sábado, 23 de abril de 2016

DEUTERONOMIO: De nuevo el dios exterminador

NT (texto bíblico): Destruiréis enteramente todos los lugares donde las gentes que vais a desposeer han dado culto a sus dioses,… abatiréis sus altares, rompiereis sus cipos, quemareis sus imágenes talladas y sus dioses y haréis desaparecer de la memoria sus nombres (DEU. 12.1-3).

CM (comentarios): Con frecuencia los textos bíblicos mencionan la abominación para referirse a aquellos hechos que son maldecidos por Yavé por ser contrarios a sus mandamientos, y tacha de abominables a quienes participan de ello, pero no cabe más abominación que la del propio Yavé, un ser que de existir debería ser sometido a juicio por ser el autor (según manifiesta la propia Biblia) de los mayores genocidios cometidos contra la humanidad, por los innumerables hechos en los que deja constancia de su perversidad ante pueblos enteros e incluso ante toda la humanidad, como ocurrió cuando decidió hacer llover sobre la tierra hasta no quedar nada de ella salvo Noe, su familia y cuantos seres llevaban con él en el maravilloso barco que se construyo. Un ser tan cruel, insensible y despiadado, ¿cómo puede ser considerado como Dios y más aún, el único dios, hasta el punto de que todos aquellos que no le veneren como tal hayan de ser, desposeídos, abatidos, humillados, ignorados, perseguidos, destruidos, aniquilados, asesinados?
Los textos bíblicos, por desgracia, no han quedado como relatos fantásticos sino como enseñanzas del supuesto creador del universo y consiguientemente como ejemplos a seguir. Y bien que se han seguido a lo largo de la historia en las innumerables guerras de religión habidas en el continente europeo o en los procesos de evangelización -aquello de llevar “la palabra de Dios” a todo territorio conquistado- o, aún en los inicios de este siglo XXI, con el integrismo religioso y la aparición de un movimiento islamista que pretende instaurar un nuevo Califato en el que toda manifestación contraria a sus principios son castigados con una muerte ejemplarizadora. 
Así pues la aniquilación, el exterminio, la crueldad, la muerte es el sello de Yavé.

NT: Guárdate de ofrecer holocaustos, sacrificios, décimas y primicias en cualquier lugar a que llegues, los ofrecerás en el lugar en que Yavé haya elegido en una de tus tribus, allí haréis todo lo que te mando. Pero cuando quieras podrás matar y comer la carne en todas tus ciudades,… más no comerás sangre y la derramaras sobre la tierra como el agua… (DEU. 12.4-28).

CM: Es un relato larguísimo en el que Yavé, de forma pormenorizada y reiterativa, como en otras tantas ocasiones, va determinando el lugar y momento de las ofrendas, como han de hacerse estas, que se ha de comer y que no y de que manera, dando una vez más muestras el creador de una ignorancia extrema al creer que los modos de conducta humana y las costumbres son inamovibles a pesar del paso de los tiempos. Aunque es preciso reconocer que aún en los tiempos presentes hay colectivos que defienden el inmovilismo y el ostracismo frente a cualquier impulso a favor de la libertad del ser humano.      

NT: Cuando Yavé, tu Dios, haya exterminado a los pueblos que de delante de ti va a arrojar, y ya los hayas destruido y habites en la tierra, guárdate de imitarlos… (DEU. 12.29-32).


CM: No se trata de una acusación infundada decir que Yavé, el dios de los israelitas, de los cristianos y de los mahometanos, el único Dios verdadero, es un exterminador, son los mismos textos bíblicos quienes así lo sostienen, e incluso con vanagloria de ello. Yavé ha decidido ocupar unos territorios para dárselos en heredad al pueblo de Israel y para ello los pueblos que pueblan esos territorios han de ser exterminados, destruidos, sus dioses e ídolos quemados y sus costumbres abolidas. ¿Qué pensar pues de un ser tan vil?

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