viernes, 14 de febrero de 2014

La perfumería de Dios

NT: Ordena Yavé construir un altar para quemar en él incienso. Será de madera de acacia revestido todo él de oro, incluida las patas, de las que colgaran sendas anillas de oro. Arón hará sobre él expiación una vez al año con la sangre de la victima expiatoria y se continuara de generación en generación (Ex. 30.1-10).

CM: Esta nuevo altar es exclusivo para quemar incienso y expiar los pecados con la sangre de la victima, rito que queda instituido para las generaciones venideras de judíos, dando a entender que las costumbres no cambian. Es obsesiva la pretensión de Yavé de recubrirlo todo de oro, pareciese que la material y lo espiritual deban ir unidos, al menos cuando se le honra. La Iglesia Católica ya se ha encargado de convertir lo espiritual en un magnifico negocio.

NT: Dijo Yavé: Cuando enumeres a los hijos de Israel, cada uno deberá entregar para el tabernáculo medio siclo como rescate por su vida (Ex. 30.11-16).

CM: Es decir, que formar parte del censo suponía una exposición a la muerte y con esta entrega el israelita quedaba exonerado de peligro alguno. Queda instaurado el primer impuesto religioso para contribuir al culto, debiendo hacerse por igual para todos, ricos y pobres, quizás para destacar la igualdad de los seres humanos antes Dios, aunque éste, pudiendo hacer, porque es todopoderoso, que la desigualdad no sea tan grande en la Tierra la permite, siendo indiferente a ella.

El siclo es una unidad de medida de peso que en este caso debía corresponder, el medio siclo, con una moneda de plata de aproximadamente 5 gramos. Como todo lo establecido en la Biblia es para perpetuarse, se debe entender que esta medida ha de variar en cuantía conforme pasan los años, por aquello de la devaluación de la moneda y de mayor gasto en los ritos religiosos. Pero, mientras el valor de las cosas aumenta con el tiempo, la miseria es ajena al paso del tiempo.

NT: Yavé encarga a Moisés hacer un pilón de bronce para las abluciones, en donde Arón y sus hijos se lavaran pies y manos antes de entrar en el tabernáculo, para que no mueran (Ex. 30.17-21).

CM: De nuevo la eterna amenaza de la muerte, subsanada con la ablución de pies y manos, antes del culto. Esta vez no manda recubrirlo de oro, naturalmente no es un elemento para el sacrificio ni para la adoración sino la antesala al tabernáculo y destinado a los sacerdotes.

NT: Aún Yavé ha de decirle a Moisés como ha de preparar el óleo y la tiamama para la unción, que no se ha de derramar sobre cuerpo de hombre alguno, sino que será exclusivamente para Yavé (Ex. 30.22-38)

CM: Yavé establece las medidas que ha de usar para fabricar el aceite con el que le ungirán y se las comunica a Moisés, intermediario de por vida entre Yavé y sus fieles: quinientos siclos de mirra de primera, doscientos cincuenta siclos de cinamomo aromático y otro tanto de caña aromática, quinientos de casia, un hin de aceite de oliva. Con esta mezcla rociara el tabernáculo, el arca, la mesa y todos los utensilios.

También hará una mezcla con estacte, uña aromática, gálbano e incienso purísimo, a partes iguales y hará con ello una timiama, conforme al arte de la perfumería, salado, puro y santo. Una vez pulverizado lo pondrá en el tabernáculo.

Yavé muestra, por tanto, sus excelentes dotes de perfumero, conocedor de todas las sustancias posibles para hacer la mezcla mas aromática posible, no en balde es el creador de todas las cosas y conocedor de sus propiedades. Pero es importante que tengan en cuenta que estas mezclas solo tienen como destino los ritos en su honor y nunca deberán utilizarse para otro fin, porque quien lo hiciere será borrado de en medio de mi pueblo (Ex. 30.33 y 30.38). De nuevo la amenaza de muerte ante el incumplimiento de un mandato divino, que debe perpetuarse en el tiempo.

NT: En estos versículos se desvela el artífice de las obras que Yavé ha encargado hacer, se trata de Besalel, de la tribu de Judá, manufacturero, labrador de metales y piedras preciosas y Odolías, de la tribu de Dan, su socio (Ex. 31.1-6). Yavé estable el sábado como día santo y el que lo profane será castigado con la muerte (Ex. 31.13-14).

CM: así pues, Yavé disponía de un autentico artista para llevar a cabo tanta orfebrería, aunque no tengamos noticias fuera de la Biblia de su existencia, debiera haber pasado a la historia del arte como uno de los primeros genios en la materia. Sin embargo, de momento no conocemos nada de quienes fueron los arquitectos o perfumeros, pero si destaca Yavé que puso la sabiduría en el corazón de todos los hombres hábiles para que ejecutaran cuanto había ordenado.

Es una lastima que no haya continuado poniendo sabiduría en el corazón de los hombres después de tantas milenios de calamidades en la historia de los seres humanos, pero parece, a tenor de lo que refleja la Biblia, que todo lo que hace Dios es para agradar a si mismo.

Pues bien, se establece el sábado como día festivo y se trabajara los restantes seis días de la semana. El sábado queda, pues, destinado a servir a Dios, como también hiciera él después de crear el mundo en seis días, dejando el séptimo para descansar, cosa realmente extraña, porque es inimaginable concebir cansancio en quien es todopoderoso e incansable, si tal cansancio fuera posible concebiríamos a un Dios fatigado, perezoso e incluso, porque no, depresivo, sobre todo después de contemplar los múltiples errores en su obra, llegar a la conclusión de que queriendo hacer una obra perfecta, hizo algo indigno de él, no hay más que contemplar a la máxima criatura de la creación, el hombre, una mezcla de bondad y maldad, de contradicciones irresolubles, e incluso capaz de negar a su propio creador.


Así pues el sábado es el día de descanso, para los judíos, para los cristianos será el domingo. Y ¡cuantos muertos podríamos contar si realmente se cumpliera la sentencia anticipada de Dios, de condenar a muerte a todos aquellos que incumplan con el mandato de no trabajar en el día dedicado al señor! Claro que si ello hubiera de cumplirse, el día santo no habría vuelos, ni viajes en ferrocarril, ni funcionarían las fabricas, ni habría servicios de mantenimiento, ni se establecería en la sociedad el debate de si abrir o no los comercios en día tan señalado, pero ¿Cómo iba Dios a pensar que las cosas fueran a evolucionar de tal manera? quizás Dios no prevería que el mundo que él creo iba a cambiar de forma tan extraordinaria, o quizás el hombre, su figura máxima, desoyéndole se ha dedicado a investigar por su cuenta y a hacer que la sociedad evolucione y que no sea necesario hacerle sacrificios, ni temer a sus amenazas de muerte por cualquier incumplimiento por grave que éste sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario