miércoles, 10 de septiembre de 2014

LEVITICO: Leyes de sentido común y otras absurdas (II)

NT (texto bíblico): No comeréis carne con sangre, ni practicaréis la adivinación ni la magia. No os raparéis en redondo la cabeza, ni raeréis los lados de vuestra barba. No os haréis incisiones en vuestra carne por un muerto ni imprimiréis en ella figura alguna (Lev 19.26-28).

CM (comentario): Ya sabemos que la sangre es la vida del cuerpo y por consiguiente no debe ser tomada como alimento, de forma que los filetes han de estar bien pasados con objeto de que no supure sangre alguna, contrariamente al gusto de muchos gourmet del mundo moderno. Continuando con el puzzle de materias diferentes, en el versículo siguiente hace alusión al modo de cortarse el pelo, prohibiendo a continuación el tatuaje de figura de cualquier tipo. ¡Que obsesión por regular hasta los más mínimos detalles de la vida cotidiana! Es evidente que Yavé no tiene cabida en nuestra actual sociedad occidental, donde las gentes se tatúan hasta en el ombligo y más abajo con las imágenes más extravagantes.  

NT: No profanes a tu hija, prostituyéndola, que no se entregue la tierra a la prostitución y se llene de crímenes (Lev 19.29).

CM: Es de sentido común no profanar a las hijas, pero no lo es tanto asociar la prostitución al crimen. Este principio de identificar el origen de muchos males a un supuesto comportamiento inmoral es muy común en los colectivos que practican una forma de integrismo religioso, así ha ocurrido en tiempos pasados y en los actuales cuando enfermedades epidémicas han sido achacadas a ciertos y supuestos pecados del hombre, como la brujería, la herejía, la promiscuidad, la homosexualidad o el laicismo.  

NT: No acudáis a los que evocan a los muertos ni a los adivinos, ni los consultéis, para no mancharos con su trato (Lev 19.31).

CM: Ya anteriormente ha prohibido Yavé la practica de la adivinación y de la magia y ahora manda apartarse de quienes aceptan y practican tales artes. Sin embargo Yavé no ha dejado de practicar la magia cuando en Egipto retaba al faraón, el humano más poderoso existente en la Tierra en aquel entonces, para dar muestras de su mayor poderío. Recordemos el cayado mágico de Moisés que se convirtió en serpiente para mostrar el poder de Yavé al propio Moisés y posteriormente para atemorizar a los egipcios, o el momento en que tras introducir el cayado en las aguas del río estas se convierten en sangre, trayendo con ello la muerte de peces, la insalubridad del agua y la mortandad que miles de egipcios. O el poder del mismo cayado para inundar la tierra de ranas o mosquitos para mayor desgracia de los egipcios.

Pero, naturalmente, se trata de Yavé y cualquier prohibición venida de él es ajena a él mismo. Es burda la forma en que se condenan ciertas prácticas e ignora que esas mismas son aquellas de las que abusa el propio Yavé para llevar a cabo sus objetivos, es decir solo esta justificada la magia, el asesinato, el magnicidio, cuando goza de la voluntad de Dios, y así hemos de entender, por consiguiente, las luchas de religión que se han sucedió a la largo de los siglos en las que poblaciones y colectivos han sido aniquilados bajo la bandera del dios protector.   

NT: Alzate ante una cabeza blanca y honra la persona del anciano. Si viene un  extranjero para habitar en vuestra tierra, no lo oprimáis, ámale como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. No hagáis injusticias, ni en las medidas de longitud, ni en los pesos, ni en las medidas de capacidad. Tened balanzas justas, peso justo. Yo Yavé, vuestro Dios, que os ha sacado de la tierra de Egipto. Guardad todas mis leyes y mandamientos y practicadlos. Yo, Yavé (Lev 19.32-37).

CM: Es así como acaba Yavé cada conjunto de preceptos, Yo, Yavé, vuestro Dios; como si no estuviera seguro de que hubiese quedado claro antes los ojos del pueblo de Israel quien es aquel que legisla y dictamina como obrar ante si mismo y ante los demás. Él es además quien le ha sacado de aquel territorio supuestamente hostil para llevarlo a la tierra prometida.

El extranjero es vuelto a tratar aquí con consideración, pero siempre se refiere al extranjero que viene a habitar en las tierras de Israel, que es sujeto a las leyes del nuevo territorio. El resto de habitantes de la Tierra es ignorado, pero las religiones venideras fueron realmente hábiles para aceptar al dios bíblico sin hacer que sus fieles se sintieran aludidos por tal exclusión. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario