sábado, 15 de noviembre de 2014

LEVITICO: Leyes que ponen en cuestión la visión del creador

NT (texto bíblico): Narra el caso de alguien que blasfemo y Yavé pide a Moisés que exponga al blasfemo ante la asamblea para que ésta le lapide. A continuación sentencia Yavé: quien blasfemare el nombre de Yavé será castigado con la muerte; extranjero o indígena, quien blasfemare el nombre de Yavé morirá (Lev 24.10-16).

CM (comentarios): Quizás quien escribiera estos textos debiera ser igualmente lapidado como lo fue aquel blasfemo, sometido a la ira de los fieles del Dios terrible, cruel y despiadado que nos dibuja la Biblia, un Dios que debería ser exterminado por los hombres y mujeres que poblamos la tierra, por nuestro propio bien, puesto que es solo el temor a este supuesto Dios todopoderoso lo que justifica la creencia en él. Es el temor originario y trasmitido a través de generaciones hacia ese Dios creador del cielo y de la tierra, de todos los seres vivientes y del hombre, gravado en las mentes infantiles desde las escuelas, lo que da consistencia a la creencia en su existencia.

Las religiones han alimentado la idea del Dios creador, omnipotente y omnisciente y de una vida después de la muerte, en la que quienes han cumplido con los preceptos de los sacerdotes, como embajadores de Dios, la tendrán en la forma de recuperación del paraíso perdido mientras que quienes hayan sido indignos de Dios penaran sus pecados eternamente, en un mundo infernal y sin posibilidad de redención. Ante este panorama cuan difícil se hace abandonar las creencias, ¿Como renegar del Dios cruel si esto me supone la condena eterna? Cuanta habilidad para retener en la ignorancia a la mayoría de los mortales y conseguir con ello la sumisión al poder establecido.

NT: Quien hiera a otro mortalmente morirá. Al que maltrata a su prójimo se le hará como el ha hecho, ojo por ojo, diente por diente, quien matare una bestia, páguela (Lev 24.17-23).

CM: Así pues quien corta una mano al prójimo sabrá que su mano también será cortada y que cada mal que haga lo pagara de la misma forma, incluida su muerte. Debemos entender que aquellos países en los que no esta establecida la pena de muerte, que no condenan con la muerte al asesino, están alejados de la Biblia, incumplen las leyes del gran legislador que fue Yavé. Últimamente sabemos poco de él, son tan escasas, por no decir nulas, las muestras que da de su existencia. Quizás esta entretenido en crear esos nuevos universos paralelos que la ciencia nos pretende hacer creer.

NT: Seis años sembraras tu campo y seis años vendimiaras tu viña, pero el séptimo año será un sábado de descanso para la tierra, en honor de Yavé (Lev 25.1-7).

CM: Los siete días de la creación, como decíamos anteriormente, han llegado hasta nuestros días incluido el día del descanso laboral. La lucha sindical consiguió en el siglo XIX librar un segundo día durante la semana de siete. Pero Yavé no solo quiere otorgar ese descanso a los humanos sino también a la tierra, creando así la sabia costumbre de dejar la tierra en barbecho durante un periodo para su propia recuperación y que vuelva a dar los mejores frutos.

Solo que Yavé es bastante cuadriculado y no ofrece opciones en base a la calidad de la tierra y el tipo de cultivos y deja a los agricultores condenados al séptimo año, que será año sabático. Pero Yavé es previsor y resolverá el problema en los versículos siguientes.

NT: Santificareis el año cincuenta y pregonareis la libertad por todo la tierra. Será para vosotros jubileo y cada uno de vosotros recobrará su propiedad. En ese año jubilar volverá cada uno a su posesión. Comprareis a tu prójimo conforme a los años transcurridos después del jubileo. Cumplid mis leyes y viviréis seguros en la tierra. ¿Qué comeréis el año séptimo? Yo os mandare mi bendición el año sexto y producirá frutos para tres años, sembrareis el octavo año y comeréis de la cosecha añeja (Lev 25.8-22).

CM: El último párrafo podría haberlo escrito el escritor en los apartados anteriores, pero ha debido considerar mejor incluirlo aquí o quizás sea fruto de la improvisación o del descuido. En todo caso, no se preocupe el agricultor para el año séptimo en que el campo quedará en barbecho, porque la milagrosa generosidad de Yavé hará que, contra viento y marea, con independencia de las inclemencias del tiempo, ya sabemos que la cosa del campo esta muy sujeto a los caprichos de la naturaleza, los campos triplicaran la cosecha. Así podrán los campesinos disfrutar de un año sabático, dedicarse a orar y dar gracias a Yavé por sus bendiciones.

¿Estará Yavé dispuesto a mantener su promesa a lo largo de los ciclos venideros, de los siglos y milenios que la humanidad tiene por delante? ¿Tendrá en cuenta las nuevas formas de cultivo? Es probable que Yavé nunca confiara en la capacidad de los humanos, los seres que el mismo creo, para rediseñar su futuro, para revolucionar las costumbres, los ritos, para crear nuevos objetos y establecer nuevos modelos de relación entre ellos, nuevas formas de convivencia, que pudiera domesticar animales para su propio beneficio, conseguir nuevos frutos e sobre todo comenzar a desentrañar los códigos por los que se rige la naturaleza.


Tal como en esas novelas de ciencia ficción en las que los robots creados por los humanos se revelan contra su creador, el hombre se ha revelado contra Dios y llega a negar a su presunto creador. Dios no creyó en el hombre y éste le paga con su descreencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario