NT: Ordena Yavé construir un
altar para quemar en él incienso. Será de madera de acacia revestido todo él de
oro, incluida las patas, de las que colgaran sendas anillas de oro. Arón hará
sobre él expiación una vez al año con la sangre de la victima expiatoria y se
continuara de generación en generación (Ex. 30.1-10).
CM: Esta nuevo altar es exclusivo
para quemar incienso y expiar los pecados con la sangre de la victima, rito que
queda instituido para las generaciones venideras de judíos, dando a entender
que las costumbres no cambian. Es obsesiva la pretensión de Yavé de recubrirlo
todo de oro, pareciese que la material y lo espiritual deban ir unidos, al
menos cuando se le honra. La Iglesia Católica ya se ha encargado de convertir
lo espiritual en un magnifico negocio.
NT: Dijo Yavé: Cuando enumeres a
los hijos de Israel, cada uno deberá entregar para el tabernáculo medio siclo
como rescate por su vida (Ex. 30.11-16).
CM: Es decir, que formar parte
del censo suponía una exposición a la muerte y con esta entrega el israelita
quedaba exonerado de peligro alguno. Queda instaurado el primer impuesto
religioso para contribuir al culto, debiendo hacerse por igual para todos,
ricos y pobres, quizás para destacar la igualdad de los seres humanos antes
Dios, aunque éste, pudiendo hacer, porque es todopoderoso, que la desigualdad
no sea tan grande en la Tierra la permite, siendo indiferente a ella.
El siclo es una unidad de medida
de peso que en este caso debía corresponder, el medio siclo, con una moneda de
plata de aproximadamente 5 gramos .
Como todo lo establecido en la Biblia es para perpetuarse, se debe entender que
esta medida ha de variar en cuantía conforme pasan los años, por aquello de la
devaluación de la moneda y de mayor gasto en los ritos religiosos. Pero,
mientras el valor de las cosas aumenta con el tiempo, la miseria es ajena al
paso del tiempo.
NT: Yavé encarga a Moisés hacer
un pilón de bronce para las abluciones, en donde Arón y sus hijos se lavaran pies
y manos antes de entrar en el tabernáculo, para que no mueran (Ex. 30.17-21).
CM: De nuevo la eterna amenaza de
la muerte, subsanada con la ablución de pies y manos, antes del culto. Esta vez
no manda recubrirlo de oro, naturalmente no es un elemento para el sacrificio
ni para la adoración sino la antesala al tabernáculo y destinado a los
sacerdotes.
NT: Aún Yavé ha de decirle a
Moisés como ha de preparar el óleo y la tiamama para la unción, que no se ha de
derramar sobre cuerpo de hombre alguno, sino que será exclusivamente para Yavé
(Ex. 30.22-38)
CM: Yavé establece las medidas
que ha de usar para fabricar el aceite con el que le ungirán y se las comunica
a Moisés, intermediario de por vida entre Yavé y sus fieles: quinientos siclos
de mirra de primera, doscientos cincuenta siclos de cinamomo aromático y otro
tanto de caña aromática, quinientos de casia, un hin de aceite de oliva. Con
esta mezcla rociara el tabernáculo, el arca, la mesa y todos los utensilios.
También hará una mezcla con
estacte, uña aromática, gálbano e incienso purísimo, a partes iguales y hará
con ello una timiama, conforme al arte de la perfumería, salado, puro y santo.
Una vez pulverizado lo pondrá en el tabernáculo.
Yavé muestra, por tanto, sus
excelentes dotes de perfumero, conocedor de todas las sustancias posibles para
hacer la mezcla mas aromática posible, no en balde es el creador de todas las
cosas y conocedor de sus propiedades. Pero es importante que tengan en cuenta
que estas mezclas solo tienen como destino los ritos en su honor y nunca
deberán utilizarse para otro fin, porque quien lo hiciere será borrado de en
medio de mi pueblo (Ex. 30.33 y 30.38). De nuevo la amenaza de muerte ante el
incumplimiento de un mandato divino, que debe perpetuarse en el tiempo.
NT: En estos versículos se
desvela el artífice de las obras que Yavé ha encargado hacer, se trata de
Besalel, de la tribu de Judá, manufacturero, labrador de metales y piedras
preciosas y Odolías, de la tribu de Dan, su socio (Ex. 31.1-6). Yavé estable el
sábado como día santo y el que lo profane será castigado con la muerte (Ex.
31.13-14).
CM: así pues, Yavé disponía de un
autentico artista para llevar a cabo tanta orfebrería, aunque no tengamos
noticias fuera de la Biblia de su existencia, debiera haber pasado a la
historia del arte como uno de los primeros genios en la materia. Sin embargo,
de momento no conocemos nada de quienes fueron los arquitectos o perfumeros,
pero si destaca Yavé que puso la sabiduría en el corazón de todos los hombres
hábiles para que ejecutaran cuanto había ordenado.
Es una lastima que no haya
continuado poniendo sabiduría en el corazón de los hombres después de tantas
milenios de calamidades en la historia de los seres humanos, pero parece, a
tenor de lo que refleja la Biblia, que todo lo que hace Dios es para agradar a
si mismo.
Pues bien, se establece el sábado
como día festivo y se trabajara los restantes seis días de la semana. El sábado
queda, pues, destinado a servir a Dios, como también hiciera él después de
crear el mundo en seis días, dejando el séptimo para descansar, cosa realmente
extraña, porque es inimaginable concebir cansancio en quien es todopoderoso e
incansable, si tal cansancio fuera posible concebiríamos a un Dios fatigado,
perezoso e incluso, porque no, depresivo, sobre todo después de contemplar los
múltiples errores en su obra, llegar a la conclusión de que queriendo hacer una
obra perfecta, hizo algo indigno de él, no hay más que contemplar a la máxima
criatura de la creación, el hombre, una mezcla de bondad y maldad, de
contradicciones irresolubles, e incluso capaz de negar a su propio creador.
Así pues el sábado es el día de
descanso, para los judíos, para los cristianos será el domingo. Y ¡cuantos
muertos podríamos contar si realmente se cumpliera la sentencia anticipada de
Dios, de condenar a muerte a todos aquellos que incumplan con el mandato de no
trabajar en el día dedicado al señor! Claro que si ello hubiera de cumplirse,
el día santo no habría vuelos, ni viajes en ferrocarril, ni funcionarían las fabricas,
ni habría servicios de mantenimiento, ni se establecería en la sociedad el
debate de si abrir o no los comercios en día tan señalado, pero ¿Cómo iba Dios
a pensar que las cosas fueran a evolucionar de tal manera? quizás Dios no
prevería que el mundo que él creo iba a cambiar de forma tan extraordinaria, o
quizás el hombre, su figura máxima, desoyéndole se ha dedicado a investigar por
su cuenta y a hacer que la sociedad evolucione y que no sea necesario hacerle
sacrificios, ni temer a sus amenazas de muerte por cualquier incumplimiento por
grave que éste sea.
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