viernes, 1 de mayo de 2015

NUMEROS: Un dios poco razonable

NT (texto bíblico): Encontrándose ya en el desierto de Faran, Yavé ordena a Moisés enviar a uno de cada tribu a explorar la tierra de Canán, la gente que habita, las ciudades si amuralladas o abiertas, el terreno si fértil o pobre, y que llevaran sus frutos. Volvieron a explorar al cabo de cuarenta días y volvieron y dijeron: “en verdad mana leche y miel; ved sus frutos, pero la gente que habita es fuerte y sus ciudades grandes y amuralladas”. Caleb, imponiendo silencio, clamo: ¡la conquistaremos, somos más fuertes que ellos! Otros se negaban (Num. 13.1-34).

CM (comentarios): El texto nombra a cada uno de los exploradores y las misiones encomendadas, así como los resultados de la investigación. Fueron muchos días de exploración (¿espionaje?) en los que tomaron nota de cuanto veían, de la riqueza del territorio, de su ciudades, de sus habitantes y de sus defensas. Se trata de una tierra rica, tal como les había prometido Yavé, pero habitada y defendida.

Naturalmente, Yavé sabia como era el terreno a explorar, no en balde es el todopoderoso, el omnipresente y el omnisciente; sin embargo creyó conveniente que su pueblo viese con sus propios ojos la tierra prometida antes de aventurarse en su conquista. También dejo, algo inhabitual en él,  que discutiesen entre ellos y valorasen los pros y contras, ¿con que intención?

NT: Toda la muchedumbre rompió a gritar, y el pueblo se paso toda la noche llorando y decían: ¡Ah, si hubiéramos muerto en la tierra de Egipto o muriéramos siquiera en este desierto! ¿Por qué quiere Yavé llevarnos a esta tierra a perecer por la espalda y que sean nuestras mujeres y nuestros hijos presa de otros? ¿No seria mejor que volviéramos a Egipto? Otros decían “Elijamos un jefe y volvámonos a Egipto” (Num. 14.1-4).            

CM: De nada ha valido el último prodigio envenenado, la carne en demasía y las codornices, la gente sigue desconfiando de Yavé y de su lugarteniente Moisés, muchos demandan un nuevo líder, otros la vuelta a Egipto, no entienden el empeño de Yavé en llevarles a, lo que muchos creen, una muerte segura. El pueblo se esta revelando ante la incertidumbre y Yavé no lo va a permitir.

NT: Josué y Caleb, que habían explorado la tierra pidieron que no se revelasen contra Yavé, pues él esta con nosotros, no tengáis miedo de la gente de esa tierra, pues nos lo comeremos con pan. Toda la asamblea quería lapidarlos (Num. 14.5-10).

CM: No es Moisés ni Arón quienes se presentan ante la asamblea a reconciliarles, cansados de tanto desatino divino, sino nuevos lideres que siguen creyendo en Yavé. Pero la multitud tampoco les sigue, de forma que habrá de intervenir Yavé a su manera.

NT: Yavé, cansado de su pueblo habla a Moisés: ¿Hasta cuando ha de ultrajarme este pueblo? ¿Hasta cuando no ha de creerme, después de todos los prodigios que en medio de ellos he hecho? Voy a herirle de mortandad y a hacer de ti una gran nación, mas grande y mas fuerte que ellos (Num. 14.11-12).         

CM: Se ha acabado la paciencia de Yavé; una vez más. ¿Qué dios es éste que se ve obligado a hacer prodigios para que sus fieles le crean y, aun así, permanecen en la descreencia? ¿Dónde están su liderazgo y el de su fiel lugarteniente Moisés? Parece un dios acabado, en su soberbia solo se le ocurre acabar con el pueblo que él eligió para seguirle y comenzar de nuevo, con Moisés y con él formara una nación aún mas fuerte que la de sus, hasta ahora, seguidores infieles; como si fuese grande y fuerte ese pueblo nómada, incapaz de hacer nada sin los prodigios de Yavé.  

NT: Moisés le responde: Y lo sabrán los egipcios. Todos saben que tú habitas en medio de este pueblo, que vas delante de ellos, de día en columna de nube y de noche en columna de fuego. Si, pues, destruyes este pueblo, como si fuera un solo hombre, los pueblos a los que ha llegado tu fama dirán: Por no haber podido llevar a ese pueblo a la tierra que le había prometido, los ha destruido Yavé en el desierto. Haz, pues, mi señor, que resplandezca tu fortaleza (Num. 14.13-17).


CM: Moisés, mas razonable que el mismísimo Dios, tal como reconocen los mismos textos bíblicos, contradiciendo la infinita sabiduría del todopoderoso, intenta que Yavé entre en razón, porque de lo contrario significaría asumir su propia fracaso ante los ojos de los demás pueblos; lo que seria objeto de un descrédito de consecuencias imprevisibles para el futuro de la humanidad, además de quedar patente, una vez más su perversidad y venganza. 

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