NT (Texto bíblico): No os hagáis ídolos. Si
cumplís mis leyes, si guardáis mis mandamientos, yo mandare las lluvias a su
tiempo, la tierra dará sus frutos y los árboles darán los suyos. Hare
desaparecer de vuestra tierra los animales dañinos (Lev 26.3-6)
CM (comentarios): Podemos suponer lo que nos
espera si no se cumplen sus leyes y sus mandamientos. Pero eso lo veremos más
adelante. De momento lo que queda claro es que Yavé, después de la creación,
después de haber inventado todo lo inventable, no permite que lo creado se rija
por las propias leyes que el mismo ideó para lo creado, sino que interviene en
lo creado para cambiar el rigor de la ley, es decir que cambiará el rumbo de la
naturaleza según el comportamiento de los humanos. ¿Debemos suponer entonces
que el resultado de la lluvia es causa del comportamiento de los humanos? Es
decir, ¿podemos interpretar que unas lluvias torrenciales o venidas justo antes
de la recogida de la siembra, que arrasa campos y frutales, es la consecuencia
de un incumplimiento por parte de los hombres y mujeres del lugar de alguno de
los mandatos divinos? Y ¿que unos años de cosechas excelentes es el fruto de un
comportamiento conforme a las leyes del creador? De hecho esta es la creencia
sostenida durante el largo periodo histórico denominado Edad Media y todavía
por muchos ignorantes que procesionan santos y vírgenes para pedir clemencia al
que suponen esta en las alturas, ante un previsible año de malas cosechas.
Claro que en estos tiempos
bíblicos no existía la industria automovilística, por poner un ejemplo, porque
en tal caso seria inimaginable la de coches que habrían sido fabricados con
defectos de forma por los muchos pecados cometidos por los humanos a la vista
del creador, con las trágicos resultados de millones de muertos en carretera
que se producirían para mayor gozo de Yavé. Ahora bien, si los humanos se
comportaran como es debido, Yavé se comprometería a retirar del mercado todos
los coches defectuosos, debidos a errores de fabricación no atribuibles a Dios
en evitación de seguros accidentes mortales. Claro que en este caso habría que
determinar quien corre con los gastos de la sustitución por un coche nuevo.
NT: Perseguirás a vuestros
enemigos, que caerán ante vosotros al filo de la espada (Lev 26.7).
CM: El cumplimiento de las leyes
y preceptos de Yavé hace invencible al pueblo de Israel, no esta claro que esta
gracia sea extensible al resto de los pueblos. Por consiguiente los años de
buena cosecha serán también buenos para hacer la guerra al enemigo, no importa
la diferencia de fuerzas entre los distintos bandos, porque “cada cinco de
vosotros perseguirá a ciento, cada ciento de vosotros perseguirá a diez” (Lev
26.8).
Con independencia del resultado
de las cosechas los pueblos han ido a las guerras confiando en su Dios,
creyendo que estaba de su parte. Si alcanzaban la victoria le daban gracias y
le hacían sacrificios, si perdían la culpa era de las tropas o de sus
generales. Lo supertrágico de algunas guerras, la guerra en sí ya es una
tragedia, es cuando ambos contendientes creían en el mismo Dios y confiaban en
él para ganar la batalla y ninguno de los contendientes pertenecían al bando
judío. ¿En que bando se situaba Dios?
NT: Pero si no me escucháis y no
ponéis por obra mis mandamientos, si desdeñáis mis leyes, ved lo que haré con
vosotros: echare sobre vosotros el espanto, la consunción y la calentura,
sembrareis en vano vuestra simiente, seréis derrotados por vuestros enemigos
(Lev 26.14-17).
CM: He aquí el castigo, en suma
la enfermedad, el horror, la miseria, no habrá cosechas y el hambre imperara y
lo que es peor será el momento aprovechado por los enemigos para plantar
batalla y derrotarles, incrementando los males de manera exponencial. Tal como
esta escrito el texto diese a entender que todos incumplen por igual, puesto
que si envía lluvias dañinas, inoportunas en el tiempo ¿como diferenciar las
cosechas de quienes cumplen los preceptos divinos y quienes no? Y cuando se
trate de guerras que ganar o perder habremos de entender que todo el pueblo obró
de forma inequívoca cumpliendo o incumpliendo con los preceptos de la
divinidad, lo que no deja de ser difícil de entender.
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