Un tiempo para vivir. Limitado.
Indefinido. Ni previsto ni deseado. Fruto del azar. Caprichosa realidad.
Condicionantes genéticos, territoriales, políticos, culturales, sociales y
económicos la determinan. Y también, el esfuerzo personal. Realidad imperfecta
e injusta. Tiempo y espacio como ejes determinantes, pasado y presente, oriente
y occidente.
Nadie escogió el tiempo ni el
lugar, ni la familia, a cada cual le toco en suerte nacer condicionado en un
entorno social determinado, atenazado en un cuerpo débil o fuerte para
sobrevivir, con una mente desprovista de capacidad para moverse en un ambiente
hostil o dotada de unas actitudes para superar intelectual y moralmente la
adversidad. Cada cual ha de resistir con las armas que la naturaleza y el
entorno les dotó. Con ellas cada uno elige su porvenir o se deja llevar por la
inercia, sin ofrecer resistencia, confiando en un destino inexistente o en
dioses imaginativos. Son muchas variables las que intervienen en el devenir
personal, la mayoría de las veces mezcladas las adversas con las favorables,
extraña balanza que puede hacer feliz al desgraciado e infeliz al afortunado.
Y el conocimiento, hay quienes lo
valoran y quienes prefieren ignorarlo, por ignorancia o por interés. Pero el conocimiento
viene determinado por el tiempo, pues no es algo personal sino colectivo, como
no es absoluto sino relativo, se enmarca en la historia, en el desarrollo del
propio conocimiento; lo personal es la inteligencia. Por ello el momento
histórico es tan determinante en el tiempo que nos ha tocado para vivir. Tiempo
limitado, escaso, insignificante, efímero, pero extraordinario, una oportunidad
ocurrida por azar, pero condicionada al momento histórico, al territorio, al
entorno familiar y a unos caracteres genéticos determinados.
¿Mereció la pena? Miles de
millones de personas han sucumbido a lo largo de los tiempos a la enfermedad, a
las guerras, al hambre, a las catástrofes naturales, muchos han acabado sin
llegar a tener conciencia de si mismos. Y otros tantos han vivido en la
ignorancia, sujetos a la mentalidad de la época, felices unos e infelices la
mayoría por sujeción al dominio de la minoria, a la esclavitud o al servilismo,
a la penuria o a la enfermedad. Por desgracia, estas circunstancias no han
desaparecido con los tiempos modernos, perduran nuevas formas de esclavitud, de
servilismo y de ignorancia; y nuevas amenazas se ciernen sobre la población. De
forma que no solo el momento histórico, sino el espacio territorial,
determinan, junto al entorno social y las capacidades individuales, tanto
físicas como psíquicas, el desarrollo personal y la felicidad de las personas.
Para quienes valoramos el
conocimiento como una razón fundamental que da sentido a la existencia, mas
allá de las falsas creencias en deidades y otras formas del pensamiento mágico,
ha merecido la pena.
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