miércoles, 27 de enero de 2016

La soberbia de las religiones

  Las religiones se caracterizan por la defensa de unas creencias que consideran ciertas y universales, de tal suerte que no permiten la discrepancia ni mucho menos la controversia. No conciben la negación de la existencia de Dios, ni siquiera la duda sobre su existencia y muchos menos que se ejerza un posible proselitismo en favor de la descreencia. El ateo solo se explica como el fruto de una mente enferma, de un estado anímico pasajero o de una educación equivocada. La transcendencia que las religiones dan al ser humano se fundamenta en la creación del mismo por ese Dios hacedor de todas las cosas y determinante de la vida de las personas. Quienes se alejan de Dios se rebelan contra su creador y cometen un “pecado” capital que les lleva a la condena eterna de su alma inmortal tras la muerte corporal.

Las posiciones contrarias a la creencia en la divinidad han sido combatidas en tiempos pasados con la persecución, el destierro, la tortura y la muerte. La lucha contra el infiel se convirtió en razón de Estado, la convergencia de intereses entre el poder civil y el religioso dio origen a la alianza más profunda y continuada en el tiempo jamás conocida. De esta forma, la crueldad contra el hereje, es decir contra quien discrepa del dogma establecido, quedaba avalada y suficientemente justificada.

Por diferencias que no vienen al caso el cristianismo se enfrento a si mismo hasta escindirse (protestantismo, siglo XVI) pero ambos sectores continuaron con su absolutismo religioso. Las nuevas corrientes de pensamiento derivadas de la filosofía (Ilustración, siglos XVII-XVIII) y del desarrollo científico posterior, cuestionando los principios religiosos, posibilitaron la ruptura de aquella férrea alianza civil-religiosa y provoco, consiguientemente, un debilitamiento del poder que hasta entonces había tenido la cristiandad en la sociedad.

Desde entonces, los múltiples intentos para reconstruir la alianza rota solo consiguieron pactos puntuales o duraderos con los poderes civiles en aquellos lugares donde las nuevas corrientes de pensamiento no calaron suficientemente en la población, (véanse en las hemerotecas y videotecas los juramentos de Jefes de Estado, presidentes de gobierno y ministros ante un ejemplar de la Biblia y un crucifijo, los besamanos de las autoridades civiles ante las eclesiásticas o las rogativas a los seres celestiales para que concedan una mejoría a la deteriorada situación económica por parte de algunos inverosímiles gobernantes; hechos que ocurren en los tiempos presentes en algunos países como España). 

El cristianismo dispone todavía del temor a la vida mas allá de la muerte como arma de apoderamiento de las conciencias de quienes aun creen en esta falacia mientras ha perdido la iniciativa en el control de la sociedad, aunque, para desgracia de la humanidad, la otra religión monoteísta, la tradicionalmente rival y enemiga, el Islam, ha tomado, al menos una corriente de ella, el relevo en la lucha contra el infiel. Es el mal implícito que las religiones monoteístas llevan en su seno.

Pero dejando a un lado el Islam, el cristianismo, consciente de la perdida del poder de antaño, se mueve a la defensiva. Ya no persigue al descreído o al que reniega de la ortodoxia religiosa, sin embargo no lo hace por voluntad propia sino porque los ciudadanos no lo consentimos y las leyes civiles lo prohíben. Ahora se defiende contra la secularización de la sociedad, hecho que considera como una enfermedad social, contra el laicismo al que califica de beligerante, contra la supuesta perdida de valores que nos lleva a una crisis social, contra una educación laica en términos de derechos y valores ciudadanos, contra el derecho de las mujeres, a las que acusa de asesinas por interrumpir un embarazo no deseado o perjudicial para su salud, contra la perdida de privilegios de antaño –incluidos los económicos-, contra la indiferencia religiosa y el agnosticismo que invade Occidente, lo que supone, según la jerarquía eclesiástica, una amenaza para la trascendencia y plenitud del hombre, y contra la homosexualidad, considerada como  una aberración –ignora, sin embargo, lo que si es una aberración: la pederastia, practicada en su seno-. Solo le queda pues descalificar y combatir, con los escasos instrumentos de que dispone, cualquier movimiento que se sitúe en una corriente de pensamiento discrepante con ellos y a quienes siendo religiosos se han alejado de sus creencias o tienen actitudes o comportamientos diferentes a los considerados acordes con su caduca ortodoxia religiosa.

Cambiaron los tiempos, ante las religiones ya no cabe la sumisión, la humillación ni el servilismo. Deberían las religiones aceptar la discrepancia, permitir que sus creencias se pongan en cuestión, someterse al juicio de la razón, enfrentarse a los nuevos conocimientos adquiridos por la humanidad en los últimos siglos y averiguar la “verdad” de la que tanto hablan. Quizás lleguemos a la conclusión de que las religiones no son necesarias y que, muy al contrario, son perjudiciales y, por consiguiente,  deberían desaparecer.


Por el bien de la humanidad.

jueves, 14 de enero de 2016

DEUTERONOMIO: Nada de misericordia

NT (texto bíblico): Entonces pedí (Moisés) a Yavé misericordia, diciendo: Señor, tu has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza y tu potente brazo; pues ¿que Dios hay, en los cielos ni en la tierra, que pueda hacer las obras que tu haces y tan poderosas hazañas? Déjame atravesar, para que pueda ver la excelente tierra del lado de allá del Jordán, esas hermosas montañas y el Líbano. Pero Yavé, como fuera de sí por causa vuestra, no me escucho, antes bien dijo: Basta, no vuelvas a hablarme de eso, no has de pasar el Jordán. Manda a Josué, infúndale valor y fortaleza, pues él es quien lo pasará a la cabeza de éste pueblo y lo pondrá en posesión de la tierra que tú no puedes más que ver (DEU.3.23-29).  

CM (comentarios): El pobre de Moisés aún cree que Yavé es misericordioso y acude a él suplicándole, pero Yavé, por el contrario, es despiadado, molestándole incluso que contraríe su voluntad, “basta”, no quiero volver a oír nada sobre el asunto, estaba fuera de sí, harto de aguantar las dudas e incomprensiones de su pueblo, postura, por cierto, impropia de un dios tan poderoso; así pues tan solo le recomienda que mire a la lejanía e imagine la tierra que nunca llegará a conocer. Moisés, tras dedicar toda su vida a su dios, solo desea pisar la tierra prometida, pero con más de cien años es demasiado viejo y Yavé tiene reservado para él la muerte próxima.
Moisés, en su petición, ensalza la grandeza de Yavé entendiendo que no hay otro dios más grande que él, capaz de hacer las obras que el hace, presuponiendo con ello, quizás, de la existencia de otros dioses no tan poderosos como Yavé, lo que supone una contradicción flagrante de los autores bíblicos que tantas veces nos hable de Yavé como el único dios. De existir otros dioses, aunque fueran menores, como en las civilizaciones griega y romana, el ambiente hubiera sido más divertido o, al menos, menos cruel. 

NT: Israel, guarda las leyes y mandamientos que yo te inculco. No añadáis nada, ni nada quitéis. A cuantos se fueron tras Baal lo extermino Yavé, por el contrario los que fuisteis fieles, estáis todavía todos. Yo os he enseñado lo que él me ha enseñado a mí, para que lo pongáis por obra en la tierra en que vais a entrar para poseerla. En ello está vuestra sabiduría a los ojos de los pueblos… (DEU. 4.1-24).

CM: Tras estas recomendaciones, Moisés evoca los recuerdos en el Sinaí, cuando Yavé les hablo en medio del fuego, la entrega de las tablas en piedra con la inscripción de los diez mandamientos, la alianza con el pueblo de Israel, la prohibición de adorar figuras y el juramento de Yavé de que Moisés no cruzaría el Jordán.
Moisés ha inculcado en su pueblo las normas de conducta que deben regir su vida, las cuales deben transmitirse de padres a hijos y también a los territorios conquistados, cosa harto difícil por cuanto que la conquista lleva implícita el exterminio de todo ser inteligente; sin embargo, las religiones que se han basado en los textos bíblicos, cristiana y musulmana, no han dejado de hacer proselitismo religioso allá donde hayan llegado, utilizando la violencia cuando los forzados escuchantes no veían con claridad el fundamento de tales enseñanzas o no estaban dispuestos a abandonar sus propias creencias y costumbres. La continuidad en la proclamación de una determinada moral choca con el devenir de la historia, con la evolución de las costumbres, de la cultura, de los descubrimientos científicos; las mentes no permanecen quietas, indiferentes a la evolución científica y técnica, ajenas a las nuevas corrientes de pensamiento derivadas de dicha evolución; por consiguiente las contradicciones afloraran en quienes quieren permanecer sujetos a creencias y normas de conducta ancestrales y al mismo tiempo viven, asumen y comparten las virtudes y vicios del mundo moderno (lo que psicología viene a llamarse disonancia cognitiva).

NT: Si corrompiéndoos os hacéis ídolos de cualquier clase, de cierto desapareceréis de la tierra que vais a posesionaros, seréis enteramente destruidos. Serviréis a sus dioses, obras de las manos de los hombres, de madera y de piedra, allí buscareis a Yavé… (DEU. 4.25-43).


CM: Serán desterrados quienes adoren ídolos de madera o piedra. A pesar de esta mandato divino, la primera religión en cuanto al numero de fieles, la cristiana y sus múltiples sectas, no hacen otra cosa que adorar figuras de cualquier material, en dos o en tres dimensiones. La figura de Jesús ha dado origen a toda una imaginería que es objeto de veneración en todas las ciudades y pueblos de creencias cristianas, numerosos ritos han sido creados para adorar a imágenes realizadas en escayola, madera, piedra o pintada sobre tabla, lienzo o mural. No solo la figura de Jesús es objeto de representación, sino la de su madre y virgen (que nadie se alarme) de la que hay un inconmensurable numero de ellas, que aún siendo la misma, esta representada con nombres diferentes y adorada como propia por los pueblos en los que fueron fabricadas, compitiendo entre ellas con ardor y pasión. Sin embargo sí han aplicado la destrucción de ídolos de otras culturas a las que había que evangelizar porque no habían conocido “la verdad”. Pues ellos, siguiendo los textos bíblicos, también deberían desaparecer de la tierra. Desde luego no deseo que desaparezcan de la faz de la tierra los adoradores de imágenes, pero supondría un extraordinario bien para el ser humano la desaparición de todas las religiones. 

martes, 5 de enero de 2016

Perlas obispales



El obispo de la ciudad española de Córdoba, en su mensaje navideño -a sus feligreses supongo- califica de “aquelarre químico de laboratorio la fecundación in-vitro”. Así pues, trata de brujos y brujas a quienes participan de ello, padres, médicos, enfermeras, técnicos de laboratorios… Supongo que el citado obispo considerará una ofensa que alguien le tilde de indecente, por utilizar un termino suave, aunque él no considerará que ofende a nadie con sus palabras, pues ha de darse por supuesto que los representantes de la Iglesia Católica tienen la potestad de denigrar, de difamar, de insultar, de descalificar, de criminalizar y de condenar -al infierno, claro- a quienes discrepan de sus principios o mantienen hábitos y comportamientos contrarios a su rancia ortodoxia religiosa. Claro, que si nos remontamos al pasado esa potestad contemplaba la tortura y el asesinato como practica común contra los considerados herejes. Ya les gustaría a algunos obispos que quienes participan de la fecundación in-vitro fueran condenados a la hoguera por practicas heréticas, pero para su desgracia las leyes la consienten y la sociedad esta muy por delante de las posiciones ancestrales de la mayoría de los obispos y representantes de la citada iglesia.

Con estas expresiones, el obispo en cuestión, que por su condición sacerdotal ni esta casado ni tiene hijos, pero que osa dar lecciones de lo que no conoce, pretende que los matrimonios que no puedan tener hijos de forma natural acepten esa contrariedad como manifestación de la voluntad de Dios y no busquen vías alternativas para satisfacer su legitimo deseo, que según el citado Obispo solo puede ser fruto del “abrazo amoroso de los esposos”. ¡Que bonito! ¡Que ridículo!

Para rematar la faena, el obispo, que se llama Demetrio Fernández, afirma que el hombre “aporta la cobertura, la protección y la seguridad” y la mujer “aporta calor al hogar, acogida y ternura”, de forma que el “varón cuanto mas varón mejor para la casa” y “la mujer cuanto mas mujer y mas femenina mejor para la casa”. ¿Se puede ser más retrogrado en los tiempos actuales?  

Para este mismo obispo la homosexualidad es una plaga, un mal que habría que erradicar, una abominación –como sostiene la Biblia. En este aspecto, y otros muchos, coincide con otro execrable obispo, el de la ciudad de Alcalá de Henares José Antonio Reig Pla, retrogrado de primer grado, que acusa a los homosexuales de tener vínculos con la corrupción y la prostitución o afirma que la homosexualidad es una enfermedad que se cura mediante la oración y que el feminismo es un proceso de deconstrucción de la persona, causante de la radicalidad de las mujeres que exigen demasiado.   

Quizás los citados obispos y las diferentes iglesias sientan nostalgias de los textos bíblicos. He aquí algunos ejemplos:

San Pablo a los Corintios

I Corintios 11.3 Quiero que sepáis que la cabeza del varón es Cristo y la cabeza de la mujer el varón. El varón no debe cubrir la cabeza, pues es imagen y gloria de Dios, más la mujer es gloria del varón, pues no fue creado el varón para la mujer, sino la mujer para el hombre.

I Corintios 14.34-35. Las mujeres cállense en las asambleas. Si quieren aprender algo, que en casa pregunten a sus maridos.

San Pablo a Timoteo

I Timoteo 2-11 La mujer aprenda en silencio, con plena sumisión. No consiento que la mujer enseñe ni domine al marido, sino que se mantenga en silencio, pues el primero fue formado Adán, después Eva. Se salvará por la crianza de los hijos, si permanece en la fe, en la caridad, en la castidad y en la templanza.

Y para finalizar, el tan laudado San Agustín, de joven mujeriego, decía que las mujeres no debían de ser educadas en modo alguno.