NT: Cuando el faraón se percata
que ha dejado salir al pueblo de Israel, privándose con ello de sus servicios,
tomo seiscientos carros y poniéndose a la cabeza emprendió su persecución,
hasta llegar al lugar en que estaban acampados (Ex. 14.5-9). Fue entonces
cuando viendo a este ejercito preguntan a Moisés “¿es que no hay sepulcros en
Egipto, que nos has traído al desierto a morir? ¿Qué es lo que nos has hecho
con sacarnos de Egipto? ¿no te decíamos nosotros en Egipto: Deja que sirvamos a
los egipcios, que mejor nos es servir a los egipcios que morir en el desierto?
(Ex. 14.11-12).
CM: El faraón cae en la cuenta de
que la marcha de unos seiscientos mil israelitas puede suponer un agravamiento
para la economía egipcia, así que como, a tenor de los textos bíblicos, es un
incumplidor y siempre se olvida del mal que le puede hacer Yavé, decide parar
esta marcha y se pone al frente de un ejercito de carros de combate.
Cuando los israelitas ven llegar
a este ejercito, se revuelven contra Moisés, no entienden nada de esta
diáspora, con lo que supone un exilio, organizar todos las pertenencias,
agrupar el ganado y partir hacia un lugar en donde serán considerados como
extraños. Imaginemos casi un millón de personas, incluidos niños y niñas, y
todo el ganado llegando a una tierra ya habitada por otros pueblos ¿Cómo podían
ser recibidos? y para colmo Yavé se empeña, en vez de tomar el camino más
corto, en dar un paseo por el desierto hasta llegar al mar rojo. Se
preguntarían ¿Y ahora como vamos a atravesar este río del que no se ve la otra
orilla? Pero por si esto no fuera suficiente, allí llegaban el mismísimo faraón
con su tropa dispuesto a acabar con ellos o mejor para hacerles regresar, ya
decía el faraón que no se debía prescindir del servicio que los israelitas
prestaban al pueblo egipcio.
Pero este servicio no podía ser
exclusivamente el derivado de la esclavitud, porque disponían de tierras que
labrar, de ganado y habitaban en la zona más fértil de Egipto, porque así lo
había querido un ascendente del faraón actual como premio por los buenos
servicios de José, hijo de Jacob y primer ministro de aquel faraón. así que es
probable que no vivieran tan mal el pueblo de Israel en Egipto, “estábamos
mejor sirviendo al faraón que dado vueltas por el desierto para llegar a la
tierra prometida”, pero Yavé lo había elegido como su pueblo y había decidido
liberarle del yugo egipcio, sin que nadie se lo pidiera. Y lo había elegido
para lo bueno y lo malo y entre esto ultimo estaba adorar a Yavé, rendirle
sacrificios y estar sujeto a sus actos de soberbia. Así que si Yavé, ordena
hacer una caminata absurda para Mostar su inmenso poder, pues hagase y no se
rechiste.
Quizás de todos estos escritos lo
que se deriva es un interés por preservar al ser humano de su capacidad de
razonamiento, de su espíritu critico, de su libertad de pensar libremente y de
someterlo, por el contrario, al dominio del líder civil y religioso, si puede
ser ambas cosas mucho mejor, porque entonces la autoridad le vendrá mas
directamente conferida por Dios y el sometimiento del pueblo estará mas que
justificado. Moisés representa aquí el líder civil y religioso, que ayudado por
su primer ministro y hermano Arón, dirige a su pueblo, lo de menos es adonde
sino como sigue al líder, como es sometido a sus dictámenes. A lo largo de la
historia de los pueblos, lo civil y lo religioso han ido de la mano, cuando no
han formado parte de un mismo cuerpo, desde las primeras ciudades estados hasta
las monarquías nacionales defensoras del control y dominio de las conciencias
ciudadanas para beneficio propio. En el mundo musulmán son frecuentes los
estados confesionales en los que el liderazgo civil y el religioso están en la
misma persona o no existe una separación, ni siquiera minima, entre poder civil
y poder religioso.
En esta segunda década ya del
siglo XXI el poder religioso goza de una presencia destacada en la política, en
los mismos EEUU de Norteamérica es frecuente hacer uso de principios religiosos
en campañas electorales, especialmente por los republicanos. En España la
Iglesia Católica goza de beneficios extraordinarios en forma de aportaciones
económicas del Estado y privilegios en materias educativa. En Grecia la toma de
posesión de los gobiernos se hace bajo la presencia de los sacerdotes de la
Iglesia Ortodoxa. Y así la religión nunca ha dejado de intervenir en los
asuntos de Estado, es connatural a su propia naturaleza, de poder.
NT: Yavé manda a Moisés que ponga
al pueblo en marcha y que alce su cayado y extienda el brazo sobre el mar y lo
divida para que los hijos de Israel pasen por en medio, en seco (Ex. 14.15-16).
El ángel de Dios, que marchaba delante de las huestes de Israel (la columna de
nubes), se puso detrás entre estas y los egipcios (Ex. 14.19-20).
CM: Al parecer Moisés no tenia ni
idea de cómo salir de la situación, el desierto por detrás, el mar Rojo
enfrente y los egipcios aproximándose. La situación no puede ser más
descorazonadora, pero Moisés confiaba en Dios, sabia que este le salvaría, que
realizaría algún prodigio, por irracional que fuese.
Como siempre el encargado de
hacer el prodigio era él mismo y su cayado mágico. Esta vez iba a conseguir que
el mar Rojo se abriese, que emergiese un camino de tierra entre ambas costas,
esto debía ser impresionante, ya lo vimos en la película “Los diez
Mandamientos”, nadie como Hollywood para facilitarnos el impresionante
espectáculo de la separación de las aguas por decisión de Charles Heston, en su
papel de Moisés.
Es un prodigio muy superior a
todos los anteriores, que caigan rayos y centellas, que se oscurezca la tierra,
que se produzca una invasión de mosquitos, de langostas o de tábanos, que las
ranas suban a la tierra, que mueran los primogénitos de Egipto e incluso que
las aguas se tiñan de rojo, todo esto podemos considerarlo fruto de la
exageración de los escritores bíblicos, con objeto de agradar a los ojos de
Dios; siempre hubo batallas en las que se derrama sangre, plagas de insectos,
enfermedades contagiosas en personas y animales, volcanes en erupción que
expulsan cenizas y contaminan el aire y oscurecen el día, pero separar las
aguas de un mar, estrecho pero mar, aunque hubiese sido un río como el Nilo, ya
hubiera sido demasiado. No hay acontecimiento natural que llevado a un grado
extremo de exageración pueda dar pie a la separación de las aguas, salvo en
términos geológicos, sabemos que zonas cubiertas hoy por las aguas fueron
tierra firme en otras épocas geológicas y que la península del Sinaí estuvo
antes unida al continente africano, pero de esto hace millones de años y Moisés
fue longevo pero no tanto.
Aunque no hay naturalmente
evidencias de este prodigio y siguiendo con el relato bíblico, Yavé dispuso que
el ángel de Dios, o sea uno de sus acólitos se pusiese entre las huestes de
Israel y las de Egipto, para cubrir la retirada. Esta ángel de Dios en realidad
es una nube, aquella que durante el día orientaba al pueblo de Israel en su
egida, mientras que de noche los guiaba en forma de columna de fuego, suponemos
que se trataba de otro ángel, o quizás el mismo representando dos diferentes
roles.
Veremos más adelante como pasan
seiscientas mil personas, con sus hijos y sus ganados, por esta franja de tierra en medio de unas
aguas encabritadas y perseguidos por los egipcios. Pues como Dios quiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario