martes, 17 de mayo de 2016

DEUTERONOMIO: Lo que se debe comer y lo que no

NT (texto bíblico): No os hagáis incisiones ni os decalvéis por un muerto, porque tú eres un pueblo consagrado a Dios y te ha elegido Yavé para que seas un pueblo singular de entre todos los pueblos de la tierra (DEU. 14.1-2).

CM (comentarios): Una frase prohibitiva con una terminación que incita al odio. El pueblo de Israel es singular porque así lo ha decidido Yavé, el dios de los judíos, de los cristianos y de los islamistas; tres religiones con una misma raíz enfrentadas por los siglos de los siglos hasta los momentos presentes. Judíos contra palestinos, guerra santa en los países árabes, muerte a los cristianos; odio en las venas, crueldad, sinrazón, todo por un dios que es de todos ellos. Al mismo dios ruegan para que les proteja y ayude a vencer al contrario, dios contra si mismo, pero no olvidemos que dios está de parte de los judíos, así lo establece los libros del Antiguo Testamento y lo reitera hasta el hartazgo, entonces ¿por qué tanto admiración al dios que los margina, que lo subestima? De existir ése dios todas las batallas estarían perdidas para los no judíos.

NT: He aquí los animales que comeréis: …, todo animal que tenga la pezuña dividida y el pie hendido y rumie; pero no comeréis los que solamente rumian ni los que solamente tienen la pezuña dividida y el pie hendido…, porque es inmundo y abominable (DEU. 14.3-8). 

CM: Se repite aquí, de forma tan peculiar, lo ya mencionado en el Levítico respecto de que animales comer y cuales no, por inmundo, convertido en una ley divina de obligado cumplimiento. Dice el texto que no se podrá comer conejo, ni liebre, ni camello porque siendo rumiantes no tienen la pezuña dividida, pero libro tan sabio cae en el error de considerar rumiante a la libre y al conejo. Y el cerdo, de pezuña hendida, no rumia de forma que quienes siguen los preceptos bíblicos en materia gastronómica han de verse privado de un animal del que puede aprovecharse casi todo. ¿Qué de malo hay en un cerdo para se considerado inmundo, salvo que es un guarro, un cochino, un marrano, contra la cabra, la vaca, el ciervo o la gacela? ¿Es quizás el cerdo más abominable que el mismo Yavé que siembra el odio entre los humanos?

NT: De los animales que viven en el agua comeréis los que tienen aletas y escamas. Comeréis toda ave pura, he aquí las que no comeréis: el águila, el buitre,…, toda clase de cuervos, el avestruz,… Tendréis también por inmundo todo insecto alado. No comeréis mortecino de ningún animal, podrás dárselo a comer al extranjero o vendérselos, vosotros sois un pueblo consagrado a Yavé (DEU. 14.9-21).

CM: En las aguas marinas habita otra serie de animales comestibles carentes de aletas y escamas, como los crustáceos y los moluscos principalmente, excluidos de manera incomprensible por los textos bíblicos. Pero, quizás los más sorprendente de éste texto es la prohibición de comer carne de animal moribundo, sin embargo podrá dárselo de comer a los extranjeros e incluso venderlo. Lo que muestra la catadura moral de ése dios que quieren representar los autores bíblicos; de ser un dios de infinita bondad (aunque ésta fuera finita) no consentiría que aquello que es dañino para su pueblo pueda ofrecérselo o vendérselo a los demás, salvo que en nada valore la salud y la vida de aquellos que no pertenecen al pueblo que él ha elegido, como así parece ser a tenor de la conquista sin piedad de los pueblos conquistados por las huestes de Israel dirigidas desde la nube por él mismo. ¿A alguien le puede extrañar que sean las religiones derivadas del dios bíblico, quienes más han extendido el odio por este mundo?

NT: Diezmaras todo producto de tus sementeras, de lo que de tu campo cada año, y comerás delante de Yavé en el lugar que él elija y llevarás la décima y los primogénitos de tus vacas y ovejas; pero si el camino es muy largo lo venderás e irás con el dinero al lugar que Yavé elija… Al final de cada tercer año irán y comerán y se saciarán el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda (DEU. 14. 22-29).


CM: Un impuesto que ha permanecido hasta no hace mucho tiempo y ha permitido a la Iglesia Católica un enriquecimiento brutal, convertido hoy día en una financiación de los Estados a las creencias religiosas. Tras los diezmos la Iglesia de Roma descubrió que podía vender un puesto en el cielo mediante certificados de pago llamadas indulgencias, la más prodigiosa fuente de recaudación ilícita jamás conocida. La décima parte de la ganancia y los primeros corderos y becerros habrían de ser llevados al lugar destinado por Yavé. Suponemos que al templo mas cercano, al convento mas próximo, a la parroquia del barrio, y últimamente por transferencia bancaria en dinero contante y sonante. Pero siempre quedará algo para los pobres, los desheredados, los emigrantes, para regocijo y lavado de las conciencias, pero no todos los años, sino cada tres. 

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