NT (texto bíblico): Llamo Yavé a Moisés y le
hablo desde el tabernáculo de la reunión (Lev 1.1). Establece Yavé el rito del
sacrificio, distinguiendo entre ganado mayor (res), menor (oveja o cabra) y
aves (tórtolas y pichones). En ambos casos, descuartizado el animal o no según
el caso, pero siempre separando la cabeza del cuerpo, será quemado en la
hoguera hecha sobre el altar y la sangre derramada en torno a él, las entrañas
y las patas lavadas con agua serán igualmente quemadas (Lev 1.2-17).
CM (comentario): Todo ello se hace en ofrenda
a Yavé, el dios carnicero, ávido de sangre, de sacrificio, que necesita ser
adorado, venerado y exaltado para su mayor gloria. Dios cruel, primitivo y
detallista en exceso, que nada deja a la libertad individual o colectiva de
decidir por si mismo.
Por fortuna, este tipo de
sacrificio esta deslegitimado por los nuevos comportamientos sociales, lo que
invalida lo escrito en las llamadas “Sagradas Escrituras” al estar éstas
sometidas a la temporalidad, a los cambios en los usos y costumbres de los
pueblos, para descrédito del propio Yavé, sus supuestos profetas y
lugartenientes y escritores de los textos. Obra tan divina no resiste el paso
de los tiempos, como las malas películas.
Así pues, si el rito se ha
cambiado por el cambio de las
costumbres, sin la anuencia del todopoderoso, porque no tenemos constancia de
que Yavé se haya pronunciado al respecto de tales cambios, ni de que haya
autorizado el cambio en las costumbres ni en el modo de pensar de las nuevas
generaciones de humanos, cabe entenderse que se ha desobedecido a Dios, lo que
supone, conociendo la naturaleza del Dios bíblico un castigo sobrehumano, salvando
la irracionalidad y lo absurdo de todo lo escrito.
NT: Yavé describe a continuación
como han de hacerse las oblaciones, distinguiendo entre ofrenda incruenta de
cosas cocidas al horno, de frisuelos fritos o de cosa cocida en la parrilla.
Toda oblación, cuya base es la flor de harina, debe hacerse sin levadura, ni
miel y será quemada ante el altar como sacrificio a Yavé. No deberá faltar la
sal. Tras la combustión, lo que reste de ella será para Aarón y sus hijos (Lev
2.1-16).
CM: Toda una lección de
repostería fina destinada al paladar insaciable de Yavé y a su exquisito olfato
para disfrutar de aromas tan deliciosos fruto de la combustión de tan
exquisitos manjares.
NT: Vuelve Yavé al sacrificio con
animales, detallando que hacer con el sebo de las entrañas, con el que recubre
los riñones y el hígado (Lev 3.1-17).
CM: Estos pasajes son una
iteración de los anteriores (Lev 1.1-17) recreándose en las partes blandas de
los animales sacrificados, riñones e hígados y el trato especial que ha de
darse al sebo. Distingue, en todo caso, entre res, cordero y cabra. Finalmente
Yavé ordena que no se coma ni el sebo ni la sangre del animal sacrificado.
NT: Yavé encomienda a Moisés
decir a los hijos de Israel: “Si pecare alguno por ignorancia, haciendo algo
contra cualquiera de los mandatos prohibitivos de Yavé e hiciera alguna de
estas cosas:
Si
es sacerdote ungido el que peca, haciendo así culpable al pueblo, ofrecerá a
Yavé, pos su pecado, un novillo sin defecto. (Describe como realizar el
sacrificio y que hacer con la sangre, el sebo, los riñones, el hígado, la
redecilla, los lomos, la piel, sus carnes, cabeza, piernas, entrañas y
excrementos, estos últimos se tiraran junto con las cenizas, fuera del
campamento).
Si
fuera la asamblea del pueblo la que peca, sin darse cuenta (por ignorancia),
ofrecerá un novillo, procediendo de forma análoga al caso anterior.
Si
fuera un príncipe del pueblo, llevará un macho cabrio sin defecto.
Si
fuera uno del pueblo, llevará una cabra sin defecto y hembra.
En
todos los casos el sacerdote mojará los dedos en la sangre del animal
sacrificado y untará de ella los cuernos del altar (Lev 4.1-35).
CM: Se trata, en todos los casos,
de pecados cometidos por desconocimiento, por ignorancia de los mandatos de
Yavé; no se trata pues de un incumplimiento de los preceptos de forma
consciente. Hasta aquí no establece el texto bíblico una gradación en el tipo
de afrenta, sino una redención diferente según la escala social, salvo el caso
del cometido por la asamblea del pueblo.
Y no parece haber una notable
diferencia entre el pago del príncipe y “uno del pueblo”. Al príncipe,
personaje único, se le debe suponer un mayor y mas preciso conocimiento de los
preceptos o leyes divinas, además de una mayor responsabilidad al tener un
compromiso con su pueblo. Por otra parte, su capacidad de renta podemos
suponerla muy superior al mundano, de forma que la entrega de un macho cabrio
por muy sano que estuviera no parece suponer un elevado castigo, cuando tampoco
seria descabellado pensar que para cumplir con la pena enviara a alguno de sus
soldados a hacerse con algún cabrito de quien lo tuviera disponible,
naturalmente que sin previo pago.
Mientras que a “uno del pueblo”,
uno entre miles, un ser anónimo, se le debe suponer un mayor desapego, por
lejanía, con la cosa divina y por ello en menor conocimiento de las directrices
de la divinidad, además de que al estar dentro de un amplio espectro de la zona
baja de la escala social, en ocasiones debería verse en grave dificultad para
obtener la cabra con que saciar el ansia de Yavé y en todo caso debería
suponerle un serio problema de subsistencia, pero esto a Yavé, como hemos
podido comprobar le importa bien poco.
Pero ¿hay mayor ignorancia que el
conocimiento basado en la supuesta palabra divina y el cumplimiento de unos
supuestos preceptos proporcionados por una supuesta divinidad y ajenos a toda
lógica y sentido común?
Si hay castigo por incumplimiento
de la ley divina, ¿no será, quizás, igualmente posible obligar a un sacrificio
por una supuesta afrenta a la razón a quienes crean en estas supuestas palabras
del cruel Yavé y se sometan a su cumplimiento, como quienes se someten hoy día
a actividades satánicas?
Si la ignorancia es pecado y como
tal se requiere un sacrificio para los ignorantes, podríamos, en una religión
inversa, satánica, considerar ignorancia no seguir los preceptos mandatados por
el supuesto Satán. O podríamos considerar ignorancia todo aquello que cae fuera
del conocimiento racional, científico, de la lógica y en consecuencia ser
objeto de condena todos aquellos que ignoran los principios de la ciencia, del
saber, de la lógica, que no se someten a la libertad de pensamiento y de
conciencia.
Hay que eliminar los sacrificios a todo nivel. En consecuencia todo fanático de cualquier órden tiene que ser extremadamente considerado para su destierro.
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