martes, 14 de enero de 2014

EXODO: El tabernaculo

NT: Continua Yavé diciendo: “Harás un arca de madera de acacia, de dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y codo y medio de alto. La cubrirás de oro puro, por dentro y por fuera y en torno de ella pondrás una moldura de oro” (Ex. 25.10-11).
También de oro recubrirán las barras para su  transporte, harán un propiciatorio también de oro, dos querubines de oro que pondrán sobre el arca y en ella encerraras el testimonio que te daré (Ex. 25.12-22).

CM (comentarios): Es una descripción detallada del arca, sus dimensiones, el recubrimiento, las molduras, las tapas, las angarillas, la forma de los querubines y todo hecho o recubierto de oro puro. Y todo para contener el testimonio que Yavé dará a su pueblo.

Si Yavé pretende que algo tan valioso como su testamento debe contenerse en un cofre de tan alto valor material es, quizás, porque no ha tenido en cuenta que objeto tan valioso por su contenido en oro pueda ser codiciado por quienes conozcan de su existencia para su enriquecimiento personal. Pero, conociendo a Yavé, no es de extrañar que sea una nueva trampa para poner de manifiesto la debilidad de su propia creación.

NT: Yavé encarga también hacer una mesa de acacia cubierta en oro, de dos codos de largo, un codo de ancho y un codo y medio de alto, con sus barras para el transporte, así como platos, copas y tazas para las libaciones (Ex. 25.23-30).

CM: Ya tenemos un arca para contener el testimonio de Yavé, unos querubines de adorno, una mesa y útiles para comensales, sin especificar la cuantía. La mesa tiene la misma altura que el arca pero algo mas reducida en anchura y longitud en medio codo. El codo es una medida de longitud empleada en la antigüedad que corresponde con la longitud del antebrazo humano y equivale aproximadamente y en números redondos a 50 centímetros, así pues tenemos una idea del tamaño en nuestras medidas actuales de los objetos encargados construir por Yavé a su pueblo.

Estas dimensiones no guardan la proporción áurea, en tal caso habría sido objeto de cabalas por parte de los oscurantistas y aficionados al ocultismo.

Pero no acaba aquí el encargo de Yavé, tan ansioso de hacer trabajar a su pueblo en tareas tan delicadas de orfebrería, tradición que se ha mantenido a lo largo de milenios en el pueblo judío.

NT: Harás un candelabro de oro puro, todo de oro puro, de oro batido, con su base, sus tallos, sus cálices, sus globos y sus lirios saliendo de él. Seis brazos saldrán de sus lados, tres cálices a modo de flores de almendro tendrán el primer brazo y así todos los demás y cuatro cálices llevaran el tallo a modo de flores de almendro, con sus globos y lirios. De cada dos brazos saldrá una flor, una sobra las dos inferiores, y otra sobre las dos siguientes y otra sobre las dos superiores. Todo en un solo cuerpo y todo en oro puro y batido. Las despabiladoras y la cazoleta donde se apaguen los pabilos serán de oro puro. Un talento de oro puro se empleara para hacer el candelabro con todos sus utensilios (Ex. 25.31-39).

CM: Parece que la intención de Yavé sea la de confundir a su pueblo con este galimatías. Es realmente preocupante esta insistencia de Yavé en la palabra oro, todo en oro, oro puro, oro batido, ¿obsesión o intencionalidad? Demasiada materialidad en una divinidad.

¿Como es posible que la mayor preocupación de Yavé sea la de ser adorado, contemplado, venerado y, además, con tal grado de lujos materiales, imposibles de conseguir salvo en sociedades opulentas, entregadas al lujo? Nos preguntamos que tipos de escritores dieron rienda suelta a tales desatinos.

NT: La morada la harás de diez cortinas, de hilo torzal de lino fino, teñido de púrpura violeta, escarlata y carmesí, entretejido y representando querubines en tejido plumario. Cada cortina tendrá veintiocho codos de largo y cuatro de ancho (Ex. 26.1-2).

CM: Yavé hace una descripción detallada de cómo debe hacerse el habitáculo o morada para honrarle. Determina también las dimensiones de los tablones en donde se supone que sujetaran las cortinas y tapices en número de once, así como sus bases de plata y la forma en que deberán ser atravesados, mediante barras de madera de acacia recubiertas de oro. Determina también el numero de lazos, de anillas y de garfios de oro para las cortinas y de bronce para los tapices (Ex. 26.1-30).

Se trata de una larguísima descripción de la que cabe sospechar que pudo suponer un quebradero de cabeza para Moisés y sus seguidores, no solo por tener que obtener la madera o confeccionar tantos elementos ornamentales y de manera tan minuciosa y con tanto teñido y recubrimiento en oro, sino por hacer corresponder tantas medidas y dar como resultado la obra que Yavé tenia en la cabeza, sin una mínima representación visual, aunque fuera en la arena del desierto.

NT: Haz un velo de linotozal… le colgaras de cuatro columnas de madera de acacia recubiertas de oro… (Ex. 26.31-35). Harás un altar de madera de acacia de cinco codos de largo y cinco de ancho y tres codos de alto. Harás un vaso para recoger las cenizas… harás un atrio para la morada… (Ex. 27.1-21).

CM: La verdad es que Yavé no dejo ningún cabo suelto, ni da ninguna libertad a Moisés y lo suyos para poner su impronta en tarea tan compleja y delicada. Yavé establece las medidas con exactitud pulcra, no deja de pormenorizar la forma, los materiales, las medidas, los pliegues de las cortinas o de los velos, incluso el número de clavos o corchetes que han de emplearse ni como han de ser revestidos.

Y todo esto no es sino para adorar al ingeniero y diseñador Yavé, protector de un pueblo al que hace vagar errante por el desierto, dilatando el tiempo de llegada a la tierra prometida, para probar la fe del pueblo israelita en su dios y para que éste pueda demostrar su propia grandeza.


No dice nada el libro como tomo nota Moisés y su gente de tanto detalle, cabria imaginar que habrían de hacer un plano general y otros cuantos de detalle para recoger los diferentes elementos de la construcción. No es difícil imaginar los quebraderos de cabeza de los constructores de la obra para encajar las medidas y evitar que se desajustaran, y de los de quienes tenían que preparar la componentes para la elaboración de los colores, de fabricar los tornillos, los corchetes, las herramientas, las telas, la madera y conseguir los metales en medio de un inhóspito desierto. 

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