NT (texto bíblico): No comeréis carne con sangre,
ni practicaréis la adivinación ni la magia. No os raparéis en redondo la
cabeza, ni raeréis los lados de vuestra barba. No os haréis incisiones en vuestra
carne por un muerto ni imprimiréis en ella figura alguna (Lev 19.26-28).
CM (comentario): Ya sabemos que la sangre es
la vida del cuerpo y por consiguiente no debe ser tomada como alimento, de
forma que los filetes han de estar bien pasados con objeto de que no supure
sangre alguna, contrariamente al gusto de muchos gourmet del mundo moderno.
Continuando con el puzzle de materias diferentes, en el versículo siguiente
hace alusión al modo de cortarse el pelo, prohibiendo a continuación el tatuaje
de figura de cualquier tipo. ¡Que obsesión por regular hasta los más mínimos
detalles de la vida cotidiana! Es evidente que Yavé no tiene cabida en nuestra
actual sociedad occidental, donde las gentes se tatúan hasta en el ombligo y
más abajo con las imágenes más extravagantes.
NT: No profanes a tu hija,
prostituyéndola, que no se entregue la tierra a la prostitución y se llene de
crímenes (Lev 19.29).
CM: Es de sentido común no
profanar a las hijas, pero no lo es tanto asociar la prostitución al crimen.
Este principio de identificar el origen de muchos males a un supuesto
comportamiento inmoral es muy común en los colectivos que practican una forma
de integrismo religioso, así ha ocurrido en tiempos pasados y en los actuales
cuando enfermedades epidémicas han sido achacadas a ciertos y supuestos pecados
del hombre, como la brujería, la herejía, la promiscuidad, la homosexualidad o
el laicismo.
NT: No acudáis a los que evocan a
los muertos ni a los adivinos, ni los consultéis, para no mancharos con su
trato (Lev 19.31).
CM: Ya anteriormente ha prohibido
Yavé la practica de la adivinación y de la magia y ahora manda apartarse de
quienes aceptan y practican tales artes. Sin embargo Yavé no ha dejado de
practicar la magia cuando en Egipto retaba al faraón, el humano más poderoso
existente en la Tierra en aquel entonces, para dar muestras de su mayor
poderío. Recordemos el cayado mágico de Moisés que se convirtió en serpiente
para mostrar el poder de Yavé al propio Moisés y posteriormente para atemorizar
a los egipcios, o el momento en que tras introducir el cayado en las aguas del
río estas se convierten en sangre, trayendo con ello la muerte de peces, la
insalubridad del agua y la mortandad que miles de egipcios. O el poder del
mismo cayado para inundar la tierra de ranas o mosquitos para mayor desgracia
de los egipcios.
Pero, naturalmente, se trata de
Yavé y cualquier prohibición venida de él es ajena a él mismo. Es burda la
forma en que se condenan ciertas prácticas e ignora que esas mismas son
aquellas de las que abusa el propio Yavé para llevar a cabo sus objetivos, es
decir solo esta justificada la magia, el asesinato, el magnicidio, cuando goza
de la voluntad de Dios, y así hemos de entender, por consiguiente, las luchas
de religión que se han sucedió a la largo de los siglos en las que poblaciones
y colectivos han sido aniquilados bajo la bandera del dios protector.
NT: Alzate ante una cabeza blanca
y honra la persona del anciano. Si viene un
extranjero para habitar en vuestra tierra, no lo oprimáis, ámale como a
ti mismo, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. No hagáis
injusticias, ni en las medidas de longitud, ni en los pesos, ni en las medidas
de capacidad. Tened balanzas justas, peso justo. Yo Yavé, vuestro Dios, que os
ha sacado de la tierra de Egipto. Guardad todas mis leyes y mandamientos y
practicadlos. Yo, Yavé (Lev 19.32-37).
CM: Es así como acaba Yavé cada
conjunto de preceptos, Yo, Yavé, vuestro Dios; como si no estuviera seguro de
que hubiese quedado claro antes los ojos del pueblo de Israel quien es aquel
que legisla y dictamina como obrar ante si mismo y ante los demás. Él es además
quien le ha sacado de aquel territorio supuestamente hostil para llevarlo a la
tierra prometida.
El extranjero es vuelto a tratar
aquí con consideración, pero siempre se refiere al extranjero que viene a
habitar en las tierras de Israel, que es sujeto a las leyes del nuevo
territorio. El resto de habitantes de la Tierra es ignorado, pero las
religiones venideras fueron realmente hábiles para aceptar al dios bíblico sin
hacer que sus fieles se sintieran aludidos por tal exclusión.
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