viernes, 13 de noviembre de 2015

NUMEROS: Nuevas fronteras y pureza de tribu

NT (texto bíblico): Yavé habla a Moisés para comunicarle como han de distribuirse la tierra cuando lleguen a Canán y nombra a los príncipes de las distintas tribus (Num. 34.1-29).

CM (comentarios): Es sorprendente que el mismo dios establezca, con todo detalle, las fronteras de los  territorios por conquistar, las ciudades que la componen y sus limites en todas las direcciones. Y además nombre a un príncipe por cada tribu que deberá distribuirse las tierras conquistadas. Moisés, una vez más, ejerce de portavoz de las decisiones de Yavé no disponiendo de autoridad para determinar con sus leales el reparto de las tierras. Un dios demasiado cercano a las tareas administrativas como para ser considerado como tal. Sigue sorprendiendo que la imaginación de unos escritores desconocidos haya calado de forma tan profunda en el pensamiento colectivo de tantas generaciones.   

 NT: Manda a los hijos de Israel que de la heredad de su posesión cedan a los levitas ciudades en las que habitar y pastos para sus ganados. Los pastos estarán en torno a las ciudades y serán de mil codos, en las afueras de dos mil codos a oriente, de dos mil codos al mediodía, de dos mil codos al occidente y de dos mil codos al norte, quedando la ciudad en medio. De las ciudades de los levitas seis serán de refugio (del homicida) de un total de cuarenta y ocho (Num. 35.1-8).

CM: De nuevo Yavé dándole instrucciones a Moisés de cómo ha de actuar. Los levitas, la casta sacerdotal y no guerrera, deben recibir en heredad parte de la conquista. Si cuarenta y ocho ciudades son para los levitas hemos de suponer que muchas mas ciudades fueron o serán conquistadas, dando idea del espíritu de conquista del pueblo de Israel, bajo la dirección directa de la divinidad.

Desde los orígenes de la creación, el creador se ha preocupado de las cosas mundanas, dando instrucciones para el culto, determinando las dimensiones exactas del tabernáculo, de la forma de los sacrificios, de la composición de los manjares, de cómo confeccionar esto y aquello, de cómo rehacer el censo de población para los ejércitos, de cómo organizarse y, ahora, de cómo distribuir las ciudades. Los tiempos actuales son otros tiempos, probablemente este dios se ha cansado de administrar las cosas de los humanos, quizás se haya dado por vencido o quizás no encuentre el portavoz adecuado, quizás lleve siglos buscando al nuevo Moisés a través del cual comunicarse con nosotros, los humanos.

NT: Las ciudades de asilo servirán para que el homicida no sea muerto antes de pasar a juicio. El homicida será muerto si mato con instrumento de hierro, piedra o madera (Num. 35.9-34).

CM: Se establece la pena de muerte para quien alevosamente asesina, pero se somete al arbitrio de los jueces cuando la muerte es provocada por azar, debiendo someterse el homicida a vivir en la ciudad de asilo. Estas disposiciones serán normas de derecho que se aplicaran por las generaciones venideras.

Una vez mas es Yavé, el dios de los israelitas, quien dicta las leyes en el ámbito civil, como corresponde a un estado teocrático. Pero no ha vuelto para adaptar su código civil al transcurrir de los tiempos, quizás pensó Yavé que la mentalidad de los pueblos no cambiaria jamás.

NT: Si ellas se casan con uno de otra tribu, su heredad se sustraerá de la de nuestros padres, yendo a aumentar la heredad de la tribu a que ellos pertenezcan y disminuirá la que nos haya tocado en suerte. Moisés les responde, según mandato de Yavé, que la heredad no pasara de una tribu a otra porque toda mujer deberá tomar marido de su misma tribu (Num- 36.1-13).

CM: Con esta legislación en materia de matrimonios termina el libro Numeros, estableciéndose la obligatoriedad de casarse dentro de la misma tribu con objeto de no alterar los repartos de tierras y bienes distribuidos por Yavé en función del tamaño de cada tribu. De esta forma queda consolidado el matrimonio entre parientes, siendo así como lo ha mandado su dios.


                                                                                                           FIN DE NUMEROS

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