sábado, 16 de marzo de 2013

EXODO: Las diez plagas (IV)


Exodo: Las diez plagas (IV)

NT: Novena plaga. Durante tres días hubo densísimas tinieblas en todo Egipto, pero los hijos de Israel tenían luz en la región que habitaban (Ex. 10.21-22). El faraón expulso a Moisés de su presencia y le amenazo con matarle si volvía a presentarse ante él (Ex. 10.28), a lo que contesta Moisés: tu lo has dicho, no volveré a ver tu rostro (Ex. 10.29).

CM: En aquellos tiempos no existía la luz eléctrica, de esta forma se hubiera entendido mejor el prodigio, bastaría con provocar un cortocircuito que dejara aislada a toda las regiones salvo Gosen, que es el lugar que habitaban los israelitas. Como no es posible que el sol dejara de iluminar y mucho menos que enviara rayos de luz a unas zonas determinadas de la tierra y no a otras, cabe suponer que la luz no pasaba porque había tal cantidad de nubes y tan espesas, tan negras, que hacían del día noche, sin luna, ni estrellas, puesto que los egipcios no eran capaces de verse en la oscuridad y por ello ni se desplazaban del lugar en que estuviesen (Ex. 10.23), de forma que no podían ni acudir a buscar alimentos, aunque tampoco le servirían de mucho, después de tantas calamidades no les quedaban nada que llevarse a la boca.

Tal densidad de nubes, tan negras, no podían sino presagiar nuevas tormentas, pero parece que no fue así, solo tinieblas, oscuridad total pero limitada a una zona. Que bien le hubiera venido al ex presidente de los Estados Unidos de Norteamérica George Busch II, conocer el truco de este número de magia para haberlo aplicado a lo que él llamaba el eje del mal, en los recientes tiempos modernos.

Suponemos que tampoco pudieron utilizar antorchas, porque en este caso, las tinieblas hubiesen sido un mal menor, en los tiempos actuales hasta New York puede sufrir un apagón y las consecuencias son limitadas. Por tanto debemos suponer, que viniendo la desgracia del mismo Dios, esta debería ser con todas sus consecuencias, sin paliativos.

A estas alturas Moisés debería estar hasta las narices, no llevaba la cuenta de las veces que se había entrevistado con el faraón, aguantando sus impertinencias, sus burlas, sus engaños, así que decidió no volver a verle mas, no sabemos si porque se tomo en serie la amenaza de muerte y lo hizo para salvar el pellejo, porque realmente estaba harto o porque sabia que solo quedaba una y definitiva plaga. Solo Yavé, el todopoderoso, lo sabe.

NT: Décima plaga. Dice Yavé a Moisés que hará venir una plaga más y entonces el faraón, no solo los dejara salir, sino que los expulsara de Egipto (Ex. 11.1). Le dirá al pueblo que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina objetos de plata y oro (Ex. 11.2). Yavé hizo que hallase gracias el pueblo a los ojos de los egipcios y aun el mismo Moisés era muy estimado y respetado por los servidores del faraón y por el pueblo (Ex.11.3).

CM: Este es un párrafo realmente confuso. Debemos entender que cuando se refiere por primera vez al pueblo se trata del pueblo judío, pero entonces ¿quienes son sus vecinos? Si estos son ellos mismos ¿como interpretar que cada uno pidiera a su vecino oro y plata? Se trataría de un intercambio de metales preciosos, así que los vecinos serian los egipcios, pero sin embargo el Éxodo dice por activa y por pasiva que los israelitas vivian en una zona protegida (Gosen), salvo que en realidad no era así, sino que había israelitas entre los egipcios, en cuyo caso habrían sufrido las consecuencias de las plagas, porque ya seria mucho creer que las langostas pudieran distinguir entre los campos de los egipcios y de los israelitas, o las ranas haciendo lo propio o imaginando que la luz del sol entraba en la casa del israelita pero no del vecino egipcio, teniendo ambos las ventanas y puerta abiertas de par en par.

La idea de los israelitas viviendo en una zona aislada de los egipcios es contradictoria en si misma, si los israelitas constituían un pueblo sometido dentro de Egipto bien podían vivir en una zona de exclusión, una especie de gheto, especialmente diseñado para emigrantes y esclavos, pero la Biblia nos dice que estaban en la mejor tierra de Egipto y como además estaban libres de las plagas, realmente estarían en una zona residencial. Lo mas probable es que algunos israelitas vivieran en un barrio de judíos, como ha ocurrido antes de la constitución del moderno Estado de Israel y ocurre actualmente en muchas ciudades del mundo y otros mezclados con los egipcios, quizás estos no eran bien vistos a los ojos de Yavé.

Si los vecinos a los que se refiere el Éxodo son egipcios, ¿podemos imaginarles con propiedades de tal naturaleza? La sociedad egipcia estaba formada por el faraón y su corte, sus consejeros, los sacerdotes, los guerreros, los escribas, los campesinos y finalmente los esclavos. ¿Quiénes, por tanto podían disponer de objetos de oro y plata? De forma que el pueblo egipcio no dispone del fruto de las cosechas, ni de animales para el transporte de mercancías, padece una hambruna fruto de plagas sucesivas enviadas por quien debería velar por el cuidado de los seres humanos, pero si dispone de oro y plata, cuando lo poco que podrían haber tenido de estos metales, en el caso de ser cierto, ya lo habrían empleado en comprar víveres a los israelitas. Más adelante se aclara que es a los egipcios a quien se les pide el oro y la plata.

Por si fuera poco creíble la historia, además de absurda, el pueblo (se supone que el israelita) era bien visto por los egipcios y el mismo Moisés era estimado y respetado por los servidores del faraón y el pueblo (esta vez se referirá al pueblo egipcio). Que el pueblo israelita fuera bien visto por los egipcios puede tener sentido, podemos entender que ayudaba a subir el PIB con su trabajo de comerciante o de esclavo, aunque no sabemos como pensarían de la labor de José, cuando ayudándoles a salir de las extremas sequías les obligaba a pagar al faraón para poder subsistir. Probablemente los egipcios no sabían que detrás de tantos males, de tantas plagas estaba el pueblo israelita, a quien Yavé estaba empeñado en sacar de Egipto a costa del castigo de los egipcios, que aquel era el pueblo protegido por Yavé y como el faraón no les dejaba salir les castigaba de esta manera tan cruel y despiadada. Pero esto era una pugna entre Yavé (Dios) y el faraón (que se creía Dios) y el pueblo egipcio quizás no estuviera al corriente, no se explicaría de otra forma que después de tanta calamidad sintiera tal afecto este último pueblo por aquel protegido de Dios.

Pero no solo un pueblo sentía afecto por el otro, sino que Moisés era estimado y respetado por los servidores del faraón. Entre colegas de profesión es frecuente que se den casos de admiración, pero también de odios y envidias. Moisés convirtió su cayado en serpiente y los servidores del faraón hicieron lo mismo, convirtieron el suyo en serpientes, pero las de Moisés eran más fuertes y se comieron a las del faraón. Esto podo llevar a los servidores del faraón a admirar la magia de Moisés, muy superior a las suyas e incluso a tratar de descubrir el truco.

Pero mas adelante Moisés, de nuevo sirviéndose de su cayado, consigue convertir el agua del río (Nilo, se entiende) en sangre. Aquí hablamos de algo mas serio, no se trataba de una charca, de la orilla del río, ni siquiera de una parte, sino de todo el río, al menos la parte donde habitaba la población. Pero sorprendentemente los magos de Egipto hicieron otro tanto con sus encantamientos. ¿Esto que quiere decir, que estos últimos son tan inconscientes que colaboran en el prodigio, contra su propio pueblo? Parece que si, puesto que con el prodigio de las ranas hicieron lo mismo, ayudaron a que estas subieran a las tierras. Parece que a los magos egipcios les interesaba mas hacer muestras de su poder que el mal que este pudiera causar, algo así, como hacia Yavé, lo importante es dar a conocer su inmenso poder, con independencia de las consecuencias que tal acto de soberbia supone. ¿Qué pensaran los magos de hoy en día? ¿podrán ellos llevar a cabo también este tipo de trucos? ¿Dispondrán de los conocimientos y de las técnicas adecuadas para ello?

A partir de este momento los magos de Egipto no pudieron repetir los prodigios de la cayada de Moisés, ni convertir el polvo en mosquitos, ni plagar Egipto de tábanos, ni hacer perecer a todo el ganado, ni convertir la ceniza en un polvo contagioso que genere pústulas y tumores, ni provocar una descomunal granizada, ni inundar la tierra de langostas, ni cubrir el sol para que no pasara la luz. Y menos mal que no lo hicieron, no sabemos si por no disponer de recursos o conocimientos suficientes (lo que seria comprensible) o por caer en la cuenta de que imitando a Moisés les ayudaba en sus propósitos, pero en este último caso bien podían haber realizado algún otro prodigio neutralizador. ¿Qué deberían sentir los magos del faraón ante las proezas de Moisés? Si admitían su superioridad, quizás admiración, quizás envidia o quizás odio, en todo caso ¿podían sentir estima y respeto por quien estaba causando tanto mal a los egipcios de a pie y a ellos mismos?

¿Cómo sentir estima y respecto hacia aquel que les esta humillando, que les  lleva a la desgracia a sus casas?

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