miércoles, 10 de julio de 2013

EXODO: Cruzando el mar Rojo

NT: Llegado el momento hizo soplar Yavé sobre el mar toda la noche un fortísimo viento solano, que lo seco y se dividieron las aguas. Los hijos de Israel, entraron en medio flanqueados por murallas de agua a ambos lados y seguidos por los egipcios en sus carros, a caballos y a pie. Hizo Yavé que las ruedas de los carros se enredasen entre si impidiendo el avance. Entonces dice Yavé a Moisés que extienda su mano sobre el mar y las aguas se reunirán sobre los egipcios hasta recobrar su estado ordinario (Ex. 14.21-27). Las aguas, al reunirse, cubrieron carros, caballeros y todo el ejército del faraón, que habían entrado en el mar en seguimiento de Israel y no escapo uno solo, cuyos cadáveres vio Israel en las playas (Ex. 14.28-30). Israel creyó en Yavé y en Moisés, su siervo (Ex. 14.31).

CM: Todo es comprensible si los acontecimientos transcurren bajo los designios de Dios, de otra forma no seria posible encajar el rompecabezas. Los egipcios llegan y en vez de actuar de inmediato dejan que se haga la noche para actuar al día siguiente, mientras tanto descansan a unos metros de los israelitas, sin pensar en que Yavé les tenga preparada alguna de las suyas. No están suficientemente escarmentados. La noche se la pasa Yavé soplando en silencio para que las aguas vayan separándose, sin ruido, con objeto de no despertar a los egipcios y se les frustre la huida. Una vez que las aguas están separadas, sorprendente imagen de las dos murallas de agua a derecha e izquierda contendiendo su caudal a la espera de una orden de Moisés, para volver a su estado ordinario, los israelitas cruzan con sus niños en brazo, sus gallinas, corderos, vacas, asnos y resto de animales de carga. Bien esta que los israelitas, tan creyentes en Moisés se metieran en aquel cañón temporal, al fin y al cabo por detrás tenían a los egipcios, de quienes huían y al frente la esperanza, la tierra prometida, aunque tampoco hay muestras de que fuera tan deseada.

Pero, los egipcios, que solo creían en el faraón y en sus dioses locales, ¿cómo no se sorprendieron al ver el mar abierto? ¿cómo llegaron a precipitarse tras los israelitas, sin temer a morir entre las aguas? ¿es que no imaginaban que las aguas se abrían exclusivamente para los israelitas y no para ellos? 

No es posible entender, como el faraón, Amenhotet II (si fue realmente éste el faraón que gobernaba en Egipto en esos tiempos), o cualquiera otro que fuese, dirigente de uno de los primeros pueblos que dieron a la humanidad muestras de conocimientos en ámbitos tan diversos como la escritura, la organización social, el arte y las matemáticas, un  pueblo acostumbrado a las guerras con sus vecinos, de las que salían vencedores, no consiguió vencer a un pueblo que vivía en su propio territorio y no poseía un ejercito formado, ni siquiera armas, y que además huía cargado con niños y animales.

Y a tenor de lo escrito murieron todos los egipcios, se entiende que los que se adentraron en el mar terreno, puesto que debemos suponer que el faraón no murió, así que debió quedar en la orilla con sus generales. Como siempre es la tropa la que se lleva la peor parte.

Son objeciones absurdas puesto que no es posible analizar con lógica aquello que no lo tiene, se trata de una historia inverosímil, que despojada de todas sus componentes mágicas tiene los mínimos visos de realidad, comenzando por la propia existencia de Moisés.

Lo importante es que Yavé mostró su poder al pueblo egipcio y que los israelitas le temieron y creyeron en él y en Moisés, su siervo. Esta es pues la enseñanza de la Biblia, temor, el miedo en el cuerpo y sometimiento a él y a su representante en la tierra, Moisés, representante del poder civil y religioso. Y así es por los siglos de los siglos, un temor absoluto al Dios absoluto, ejecutor del bien y del mal, conocedor de nuestros actos, vigilante y opresor. Solo queda articular todo un entramado alrededor de este temor y de establecer una jerarquía de representación de este Dios en la tierra con atribuciones para ejecutar los designios divinos, aliada con el poder civil, cuyos representantes son igualmente hijos de Dios y sometidos a al autoridad religiosa.

Quienes defienden la ortodoxia religiosa, algo que esta próximo al fanatismo religioso, que a su vez esta próximo a las guerras en defensa de la idea religiosa, son contrarios al avance de las civilizaciones y si esto ha ocurrido en tiempos más recientes, cuando la Iglesia Católica negaba la deslocalización de la Tierra en el sistema solar, bien pudiera ser los escritos bíblicos fruto del rechazo de sus autores a los avances de la civilización egipcia, como lo fue a la construcción de torres de altura (Babel) o al conocimiento inicial del primer hombre al querer conocer el saber de la manzana prohibida. En suma, las enseñanzas de las religiones nos mueven a aceptar sin mas ideas y creencias, con independencia de los tiempos, sin contemplar los avances experimentados por el ser humano en su larga trayectoria, en los que las religiones no han sido sino obstáculos al avance científico y al desarrollo del pensamiento critico, bajo la amenaza de supuestos castigos eternos tras la muerte y promesas del mas allá.

NT: Cruzado el mar rojo, marcharon durante tres días sin hallar agua potable hasta llegar a Mara, en donde Yavé hizo el agua potable y les dijo: Si escuchas a Yavé, tu Dios, si obras lo que es recto a sus ojos, si das oído a sus mandatos y guardas todas sus leyes, no traeré sobre ti ninguna de las plagas con que he afligido a Egipto (Ex. 15.22-26). Y llegaron a Elim, donde había fuentes y setenta palmeras y acamparon allí junto a las aguas (Ex.15.27).

CM: O sea, que el pueblo de Israel tampoco las tiene todas consigo, también es objeto de la amenaza de su protector, si no le obedece le podrá castigar con plagas como las de Egipto.

Dirianse los israelitas: conociéndole tal como le conocemos, más nos vale no llevarle la contraria. Obras lo que es recto a sus ojos, les dice (Yavé tiene la costumbre de dirigirse a su pueblo como si se tratara de una persona y a hablar de si mismo en tercera persona, así cuando dice “si obras lo que es recto a sus ojos” se refiere a si mismo), no lo que es recto a la conciencia personal de cada uno.

Hay que hacer lo que es recto según Yavé y ¿que es recto para él? Acostumbrados como nos tiene a sus actuaciones nada racionales y caprichosas en exceso, ¿cómo adivinar su pensamiento? Lo que si sabemos de él es que es muy aficionado a acumular desgracias sobre sus supuestos enemigos y castiga a los suyos cuando no actúan según sus criterios y de tomarse la justicia por su mano. Si es esto lo que deben hacer los israelitas en su destino, no parece que sea un ejemplo de misericordia.


Veremos mas adelante cuales son estos preceptos y leyes que se han de guardar bajo el temor, ante la permanente amenaza del castigo en las formas mas crueles que pueda imaginarse.

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