viernes, 30 de septiembre de 2016

DEUTERONOMIO: De las maldiciones y bendiciones de Dios.

NT (texto bíblico): Moisés habla al pueblo y ordena que los levitas alzaran la voz y dirán a todos los hombres de Israel: Maldito quien haga escultura o imagen fundida, pues será abominación. Todo el pueblo responderá: Amén. (DEU. 27.11-26).

CM (comentarios): Y así hasta 12 maldiciones, maldito quien deshonre a sus padres, quien reduzca los términos de su prójimo, quien equivoque al ciego, al extranjero, a la viuda, a quien yace con la mujer de su padre, con una bestia, con su hermana, con su suegra, quien hace mal al prójimo, quien mata por dinero y finalmente quien no cumpla con la ley de Yavé. Todas las maldiciones acaban con la respuesta colectiva y unánime del pueblo: Amén, respuesta de sumisión, de aprobación absoluta, de fe ciega, de humillación al absolutismo religioso. La mayoría de las maldiciones están cargadas de lógica por tratarse de defender comportamientos intrínsecos a la naturaleza humana, al menos a la mayoría de los humanos, aquellos que no están dominados por la perversidad; aunque no parece que los autores bíblicos se preocupen lo más mínimo por los comportamientos incestuosos inherentes al fenómeno de la creación de Adán y Eva.

Pero recreándonos en la primera de las maldiciones, la referida a la adoración de imágenes, abominación ante Yavé, habríamos de concluir en que la religión mayoritaria en el planeta, el cristianismo, que tiene sus orígenes en el judaísmo y consiguientemente en el Antiguo Testamento, mezcla de monoteísmo y politeísmo (tres dioses en uno), tiene sus templos repletos de imágenes de su dios hijo en múltiples formas, de infinitas representaciones de la madre virginal de ese dios humanizado, imágenes de santos varones y santas vírgenes venerados y veneradas como conseguidores y conseguidoras de favores individuales y colectivos. En suma, una abominación para Yavé, dios de los judíos, de los cristianos y de los musulmanes entre otros, por lo que deben ser castigados.

NT: Si de verdad escuchas la voz de tu Dios,… alcanzaras todas estas bendiciones (DEU. 28.1-15).

CM: Comienza una retahíla de bendiciones al fruto de los nacimientos (a pesar de que la mujer recién parida es considerada impura y en mayor cuantía si el fruto de su vientre es una niña) de los frutos de la tierra, de los animales,… Todas estas bendiciones harán que el pueblo judío sea temido por los demás pueblos, porque verán en él la bendición de Yavé. Una vez más el Dios creador de todos los seres, incluidos a los humanos, sitúa al pueblo de Israel, su elegido, por encima de los demás. Otorga a ese pueblo dones que niega al resto de pueblos, incluso en ocasiones procedentes de estos últimos, después de la ocupación de los territorios prometidos por el injusto Yavé, quien solo pone una condición para tales privilegios y es el cumplimiento de sus mandatos, el primero de los cuales es la adoración y la obediencia suprema; pues en caso contrario caerá sobre quienes lo incumplan una serie de maldiciones.

NT: Maldito serás en la ciudad y en el campo, maldita será… (DEU. 28.16-19).


CM: La retahíla de maldiciones se repite, aquello que era bendición es maldito, los hijos, los animales, los frutos de la tierra. Un mundo sin matices, una aberración de la mente del dios incapaz de admitir la tolerancia, de ejercitar el perdón, de otorgar una segunda oportunidad; por el contrario es un dios intransigente, vehemente, autoritario, inflexible, severo e inclemente.

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