NT (texto bíblico): Al día siguiente la muchedumbre
de los hijos de Israel murmuraba contra Moisés y Arón diciendo: vosotros habéis
exterminado al pueblo de Yavé. Entonces apareció la nube y Yavé dijo a Moisés:
Quitaos de en medio de esa turba, que voy a destruirla. Moisés ordeno a Arón:
toma el incensario y corre a esa muchedumbre y expíala, porque se ha encendido
la ira de Yavé y ha comenzado ya la mortandad (Num. 16.41-46). Ya había
comenzado la plaga a hacer estragos en el pueblo, pero Arón tomo el incienso e
hizo expiación por el pueblo, y se quedo entre los muertos y los vivos hasta
que ceso la mortandad. Habían perecido catorce mil setecientos, sin contar los
que murieron por lo de Coré (Num. 16.47-49).
CM (comentarios): Una vez mas la ira de Yavé no se deja
esperar, su ira es permanente, antes de anunciar la media, ésta ya esta siendo
ejecutada. El cruel Yavé no tiene limites, acaba de asesinar a mas de catorce
mil personas después de hacerles padecer la penosa travesía del desierto, a las
que habría que añadir las asesinadas en el episodio anterior.
¿Es blasfemo decir que el dios de
la Biblia , el
dios de los judíos, el dios de los cristianos y el dios de los musulmanes, que
no dejan de ser el mismo dios, es cruel, salvaje, inmisericorde, asesino, genocida,
cuando así esta expuesto en los llamados textos sagrados y reconocido en ellos
por el mismísimo dios? ¿Es licito que una persona pueda ser condenada por
afirmar lo mismo que sostienen estos textos sagrados, base de las tres mayores
religiones monoteístas? ¿Es que no hay suficientes evidencias en los citados
textos sagrados del grado de crueldad de Dios?
¿Cómo es posible, pues, que éstas
religiones tengan tantos seguidores? ¿Ignorancia? ¿Temor?
CN: Pidió Yavé que cada uno de
los príncipes de Israel entregue una vara con el nombre de la tribu para
ponerla en el tabernáculo. Florecerá la vara que aquel a quien yo elija, a ver
si hago cesar de una vez las quejas y las murmuraciones de los hijos de Israel
contra vosotros. Al día siguiente la vara de Arón, de la casa de Leví, había
echado brotes, yemas, flores y almendras (Num. 17.1-9).
CM: Extraordinario prodigio. De
nuevo las artes mágicas de Yavé, expuestas tantas veces en Egipto ante el
faraón, vuelven a la luz, esta vez para reafirmarse en la tribu elegida por
Yavé para el sacerdocio, la casa de Leví, representada a ese momento por su príncipe
y sumo sacerdote Arón, pues es su vara la que florecerá, y de que manera, en el
tiempo record de un día la vara sacerdotal adquiere la genética del almendro y
desarrolla todo su ciclo natural, sin necesidad de ser plantado, abonado,
regado y de esperar a que llegue la primavera.
Yavé pretende de ésta forma, tan
absurda, aplacar el descontento de su pueblo, no ocurriéndosele otra forma más
inteligente de hacerlo.
NT: Dice Yavé a Moisés: Para que
sirva de memoria a los hijos rebeldes, y que cesen así las quejas contra mi y
no mueran (Num. 17.10-11). Los hijos de Israel hablaron a Moisés: Esta visto,
muerto somos, perdidos, perdidos todos; cuantos pretenden acercarse al
tabernáculo de Yavé perecen. ¿En verdad habremos de perecer todos? (Num.
17.12-13).
CM: Pues ya están advertidos los
hijos de Israel, una vez más, pues ya habían sido advertidos en múltiples
ocasiones de las razones de Yavé para arremeter contra ellos. Todos están convencidos de que están perdidos,
que están sujetos a los designios de su dios y no tienen remedios. Solo queda
que la casta sacerdotal, como instrumentación de la unión del poder religioso y
civil sea institucionalizada para que el ser humano sea sometido, por los siglos
de los siglos, hasta que por fin se rebele anta tanta barbarie.
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