jueves, 8 de enero de 2015

Crimen y Religión

Debiera resultar difícil de entender que se cometan asesinatos en nombre de alguna religión (1), pero es lo que ha ocurrido desde que éstas hicieran su aparición y, “probablemente por voluntad divina”, continua ocurriendo en nuestros días. No es raro el día en que no conocemos alguna noticia, lo que no quiere decir que no se produzcan muchas mas, en la que personas, creyentes o no, son perseguidas, torturadas y asesinadas por el incumplimiento de alguna norma que los integristas religiosos consideran como de obligado cumplimiento. Aplican el escarmiento público de manera brutal, -eficaz método  preventivo-, el apaleamiento, la horca, la flagelación y la decapitación; practica ésta última puesta de moda por el grupo terrorista-integrista del autodenominado Estado Islámico. Para sus campañas de comunicación e intimidación utilizan las nuevas tecnologías colgando en Internet el resultado de sus brutales crímenes, pero prohíben a los niños y niñas ver la televisión, utilizar el ordenador o jugar, puesto que han de ser educados para ser futuros yihadistas, o lo que es lo mismo, educados para el ejercicio de la barbarie, de la crueldad extrema, del odio hacia occidente y hacia quienes entre sus correligionarios no asumen sus principios malvados, algunos de ellos recogidos en el Corán e interpretados de manera literal o de la manera más conveniente para sus intereses y llevados a extremos de máxima intolerancia con las victimas.

Este libro citado, como el resto de los libros denominados sagrados, que tantos males ha traído a la humanidad, recoge en el segundo versículo de la Sura II que es el libro que no ofrece duda, es la dirección de los que temen a Alá (siempre el temor); de forma que basta con interpretar que todo lo que allí se dice es cierto y tener la intención de aplicarlo para justificar y alimentar todo tipo de atrocidades en favor de la guerra santa, del trato discriminatorio a la mujer o la identificación de la ley islámica con la ley civil. Y es esto lo que hace el integrismo religioso islamista, la configuración de un Estado Islámico bajo la dirección de una única autoridad religiosa, el califa. 

En el autollamado Estado Islámico persiguen y expulsan a los cristianos, tal como estos hicieron algunos siglos atrás con musulmanes y judíos, ejecutan a quienes permaneciendo en el lugar no aceptan convertirse al Islam, nada diferente de lo que hicieron los cristianos en su momento, persiguen, torturan y ejecutan a quienes profesando el Islam no cumplen con sus preceptos, o al menos en la forma en que ellos entienden que han de cumplirse, tampoco diferente del comportamiento que la Iglesia de Cristo ha llevado a cabo a lo largo de su demasiada larga historia. Quizás la única diferencia esté en el momento histórico en que se desarrollan los hechos. 

Como ocurría en tiempos pasados con el cristianismo, a nadie se le ocurre levantar la voz frente a la barbarie, frente a la ignominia a que someten a personas inocentes, por el miedo tremendo a ser tratado del mismo modo. De esta forma quienes caen dentro del Estado Islámico se ven obligados a colaborar o a ser exterminado. Mientras tanto pasaran ante nuestros ojos imágenes de soldados o periodistas occidentales decapitados, cristianos perseguidos o asesinados, personas de su misma religión flageladas por no asistir a las oraciones, hombres condenadas a muerte por supuestas expresiones blasfemas, mujeres asesinadas por falta de decoro en sus vestimentas y finalmente el sometimiento de la mujer a los deseos del hombre, hasta el punto de someterlas a casamientos forzados y a la esclavitud sexual o a ser asesinadas si persisten en la resistencia.

Repasemos algunos versículos de El Corán que pueden ser considerados como perlas de extraordinario valor para quienes pretenden buscar en ellas justificación moral para sus comportamientos criminales: ¡Oh creyentes! Combatid a los infieles que os rodean, que hallen siempre en vosotros una acogida dura (Sura 9.123). Cuando encontréis infieles, golpeadles en el cuello hasta someterle (¿decapitación?) y estrechad fuertemente las trabas de los cautivos (Sura 47.4). No sois vosotros quienes lo matáis, sino Dios (Sura 8.17). En cuanto al ladrón y a la ladrona, les cortareis las manos como retribución a la obra de sus manos (Sura 5.42). Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres. Las mujeres virtuosas son obedientes y sumisas. Reprenderéis a aquella cuya desobediencia temáis; las relegareis en lechos aparte, las azotareis, pero tan pronto como os obedezca no le busquéis camorra (Sura 4.35). Si vuestras mujeres cometen acción infame, llamad a cuatro testigos. Si sus testimonios concurren contra ella, encerradlas en casa hasta que la muerte le llegue (Sura 4.16)

Los bien pensantes pueden alegar que los “Libros Sagrados”, la Biblia entre ellos, no deben interpretarse al pie de la letra, o que su interpretación debe ajustarse a los tiempos que vivimos, pero lo cierto es que hay quienes lo interpretan de la manera que le es mas favorable para sus intereses; de ésta suerte, para quienes entienden que se encuentran en guerra contra el infiel, los citados textos le vienen como anillo al dedo. Así fue durante largas centurias para el cristianismo por mucho que se pretenda ignorar el pasado. La religión al servicio del poder, cualquiera que sea su modalidad.

Nota: El número de personas ejecutadas por el Estado Islámico, desde su creación en junio de 2014, es superior a 1.800, al margen de las decenas de miles de personas muertas en las acciones bélicas y terroristas.


(1)   Apenas 24 horas antes de la publicación de éste articulo, en nombre de Alá, 12 periodistas han sido asesinados en Paris por unos islamistas radicales.

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