NT (texto bíblico): Dijo Yavé a Arón: Tú y tus
hijos tendréis el cuidado del santuario y del altar… ejerceréis el sacerdocio…
Te encomiendo también la guarda de mis ofrendas… las comeréis en lugar santísimo… (Num.
18.1-14).
CM (comentarios): Yavé se dirige esta vez
directamente a Aron, y no a través de Moisés como es su costumbre, para
ratificarle una vez más a él como sumo sacerdote y a su linaje como casta
sacerdotal, que vivirán, según parece desprenderse de estos textos, de las
ofrendas que den los israelitas de las cuales se alimentaran.
NT: Continúa Yavé hablando a
Arón: Todo primogénito de toda carne, así de los hombres como de los animales
que han de ofrecer a Yavé será tuyo. Harás rescatar los primogénitos de los
hombres y de los animales impuros. Harás que sean rescatados cuando tengan un
mes, y según tu estimación, en cinco siclos de plata, pero no aceptarás rescate
por el primogénito de una vaca, de una oveja, ni de una cabra; serán cosas
santas… (Num. 18.15-19).
Continua Yavé: doy como heredad a
los hijos de Leví todos los diezmos, por el servicio que presta. Los hijos de
Israel no han de acercarse ya más al tabernáculo, no lleven sobre si su pecado
y mueran. Serán los levitas los que harán el servicio… Después Yavé dice a
Moisés: diles a los levitas que de las décimas que reciba de los hijos de
Israel, una décima de ellas será para ofrenda a Yavé… (Num. 18.20-32).
CM: En este extenso relato Yavé
establece unos derechos de primogenitura sobre los hombres y los animales no
sagrados, a razón de cinco siclos de plata, a juicio de los sacerdotes,
entendemos que revisables con los años en función del coste del dinero. Y a
continuación se establece la parte de los bienes con los que los israelitas han
de contribuir para el mantenimiento de la casta sacerdotal, en total una décima
parte de sus ganancias. Es el impuesto religioso, que ha perdurado durante
tantos siglos y sigue vigente aun en nuestros días; aunque en forma de
aportación del Estado a la financiación de las Iglesias, sin que éstas
dispongan de sus propios medios de recaudación.
No pagar la décima parte de los
beneficios obtenidos, por pobre que se fuese, era considerado en la
Edad Media un agravio a la Iglesia y un riesgo para
la condena eterna, de forma que más valía ser un poco mas pobre en la tierra
que abrazado en el mas allá. Y, respecto de las indulgencias, naturalmente se
trataba en exclusiva de un negocio de la Iglesia con los de mayor fortuna, aquellos
mortales, que tan ignorantes como los anteriores, disponían de posibles
económicos para poder comprar un lugar en el paraiso celestial.
Para la Iglesia Católica ,
al menos, conciencia y dinero siempre fueron de la mano, la mala conciencia
puede redimirse con una sustanciosa aportación a la Iglesia Católica , ávida de
poder económico, y político, no en balde los poderes civiles vienen con el
sello de la autoridad concedida por el todopoderoso, cuya representación en la Tierra ostenta la casta
sacerdotal cuyo máximo exponente es el Papa de Roma, sumo sacerdote y jefe del
Estado Vaticano, órgano director de los múltiples instrumentos de adoctrinamiento
religioso y de recaudación de fondos, en ambos casos por los caminos que
fuesen, ya sean lícitos o ilícitos.
NT: Continuo Yavé: Que traigan
una vaca roja sin defecto y que no haya todavía llevado el yugo sobre sí.
Relata a continuación el ritual del sacrificio y reitera en la impureza de
quienes se acercan a un muerto y la
purificación con agua lustral (Num. 19.1-22).
CM: Por fortuna hoy no se
sacrifican reses ante ningún altar, si tal cosa se hiciese seria considerado como un ritual satánico.
Sin embargo se simula otros actos de carácter más virtual como la conversión
del pan en el cuerpo de Cristo y del vino en su sangre. Pero esto no es
considerado demoníaco, sino angelical y divino. Como también lo es la
purificación a través del agua bendecida en las pilas de las iglesias
cristianas, quizás como recuerdo del agua lustral, en la que se apagaban las
cenizas fruto de los sacrificios, a la que hace mención Números en los
versículos anteriores.
Las religiones siguen conservando
sus ritos, quizás suavizados con el avance de las costumbres, pero tan
irracionales como antaño.
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