sábado, 13 de diciembre de 2014

Ignorantes estadounidenses

No quisiera que alguien se sienta ofendido por el titulo de éste artículo que someto a la interpretación de los lectores. 

He leído los resultados de una encuesta (Universidad de Chapman) de los que deduzco que la mayoría de los ciudadanos de EEUU poseen ciertas zonas del cerebro en estado estanco, sin desarrollarse, ajenas al conocimiento que lo demás hemos adquirido tras los descubrimientos científicos de los últimos siglos. Al parecer permanecen en la Edad Media europea, cuando aún el nuevo continente no había sido explorado ni explotado por ingleses, españoles o portugueses entre otros.

Me cuesta creer que ello sea así, pues observo una gran contradicción entre unas creencias tan conservadoras y ancestrales frente a una sociedad pionera en el desarrollo científico, industrial y tecnológico, aunque también inspiradora de las nuevas corrientes del pensamiento neoliberal que nos invade y es responsable del incremento de la desigualdad económica y social que vivimos. Y me resulta igualmente contradictorio el uso de las nuevas tecnologías, que no son sino fruto de los descubrimientos científicos y de su desarrollo, por parte de quienes mantienen creencias que han sido negadas por la ciencia. Bien es cierto que el uso de las tecnologías no presupone conocer su origen ni su naturaleza, como también lo es que el pensamiento es libre e incoherente a veces. Quizás piensan que la divinidad está detrás de todos estos hallazgos. No en balde hay personas que ante la salida de una enfermedad dan las gracias a Dios y no a los médicos que le han atendido.

Si un 39,9% de los estadounidenses creen que hace menos de 10.000 años Dios creo al hombre tal como es hoy, es que no han asistido a la escuela o no ha aprendido nada en ella o quizás fueron a una escuela para borregos. En todo caso se trata de unos ignorantes integrales. O quizás sea el fruto de un entorno familiar conservador en lo social e integrista en lo religioso, cerrado a toda posibilidad de aceptar unas realidades diferentes a los mitos heredados de sus progenitores. Creer que antes de esa fecha el hombre no existió es negar toda la historia de la humanidad hasta el inicio de las primeras civilizaciones en el Creciente Fértil (o Media Luna Fértil, como se prefiera), es suponer que el hombre apareció ya en la Tierra  como pastor y agricultor (Abel y Caín, como dice la Biblia), es negar los hallazgos de restos fosilizados de especies vegetales y animales, es negar la existencia de nuestros antepasados homínidos y consecuentemente la evolución de las especies.    

De aquellos que admiten que ha existido un proceso evolutivo, el 36,5% cree que Dios guió el proceso, por lo que deberíamos deducir que intervino en las cinco extinciones masivas de especies marinas y terrestres que se han producido en nuestro planeta (la última hace 65 millones de años, fin de los dinosaurios), en la deriva de los continentes y en la aparición de los periodos glaciales e interglaciares y quizás por ello debamos concluir que en el proceso de cambio climático de nuestro tiempo no hay ninguna responsabilidad atribuible a los humanos sino a Dios, al cual habríamos de responsabilizar, si está tan presente, por las innumerables guerras, epidemias mortales y desgracias derivadas de desastres naturales, por acción u omisión.

Ante estas irracionales creencias no extraña que más de la mitad de los estadounidenses crean igualmente en casas encantadas y fantasmas y en la obra de Satanás como representante del mal. Como tampoco debe extrañar que el anterior presidente de los EEUU (George W. Bush), sin duda incluido en uno de ambos grupos, estableciera una línea divisoria entre el mal y el bien, cada uno con sus propios ejes y desatará una guerra (invasión de Irák) cuyas consecuencias se siguen produciendo doce años después. Naturalmente el presidente y con él los occidentales se situaban en el Eje del Bien y estaban protegidos por Dios, aunque en el Eje del Mal se sintieran también protegido por su propio Dios, tan destructores ambos. Es lo que tienen los dioses, se dejan utilizar por los humanos para destruirse entre ellos.


Bienvenido pues el reducido 19% de ciudadanos norteamericanos que creen que ninguna divinidad ha intervenido ni interviene en los acontecimientos terráqueos. Esto debería ser considerado un alivio para los seguidores de las deidades puesto que las exoneraría de tantas maldades como ha acontecido a la humanidad, pongamos que desde el Neolítico, o sea desde el momento en que, según ese 40% de americanos al norte de México, a Dios se le ocurrió la idea de crear al hombre (y a la mujer como ser inferior según el literal bíblico). Que la luz llegue al resto de los EEUU de America.

No hay comentarios:

Publicar un comentario