tenor de lo que ya conocemos de las resoluciones de Yavé, que la muerte directa de los rebeldes y de sus seguidores. Es exactamente lo que observamos a lo largo de la historia de la humanidad, solo que en la historia real, en ocasiones las rebeliones triunfan, porque la realidad es muy distinta a la fantasía narrada en los llamados textos sagrados. 

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