viernes, 9 de septiembre de 2016

DEUTERONOMIO: La transmisión generacional

NT (texto bíblico): No será admitido en la asamblea de Yavé aquel cuyos órganos genitales hayan sido aplastados o amputados. El fruto de una unión ilícita no será admitido en la asamblea de Yavé, ni aún a la décima generación entrará (DEU. 23.1-2).

CM (comentarios): Pudiera ser que alguien recibiera una coz de una mula en celo o en una mala caída se descojonara. ¿Quien podría pensar que tal desgracia conllevara igualmente la expulsión del seno de su iglesia? Lo habéis adivinado, Yavé, él y solo él puede tener la mente (en el caso de que la tuviera) tan retorcida como para añadir a la desgracia propia la marginación del grupo. ¿Qué lógica le impulsa a tal determinación? Solo cabe pensar en la crueldad sádica del supuesto creador del universo.

Y como las uniones carnales ilícitas no están permitidas en las leyes del legislador Yavé, los frutos de tales uniones también serán expulsados. Pero ¿Qué culpa tendrá el pobre hijo de la desenfrenada apetencia sexual de sus padres, ni el resto de sus descendientes hasta la décima generación? Y si alguno de los hijos no son capaces de contenerse presentada la ocasión, se añadirá otra decena de generaciones. Menudo trabajo en el Registro de Penalizaciones Generacionales (RPG) para llevar el control después de transcurrido más de cien o doscientos años, y sin sistemas informáticos. Cosas de Yavé, muy poderoso pero nada previsor, aunque pensando mal, y dada su extrema crueldad, quizás todo lo haga para dar quehacer a los humanos.

NT: Amonitas y moabitas no serán admitidos ni hasta la décima generación, no entraran jamás, porque no vinieron a nuestro encuentro con el pan y el agua al camino… no buscaras su amistad, ni cuidaras de su bienestar. No detestes al edomita, ni al egipcio, sus hijos a la tercera generación podrán ser admitidos en la asamblea (DEU. 23.3-8).

CM: Determinante Yavé en su venganza, no olvida al pueblo que le negó ayuda en el desierto, queda pues excluido para siempre, no hay perdón, no hay misericordia, no hay caridad -palabras todas ellas de signo muy religioso-, sino falta de generosidad, condena a la exclusión para las siguientes generaciones de amonitas y moabitas. Mejor suerte corren los edomitas, por aquello del parentesco, y los egipcios que durante un tiempo acogieron al pueblo judío, pero no sin pasar antes por tres generaciones. Nuevas tareas para el RPG.

NT: Cuando salgas en guerra, si hubiera alguno impuro por accidente nocturno, sálgase fuera del campamento y no entre hasta caer la tarde y se bañe en agua. Tendrás fuera del campamento un lugar donde hacer tus necesidades llevando a más de las armas un palo, con él harás un hoyo y después taparas tus excrementos… (DEU. 23.9-14).

CM: Que cosas tiene Yavé, no deja nada fuera de su control, hasta ha de determinar donde y como han de hacer sus necesidades los soldados, alejado del campamento para evitar malos olores, armado por si es sorprendido por el enemigo (aunque, si este llega en el momento del apretón, difícil será que pueda defenderse) y dispuesto de un palo (sin especificar el tipo de madera) para hacer un excusado y taparlo después de evacuar. Quizás fuera más razonable hacerlo en grupo mientras un soldado vela para que la limpieza intestinal se lleve a cabo sin sobresaltos, tarea que también podría hacer el propio Yavé.

NT: No entregarás a su amo un esclavo huido que se haya refugiado en tu casa. Que no haya prostituta ni prostituto de entre las hijas e hijos de Israel. No exijas de tus hermanos interés alguno, ni por dinero, ni por nada, de lo que con usura puede prestarse. Puedes exigírselo al extranjero, pero no a tu hermano. La palabra salida de tus labios la cumplirás conforme al voto libremente hecho a Yavé. Si entras en la viña de tu prójimo, podrás comer uvas hasta saciarte, pero no guardarlas en tu zurrón (DEU. 23.15-25).

CM: Bueno, en estos textos parece que Yavé se muestra medianamente razonable, no puede ignorar su predilección por los israelitas, pero al menos denuncia la usura entre ello, defiende el cumplimiento de lo prometido –siempre en nombre suyo- y no castiga a quien se alimenta in-situ de los bienes de la tierra del prójimo al tiempo que condena el hurto de tales alimentos.


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