domingo, 15 de junio de 2014

LEVITICO: Tratamiento de los leprosos

NT (texto bíblico): Cuando se presente en la piel de su carne la plaga de la lepra, será llevado a Aaron y sus hijos y si viere que los pelos se han vuelto blancos y que la parte afectada esta más hundida que el resto será declarado impuro. Si tiene sobre la piel una mancha blanca que no aparece más hundida que el resto de la piel, le recluirá durante siete días, si entonces el mal no se ha extendido será recluido por otros siete días y si al final el mal no se ha extendido será declarado puro, en caso contrario será considerado inmundo: es lepra (Lev 13.1-8). Si la lepra se ha extendido por todo el cuerpo declarará puro al enfermo, pues se ha puesto todo blanco, pero si presenta la carne viva será declarado impuro.

El leproso, manchado de lepra, llevara rasgadas sus vestiduras, desnuda la cabeza y cubrirá su barba e ira clamando: “Inmundo, inmundo”. Es impuro y habitara solo, fuera del campamento tendrá su morada (Lev 13.45-46). 

CM (comentario): El tratamiento de la lepra es una permanente observación, por parte de los sacerdotes, de la evolución de la enfermedad, cuyo objeto es sencillamente saber si el enfermo es puro o impuro. En ningún momento tratan de utilizar recursos naturales, hierbas  para la curación de la enfermedad, al menos los neardentales lo intentaban, sino que se limitan a la mera observancia del enfermo y determinar con ello su reclusión o no, para ello es crucial comprobar el grado de escamosidad, el color de la piel, la coloración del pelo, la presencia de carne viva y la uniformidad de la piel. Consideraciones todas ellas vitales para conocer la pureza del enfermo y determinar las sucesivas revisiones por parte del sacerdote. De esta misma forma se analizan las quemaduras de fuego por si pueden tener asociada la lepra. Se observa, por parte del sacerdote todo tipo de señales en la piel de los hombres y mujeres, si el color de las manchas es suboscuro, es un empeine y por tanto puro. Se observa igualmente la calvicie para determinar su naturaleza (Lev 13.1-44). La curación del enfermo importa poco, si acaso el contagio

El leproso, como podemos contemplar, es un ser estigmatizado, esta condenado, salvo que ocurra el prodigio de su curación espontánea, anunciará su mal para que nadie se le acerque, vivirá aislado, alejado de la comunidad. En ningún momento se muestra la mas minina misericordia divina para con el leproso, de cuyo mal es ajeno, sino que por el contrario es tratado como un ser pestoso y repugnante. La impureza esta muy mal vista en la Biblia.

La ropa con manchas sospechosas es sometida a tratamiento hasta ser quemada si las manchas perduran o se extienden. De alguna forma esta puede considerarse una medida razonable, al tratarse de una enfermedad contagiosa.

NT: Hablo Yavé a Moisés: Esta será la ley del leproso para el día de su purificación: si la plaga de lepra ha desaparecido del leproso, mandara el sacerdote tomar para el que ha de purificar dos avecillas vivas, puras, madera de cedro, un hilo de púrpura e hisopo; degollara una de las aves sobre una vasija de agua y tomando el ave viva, el cedro, el hilo y el hisopo, los mojara en la sangre del ave degollada, aspergerá siete veces al que ha de ser purificado de la lepra y lo declarara puro (Lev 14.1-8).

Durante siete días no podrá entrar en el campamento, el séptimo día se raerá el pelo, lavara sus vestidos y se bañara. El octavo día tomara dos corderos sin defecto y una oveja y tres decimos de efá de flor de harina, amasada con aceite (Lev 14.8-10). Si fuese pobre tomara solo un cordero, dos tórtolas o dos pichones (Lev 14.21-22).

CM: Si el desgraciado leproso consigue su curación, al menos será admitido en la comunidad tras el rito de su purificación y el resto de condiciones impuesta, llevar dos corderos y una oveja para el sacrificio. Es de suponer que esta ley del leproso será valida exclusivamente para leprosos con una cierta riqueza, porque no es posible creer que en la sociedad en la que se desarrolla los pasajes bíblicos no existiera la pobreza extrema, más bien cabria pensar que esa debía ser la tónica general, a tenor de los conocimientos que tenemos sobre la evolución de la historia de los pueblos. En todo caso, ya es cruel obligar a quien ha padecido una enfermedad de tan difícil curación, tras meses de alejamiento de la comunidad hacerles pagar un tributo tan alto para su “purificación” o dicho de otro modo para ser admitido por la comunidad.

Durante el sacrificio de los corderos y ovejas y tórtolas según los casos, el sacerdote untará de sangre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica. Describen los textos todos los pormenores de la ceremonia de purificación con un alto nivel de detalle e iteración (Lev 14.11-32).

NT: Yavé hablo a Moisés y Aarón, diciendo: Cuando hayáis entrado en la tierra de  Canán que yo voy a daros en posesión, y mandaré yo la plaga de lepra a alguna casa de la tierra que poseeréis, el dueño de la casa ira a ponerlo en conocimiento del sacerdote (Lev 14.33-35).

CM: Por resumir el texto bíblico, el sacerdote mandara desocupar la casa antes de visitarla, para que no contamine todo lo que hay en ella. Si en las paredes hallare cavidades verdosas o rojizas la hará cerrar por siete días. Si pasado ese tiempo y permanecen las manchas se quitaran las piedras que se arrojaran en lugar impuro y se sustituirán por otras. Si la mancha reapareciese, es lepra corrompida, se demolerá la casa y todo se llevara fuera de la ciudad a lugar impuro, quien hubiera habitado en ella lavara sus vestidos (Lev 14-36-47). Si la mancha ha desaparecido la casa se declarará pura, pues el mal se ha curado, entonces tomara dos avecillas, madera de cedro, lana escarlata e hisopo y se iniciara el sacrificio de forma análoga a como se hizo con el leproso curado.

Sabemos que el pueblo de Israel, el pueblo elegido por Yavé, va camino de Canán, la tierra prometida, y durante el largo camino, de huida de los egipcios, de travesía del desierto hasta el destino final, Yavé somete a su pueblo a una serie de pruebas que va superando, unas veces con resignación y otras con agrado, al mismo tiempo que va enseñándoles la forma en que han de comportarse, toda un código de conducta enfocado a cumplir las leyes de Yavé. Comienzan con los mandamientos establecidos en el monte Sinaí y continua con la construcción de la casa de Dios en donde se le ha de rendir culto, como ha de construirse, sus dimensiones exactas, sus estructura y ornamentación, los ropajes sagrados para los sacerdotes, la institucionalización de la casta sacerdotal, las diferentes ritos para los sacrificios de animales, las leyes sobre la pureza y la impureza, incluso el tratamiento con los casos de plagas de lepra.

Durante el largo recorrido, Yavé no ha dejado de amenazar a su pueblo, a los pueblos de partida (el pueblo egipcio, al que ha condenado con diez plagas, que de ser ciertas hubieran supuesto uno de los mayores crímenes de la humanidad) y a los pueblos de destino.


Dice Yavé que cuando lleguen a Canán mandará la plaga de lepra a alguna casa, ¿con que propósito? Hemos de suponer que para mostrar su poder, su poder de destrucción y de crueldad.

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