martes, 22 de abril de 2014

LEVITICO: De los sacrificios y oblaciones

NT (texto bíblico): Llamo Yavé a Moisés y le hablo desde el tabernáculo de la reunión (Lev 1.1). Establece Yavé el rito del sacrificio, distinguiendo entre ganado mayor (res), menor (oveja o cabra) y aves (tórtolas y pichones). En ambos casos, descuartizado el animal o no según el caso, pero siempre separando la cabeza del cuerpo, será quemado en la hoguera hecha sobre el altar y la sangre derramada en torno a él, las entrañas y las patas lavadas con agua serán igualmente quemadas (Lev 1.2-17).

CM (comentario): Todo ello se hace en ofrenda a Yavé, el dios carnicero, ávido de sangre, de sacrificio, que necesita ser adorado, venerado y exaltado para su mayor gloria. Dios cruel, primitivo y detallista en exceso, que nada deja a la libertad individual o colectiva de decidir por si mismo.

Por fortuna, este tipo de sacrificio esta deslegitimado por los nuevos comportamientos sociales, lo que invalida lo escrito en las llamadas “Sagradas Escrituras” al estar éstas sometidas a la temporalidad, a los cambios en los usos y costumbres de los pueblos, para descrédito del propio Yavé, sus supuestos profetas y lugartenientes y escritores de los textos. Obra tan divina no resiste el paso de los tiempos, como las malas películas.

Así pues, si el rito se ha cambiado por el cambio  de las costumbres, sin la anuencia del todopoderoso, porque no tenemos constancia de que Yavé se haya pronunciado al respecto de tales cambios, ni de que haya autorizado el cambio en las costumbres ni en el modo de pensar de las nuevas generaciones de humanos, cabe entenderse que se ha desobedecido a Dios, lo que supone, conociendo la naturaleza del Dios bíblico un castigo sobrehumano, salvando la irracionalidad y lo absurdo de todo lo escrito.

NT: Yavé describe a continuación como han de hacerse las oblaciones, distinguiendo entre ofrenda incruenta de cosas cocidas al horno, de frisuelos fritos o de cosa cocida en la parrilla. Toda oblación, cuya base es la flor de harina, debe hacerse sin levadura, ni miel y será quemada ante el altar como sacrificio a Yavé. No deberá faltar la sal. Tras la combustión, lo que reste de ella será para Aarón y sus hijos (Lev 2.1-16).

CM: Toda una lección de repostería fina destinada al paladar insaciable de Yavé y a su exquisito olfato para disfrutar de aromas tan deliciosos fruto de la combustión de tan exquisitos manjares.

NT: Vuelve Yavé al sacrificio con animales, detallando que hacer con el sebo de las entrañas, con el que recubre los riñones y el hígado (Lev 3.1-17).

CM: Estos pasajes son una iteración de los anteriores (Lev 1.1-17) recreándose en las partes blandas de los animales sacrificados, riñones e hígados y el trato especial que ha de darse al sebo. Distingue, en todo caso, entre res, cordero y cabra. Finalmente Yavé ordena que no se coma ni el sebo ni la sangre del animal sacrificado.

NT: Yavé encomienda a Moisés decir a los hijos de Israel: “Si pecare alguno por ignorancia, haciendo algo contra cualquiera de los mandatos prohibitivos de Yavé e hiciera alguna de estas cosas:
            Si es sacerdote ungido el que peca, haciendo así culpable al pueblo, ofrecerá a Yavé, pos su pecado, un novillo sin defecto. (Describe como realizar el sacrificio y que hacer con la sangre, el sebo, los riñones, el hígado, la redecilla, los lomos, la piel, sus carnes, cabeza, piernas, entrañas y excrementos, estos últimos se tiraran junto con las cenizas, fuera del campamento).
            Si fuera la asamblea del pueblo la que peca, sin darse cuenta (por ignorancia), ofrecerá un novillo, procediendo de forma análoga al caso anterior.
            Si fuera un príncipe del pueblo, llevará un macho cabrio sin defecto.
            Si fuera uno del pueblo, llevará una cabra sin defecto y hembra.
            En todos los casos el sacerdote mojará los dedos en la sangre del animal sacrificado y untará de ella los cuernos del altar (Lev 4.1-35).

CM: Se trata, en todos los casos, de pecados cometidos por desconocimiento, por ignorancia de los mandatos de Yavé; no se trata pues de un incumplimiento de los preceptos de forma consciente. Hasta aquí no establece el texto bíblico una gradación en el tipo de afrenta, sino una redención diferente según la escala social, salvo el caso del cometido por la asamblea del pueblo.

Y no parece haber una notable diferencia entre el pago del príncipe y “uno del pueblo”. Al príncipe, personaje único, se le debe suponer un mayor y mas preciso conocimiento de los preceptos o leyes divinas, además de una mayor responsabilidad al tener un compromiso con su pueblo. Por otra parte, su capacidad de renta podemos suponerla muy superior al mundano, de forma que la entrega de un macho cabrio por muy sano que estuviera no parece suponer un elevado castigo, cuando tampoco seria descabellado pensar que para cumplir con la pena enviara a alguno de sus soldados a hacerse con algún cabrito de quien lo tuviera disponible, naturalmente que sin previo pago. 

Mientras que a “uno del pueblo”, uno entre miles, un ser anónimo, se le debe suponer un mayor desapego, por lejanía, con la cosa divina y por ello en menor conocimiento de las directrices de la divinidad, además de que al estar dentro de un amplio espectro de la zona baja de la escala social, en ocasiones debería verse en grave dificultad para obtener la cabra con que saciar el ansia de Yavé y en todo caso debería suponerle un serio problema de subsistencia, pero esto a Yavé, como hemos podido comprobar le importa bien poco.

Pero ¿hay mayor ignorancia que el conocimiento basado en la supuesta palabra divina y el cumplimiento de unos supuestos preceptos proporcionados por una supuesta divinidad y ajenos a toda lógica y sentido común?

Si hay castigo por incumplimiento de la ley divina, ¿no será, quizás, igualmente posible obligar a un sacrificio por una supuesta afrenta a la razón a quienes crean en estas supuestas palabras del cruel Yavé y se sometan a su cumplimiento, como quienes se someten hoy día a actividades satánicas?


Si la ignorancia es pecado y como tal se requiere un sacrificio para los ignorantes, podríamos, en una religión inversa, satánica, considerar ignorancia no seguir los preceptos mandatados por el supuesto Satán. O podríamos considerar ignorancia todo aquello que cae fuera del conocimiento racional, científico, de la lógica y en consecuencia ser objeto de condena todos aquellos que ignoran los principios de la ciencia, del saber, de la lógica, que no se someten a la libertad de pensamiento y de conciencia.

1 comentario:

  1. Hay que eliminar los sacrificios a todo nivel. En consecuencia todo fanático de cualquier órden tiene que ser extremadamente considerado para su destierro.

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