NT (texto bíblico): Cuando se presente en la piel
de su carne la plaga de la lepra, será llevado a Aaron y sus hijos y si viere
que los pelos se han vuelto blancos y que la parte afectada esta más hundida
que el resto será declarado impuro. Si tiene sobre la piel una mancha blanca
que no aparece más hundida que el resto de la piel, le recluirá durante siete
días, si entonces el mal no se ha extendido será recluido por otros siete días
y si al final el mal no se ha extendido será declarado puro, en caso contrario
será considerado inmundo: es lepra (Lev 13.1-8). Si la lepra se ha extendido
por todo el cuerpo declarará puro al enfermo, pues se ha puesto todo blanco,
pero si presenta la carne viva será declarado impuro.
El leproso, manchado de lepra,
llevara rasgadas sus vestiduras, desnuda la cabeza y cubrirá su barba e ira
clamando: “Inmundo, inmundo”. Es impuro y habitara solo, fuera del campamento
tendrá su morada (Lev 13.45-46).
CM (comentario): El tratamiento de la lepra es
una permanente observación, por parte de los sacerdotes, de la evolución de la
enfermedad, cuyo objeto es sencillamente saber si el enfermo es puro o impuro.
En ningún momento tratan de utilizar recursos naturales, hierbas para la curación de la enfermedad, al menos
los neardentales lo intentaban, sino que se limitan a la mera observancia del
enfermo y determinar con ello su reclusión o no, para ello es crucial comprobar
el grado de escamosidad, el color de la piel, la coloración del pelo, la
presencia de carne viva y la uniformidad de la piel. Consideraciones todas
ellas vitales para conocer la pureza del enfermo y determinar las sucesivas
revisiones por parte del sacerdote. De esta misma forma se analizan las
quemaduras de fuego por si pueden tener asociada la lepra. Se observa, por
parte del sacerdote todo tipo de señales en la piel de los hombres y mujeres,
si el color de las manchas es suboscuro, es un empeine y por tanto puro. Se
observa igualmente la calvicie para determinar su naturaleza (Lev 13.1-44). La
curación del enfermo importa poco, si acaso el contagio
El leproso, como podemos
contemplar, es un ser estigmatizado, esta condenado, salvo que ocurra el
prodigio de su curación espontánea, anunciará su mal para que nadie se le
acerque, vivirá aislado, alejado de la comunidad. En ningún momento se muestra
la mas minina misericordia divina para con el leproso, de cuyo mal es ajeno,
sino que por el contrario es tratado como un ser pestoso y repugnante. La
impureza esta muy mal vista en la Biblia.
La ropa con manchas sospechosas
es sometida a tratamiento hasta ser quemada si las manchas perduran o se
extienden. De alguna forma esta puede considerarse una medida razonable, al
tratarse de una enfermedad contagiosa.
NT: Hablo Yavé a Moisés: Esta
será la ley del leproso para el día de su purificación: si la plaga de lepra ha
desaparecido del leproso, mandara el sacerdote tomar para el que ha de
purificar dos avecillas vivas, puras, madera de cedro, un hilo de púrpura e
hisopo; degollara una de las aves sobre una vasija de agua y tomando el ave
viva, el cedro, el hilo y el hisopo, los mojara en la sangre del ave degollada,
aspergerá siete veces al que ha de ser purificado de la lepra y lo declarara
puro (Lev 14.1-8).
Durante siete días no podrá
entrar en el campamento, el séptimo día se raerá el pelo, lavara sus vestidos y
se bañara. El octavo día tomara dos corderos sin defecto y una oveja y tres
decimos de efá de flor de harina, amasada con aceite (Lev 14.8-10). Si fuese
pobre tomara solo un cordero, dos tórtolas o dos pichones (Lev 14.21-22).
CM: Si el desgraciado leproso
consigue su curación, al menos será admitido en la comunidad tras el rito de su
purificación y el resto de condiciones impuesta, llevar dos corderos y una
oveja para el sacrificio. Es de suponer que esta ley del leproso será valida
exclusivamente para leprosos con una cierta riqueza, porque no es posible creer
que en la sociedad en la que se desarrolla los pasajes bíblicos no existiera la
pobreza extrema, más bien cabria pensar que esa debía ser la tónica general, a
tenor de los conocimientos que tenemos sobre la evolución de la historia de los
pueblos. En todo caso, ya es cruel obligar a quien ha padecido una enfermedad
de tan difícil curación, tras meses de alejamiento de la comunidad hacerles
pagar un tributo tan alto para su “purificación” o dicho de otro modo para ser
admitido por la comunidad.
Durante el sacrificio de los
corderos y ovejas y tórtolas según los casos, el sacerdote untará de sangre el
lóbulo de la oreja derecha del que se purifica. Describen los textos todos los
pormenores de la ceremonia de purificación con un alto nivel de detalle e
iteración (Lev 14.11-32).
NT: Yavé hablo a Moisés y Aarón,
diciendo: Cuando hayáis entrado en la tierra de
Canán que yo voy a daros en posesión, y mandaré yo la plaga de lepra a
alguna casa de la tierra que poseeréis, el dueño de la casa ira a ponerlo en
conocimiento del sacerdote (Lev 14.33-35).
CM: Por resumir el texto bíblico,
el sacerdote mandara desocupar la casa antes de visitarla, para que no
contamine todo lo que hay en ella. Si en las paredes hallare cavidades verdosas
o rojizas la hará cerrar por siete días. Si pasado ese tiempo y permanecen las
manchas se quitaran las piedras que se arrojaran en lugar impuro y se
sustituirán por otras. Si la mancha reapareciese, es lepra corrompida, se
demolerá la casa y todo se llevara fuera de la ciudad a lugar impuro, quien
hubiera habitado en ella lavara sus vestidos (Lev 14-36-47). Si la mancha ha
desaparecido la casa se declarará pura, pues el mal se ha curado, entonces
tomara dos avecillas, madera de cedro, lana escarlata e hisopo y se iniciara el
sacrificio de forma análoga a como se hizo con el leproso curado.
Sabemos que el pueblo de Israel,
el pueblo elegido por Yavé, va camino de Canán, la tierra prometida, y durante
el largo camino, de huida de los egipcios, de travesía del desierto hasta el
destino final, Yavé somete a su pueblo a una serie de pruebas que va superando,
unas veces con resignación y otras con agrado, al mismo tiempo que va
enseñándoles la forma en que han de comportarse, toda un código de conducta
enfocado a cumplir las leyes de Yavé. Comienzan con los mandamientos
establecidos en el monte Sinaí y continua con la construcción de la casa de
Dios en donde se le ha de rendir culto, como ha de construirse, sus dimensiones
exactas, sus estructura y ornamentación, los ropajes sagrados para los
sacerdotes, la institucionalización de la casta sacerdotal, las diferentes
ritos para los sacrificios de animales, las leyes sobre la pureza y la
impureza, incluso el tratamiento con los casos de plagas de lepra.
Durante el largo recorrido, Yavé
no ha dejado de amenazar a su pueblo, a los pueblos de partida (el pueblo
egipcio, al que ha condenado con diez plagas, que de ser ciertas hubieran
supuesto uno de los mayores crímenes de la humanidad) y a los pueblos de
destino.
Dice Yavé que cuando lleguen a
Canán mandará la plaga de lepra a alguna casa, ¿con que propósito? Hemos de
suponer que para mostrar su poder, su poder de destrucción y de crueldad.
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