NT (texto bíblico): Si después de esto no me obedecéis
todavía, echaré sobre vosotros plagas siete veces mayores por vuestros pecados.
Si todavía no me obedecéis, comeréis la carne de vuestros hijos e hijas,
amontonare vuestros cadáveres, convertiré vuestras ciudades en desiertos,
devastare la tierra y vuestras ciudades quedaran desiertas (Lev 26.18-33).
CM (comentarios): Si después del primer castigo
el pueblo sigue en sus trece de no cumplir con los mandamientos impuestos por
Yavé, el castigo será exterminador. Si fuera cierto todo lo que la Biblia dice,
el pueblo judío o quizás toda la humanidad habría desaparecido hace ya algunos
milenios de la faz de la tierra y de haber resurgido habría vuelto a
desaparecer. De reiterar el pueblo en el mal el castigo se elevara a siete
veces, de forma que con tres o cuatro años de malas cosechas, fruto del pecado
del hombre, éste habría desaparecido definitivamente; por si fuera poco una de
las amenazas es la peste, enfermedad que ha padecido la humanidad en diferentes
ocasiones y ha supuesto en ocasiones la muerte de la mitad de la población en
las zonas afectadas por la epidemia.
En todo caso es de destacar una
vez más la dimensión del castigo, la intolerancia de Yavé y su crueldad. El
hambre hará que el hombre sea carnívoro de sus propios hijos, solo escribirlo,
solo pensarlo, concebirlo, da repugnancia, pero Yavé no siente ninguna, es el
castigo que impone a quienes no le adoran, a quienes no cumplen las leyes
impuestas caprichosamente por el mismo.
¿Cómo seguir una religión basada
en tal grado de crueldad? ¿Cómo creer en un Dios exterminador, cruel e inhumano
en el mejor sentido del término? Solo el miedo inculcado a través de
generaciones justifica tal creencia.
NT: A los que de vosotros que
sobrevivan yo les infundiré tal espanto en sus corazones, que el moverse de una
hoja los sobresaltará y caerán aunque nadie les persiga (Lev 26.36-39).
CM: ¿Cabe más crueldad? Seria
preferible haber muerto siete veces antes que sufrir la penuria de la ira de
Dios y después llevar para siempre el miedo incrustado en el cuerpo y en la
mente. Este es el tipo de seres que quiere el creador, sumisos, atemorizados,
miedosos, infelices, esclavos de si mismo y de sus fantasmas.
Pero la grandiosidad del mensaje
radica en la herencia, porque los hijos serán consumidos por las iniquidades de
sus padres (Lev 26.39). Hay radica la perpetuidad de la amenaza, arrastramos
los pecados de nuestros padres, comenzando con los primeros Adán y Eva, a los
que una sociedad inexistente y una naturaleza recién creada pocos vicios les
podía ofrecer para pecar, cuando ni siquiera Yavé había comenzado a legislar.
El miedo es la base de todas las
religiones.
NT: Hablo Yavé a Moisés diciendo:
si uno hace voto a Yavé, se estimara las personas como las estimas tú. Un hombre de veinte a sesenta años lo estimaras
en cincuenta siclos de plata. Una mujer la estimaras en treinta siclos. Un mozo
en veinte siclos y una moza en diez. Un niño en cinco siclos y una niña en
tres. De sesenta años para arriba en quince siclos un hombre y diez una mujer.
Si el que hizo el voto es demasiado pobre para pagar el valor de su estimación,
el sacerdote fijara el precio según sus recursos (Lev 27.1-9).
CM: Una vez más queda de
manifiesto la diferencia entre el hombre y la mujer, el valor del voto se
considera en función de la edad de quien lo realiza y de su sexo. Cuanto mayor
es la edad mayor es el valor del voto, hasta por encima de los sesenta años,
pues para Yavé la cercanía a la muerta hace disminuir el valor. De forma que en
el momento de hacer votos a Yavé la mujer queda mucho menos valorada que el
hombre, sea adulta o niña.
NT: Continua Yavé: Si uno
santifica su casa, consagrándola a Yavé, el sacerdote hará estimación de ella.
Si se la quisiera rescatar, se añadirá un quinto del precio de su estimación y
será suya. Si santifica su tierra, tu estimación será conforme a la sembradura,
a razón de cincuenta siclos por cada jómer de cebada (Lev 27.14-17).
CM: En fin, Yavé sigue legislando
la entrega en santificación de bienes y estimando su valor en función de la
siembra y de la cercanía o lejanía a los jubileos pasados o por venir, así como
la forma del rescate, lo que se ha de pagar por ello y su valor en función
igualmente de la cercanía al jubileo próximo. Y, cuidado, no se puede consagrar
el primogénito del ganado, porque pertenece a Yavé, ya sea buey u oveja. No
dice nada respecto a la revisión de los precios, probablemente la inflación
fuera un fenómeno económico desconocido por aquellos escritores bíblicos tan
escasos de formación y tan ávidos de adorar a un Dios cruel, en beneficio de
vaya usted a saber quien.
Y así acaba el LEVITICO.
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