sábado, 28 de noviembre de 2015

DEUTERONOMIO: Recordando la perversidad de Dios

NT (texto bíblico): Estas son las palabras que dirigió Moisés a todo Israel, al otro lado del Jordán. El año cuarenta, el undécimo mes, el día primero. Después de haber derrotado a Seón, rey de los amorreos. Yavé, nuestro Dios, nos hablo en Horub, diciendo: Ya habéis morado bastante tiempo en éste monte; id a las montañas de los amorreos y de todos sus otros habitantes; al Arabá, a la Montaña, a la Sefalá, al Negueb, a las costas del mar, a la tierra de los cananeos y al Líbano, hasta el río Eufrates. Yo os entrego esta tierra; id y tomad posesión de la tierra que prometí a Abraham, Isaac y Jacob (DEU. 1.1-8).

CM (comentarios): Han transcurrido mas de cuarenta años desde la salida de Egipto, los que no han muerto de viejo lo han sido de enfermedad, en accidente o directamente por la determinación de su dios Yavé. Moisés se ha convertido en el gran jefe militar de un ejército de mas de seiscientas mil personas, estructurado por familias (tribus) y preparado para la conquista de los pueblos que por voluntad propia, sin que los israelitas lo hayan pedido, ha determinado poseer Yavé para su pueblo “elegido”. Es más, ese pueblo ha renegado en múltiples ocasiones, durante la égida, de su dios y se ha lamentado de haber emprendido una travesía tan penosa por el desierto; por esta rebeldía han tenido que asumir el castigo de su dios, autoritario, intolerante, incomprensivo ante la desgracia e interesado, en demasía, en ser adorado por su pueblo.

Una parte de esos territorios ya han sido conquistados, casi siempre con la aniquilación de las poblaciones originarias por oponerse al paso de las tropas invasoras; pero se trata de recordar los orígenes de la promesa que Yavé hizo a los antepasados. Han llegado al río Jordan y aún quedan muchas muertas por ocurrir. 

NT: Entonces os hablé así:… (DEU. 1.9-46).

CM: Todo lo que se narra en estos versículos lo han sido ya en Números. Moisés habla a su pueblo en nombre de Yavé y va recordando algunos de los momentos vividos desde la salida de Egipto, el crecimiento de la población, la necesaria organización social y militar, el nombramiento de nuevos líderes por tribus, las promesas de Yavé, los recelos del pueblo de Israel, sus dudas, sus arrepentimientos forzados. Continua narrando ante los israelitas lo que ha acontecido desde la llegada a las proximidades del Jordan, el nombramiento del lugarteniente de Moisés, Josué, como su sucesor, les recuerda que solo las nuevas generaciones pisaran la tierra prometida. El  texto es claro en cuanto a dejar constancia de la inclemencia de Yavé ante aquellos que osaron rebelarse contra sus decisiones, a los que amenaza con condenar a la humillación de tener que deshacer el camino andado, recorrerlo en sentido inverso, hacia el mar Rojo, es decir, hacia una muerte segura. Todo ello relatado como hechos gloriosos y en ningún caso sucesos lamentables. La gloria del imaginario dios esta por encima del derecho de las personas a seguir viviendo. En él no cabe la tolerancia ni la permisibilidad, ni siquiera la piedad, termino tan usado por las religiones que le veneran.

NT: …Pasamos, pues, flaqueando a nuestros hermanos los hijos de Esaú, que habitan en Seir (Edom)… Levantaos,… comienza la conquista, hazle la guerra. Hoy comienzo a extender el terror y el miedo a ti entre los pueblos que hay bajo el cielo; al oír hablar de ti temblaran y sentirán espanto ante tu presencia. (DEU. 2.1-25).

CM: Relata las decisiones de Yavé en relación con los pueblos que atravesaran o sortearan en su recorrido. Evitar las montañas de Seir, en donde viven los descendientes de Esaú, que arrebataron estos territorios a los joritas, exterminándolos; no hostigar a los moabitas, por ser descendientes de Lot, que arrebataron el territorio a los emitas, y así relata como los israelitas ya eran expertos en conquistar territorios aniquilando a sus habitantes, sin la menor consideración. Y, finalmente, hace un llamamiento a la guerra (¿guerra santa?), a la conquista de territorios ajenos, a sembrar el pánico, el terror a quienes, por mandato divino, ven como asolan sus territorios y asesinan a quienes tratan de defender sus hogares. De nuevo el dios salvaje y cruel de la Biblia, el mismo dios de los judíos, de los cristianos y de los musulmanes, el dios al que habría que someter a juicio por crímenes de lesa humanidad, y con él a todos aquellos que proclamándose  como sus representantes en la Tierra asesinan en su nombre y cuya misión no es otra que mantener a la población, bajo la absurda creencia en un mundo después de la muerte, sometida a los poderosos; pues no es otra la razón de tanta parafernalia alrededor de las religiones de cualquier signo.


viernes, 13 de noviembre de 2015

NUMEROS: Nuevas fronteras y pureza de tribu

NT (texto bíblico): Yavé habla a Moisés para comunicarle como han de distribuirse la tierra cuando lleguen a Canán y nombra a los príncipes de las distintas tribus (Num. 34.1-29).

CM (comentarios): Es sorprendente que el mismo dios establezca, con todo detalle, las fronteras de los  territorios por conquistar, las ciudades que la componen y sus limites en todas las direcciones. Y además nombre a un príncipe por cada tribu que deberá distribuirse las tierras conquistadas. Moisés, una vez más, ejerce de portavoz de las decisiones de Yavé no disponiendo de autoridad para determinar con sus leales el reparto de las tierras. Un dios demasiado cercano a las tareas administrativas como para ser considerado como tal. Sigue sorprendiendo que la imaginación de unos escritores desconocidos haya calado de forma tan profunda en el pensamiento colectivo de tantas generaciones.   

 NT: Manda a los hijos de Israel que de la heredad de su posesión cedan a los levitas ciudades en las que habitar y pastos para sus ganados. Los pastos estarán en torno a las ciudades y serán de mil codos, en las afueras de dos mil codos a oriente, de dos mil codos al mediodía, de dos mil codos al occidente y de dos mil codos al norte, quedando la ciudad en medio. De las ciudades de los levitas seis serán de refugio (del homicida) de un total de cuarenta y ocho (Num. 35.1-8).

CM: De nuevo Yavé dándole instrucciones a Moisés de cómo ha de actuar. Los levitas, la casta sacerdotal y no guerrera, deben recibir en heredad parte de la conquista. Si cuarenta y ocho ciudades son para los levitas hemos de suponer que muchas mas ciudades fueron o serán conquistadas, dando idea del espíritu de conquista del pueblo de Israel, bajo la dirección directa de la divinidad.

Desde los orígenes de la creación, el creador se ha preocupado de las cosas mundanas, dando instrucciones para el culto, determinando las dimensiones exactas del tabernáculo, de la forma de los sacrificios, de la composición de los manjares, de cómo confeccionar esto y aquello, de cómo rehacer el censo de población para los ejércitos, de cómo organizarse y, ahora, de cómo distribuir las ciudades. Los tiempos actuales son otros tiempos, probablemente este dios se ha cansado de administrar las cosas de los humanos, quizás se haya dado por vencido o quizás no encuentre el portavoz adecuado, quizás lleve siglos buscando al nuevo Moisés a través del cual comunicarse con nosotros, los humanos.

NT: Las ciudades de asilo servirán para que el homicida no sea muerto antes de pasar a juicio. El homicida será muerto si mato con instrumento de hierro, piedra o madera (Num. 35.9-34).

CM: Se establece la pena de muerte para quien alevosamente asesina, pero se somete al arbitrio de los jueces cuando la muerte es provocada por azar, debiendo someterse el homicida a vivir en la ciudad de asilo. Estas disposiciones serán normas de derecho que se aplicaran por las generaciones venideras.

Una vez mas es Yavé, el dios de los israelitas, quien dicta las leyes en el ámbito civil, como corresponde a un estado teocrático. Pero no ha vuelto para adaptar su código civil al transcurrir de los tiempos, quizás pensó Yavé que la mentalidad de los pueblos no cambiaria jamás.

NT: Si ellas se casan con uno de otra tribu, su heredad se sustraerá de la de nuestros padres, yendo a aumentar la heredad de la tribu a que ellos pertenezcan y disminuirá la que nos haya tocado en suerte. Moisés les responde, según mandato de Yavé, que la heredad no pasara de una tribu a otra porque toda mujer deberá tomar marido de su misma tribu (Num- 36.1-13).

CM: Con esta legislación en materia de matrimonios termina el libro Numeros, estableciéndose la obligatoriedad de casarse dentro de la misma tribu con objeto de no alterar los repartos de tierras y bienes distribuidos por Yavé en función del tamaño de cada tribu. De esta forma queda consolidado el matrimonio entre parientes, siendo así como lo ha mandado su dios.


                                                                                                           FIN DE NUMEROS

lunes, 2 de noviembre de 2015

A propósito de Regresión


No todo el mundo siente las mismas emociones, ni percibe las mismas sensaciones ante la visión de una película, ocurre así en todo aquello que percibimos, ¡el cerebro es tan particular! Viene a propósito de la última película, Regresión, de Alejandro Amenábar. Con independencia de la calidad de la misma, de su trama argumental, de un guión mejor o peor elaborado, lo cierto es que plantea un asunto que tiene que ver con los recovecos de la mente y con la histeria colectiva. Las creencias en seres inanimados, léanse dioses, espíritus, fantasmas o demonios, cuando aquellas son firmes y están arraigadas en base a una educación encorsetada en los supuestas verdades derivadas de tales creencias, puede llevar a quienes en ellas creen a pensar que los fenómenos naturales, las vicisitudes de la vida e incluso las propias vivencias ocurren por la voluntad de dichos seres, a los que consideran artífices de su propio “destino”.

En los tiempos pasados, cuando los conocimientos sobre los fenómenos naturales eran escasos o nulos no cabía sino atribuirles a los dioses cuanto ocurría en torno a los humanos, siempre bajo la orientación interesada de los brujos, chamanes y sacerdotes, intermediadores entre lo divino y lo humano, lo espiritual y lo material. Catástrofes naturales, desgracias colectivas (epidemias, sequías, inundaciones,…) o personales (enfermedades, muertes prematuras,…) fueron atribuidas a la voluntad de los dioses como castigo ante la perversión humana. Dioses castigadores y benefactores al mismo tiempo, voluntad incuestionable para bien o para mal, resignación, sacrificio, esperanza, valores supremos de las religiones. Cuando no, es el diablo quien esta presente, el eje del mal.  

En los tiempos modernos, a pesar de los conocimientos adquiridos sobre el origen de las cosas, persiste el determinismo religioso, cuya presencia solo es concebible, quizás, por dos razones: la ignorancia o las debilidades de la mente. Las fantasías de la mente interpretadas como hechos ocurridos realmente, cuando estos son atribuidos a esos seres intangibles, irreales, y son creídas, extendidas, ampliadas y manipuladas por quienes creen en ellas o las utilizan para el ejercicio dominante de las mentes de los demás, pueden llegar a generar problemas de histeria colectiva y conducir a situaciones extremas. Por desgracia, aún en los tiempos presentes, hay infinidad de personas que confían en los nuevos adivinos, brujos, chamanes, echadores de cartas, astrólogos y demás profesionales del engaño, o de lideres sectarios, predicadores evangélicos y personajes mesiánicos, vendedores de felicidad, incluidos los “mas dignos representantes de la religiosidad oficial” y que siguen sus recomendaciones, poniendo sus vidas en sus manos y tomando las decisiones emanadas, no de su propia voluntad, sino de la de aquellos a quienes consideran sus lideres espirituales.

Quienes no han desarrollado un pensamiento critico, de ahí la importancia de una educación basada en la libertad de conciencia y no en el adoctrinamiento religioso, son mas fácilmente manipulables por sectas de diversas índoles, incluso demoníacas, que dirigidas por esos hábiles y persuasivos predicadores, auténticos embusteros, mensajeros de la locura, pérfidos visionarios, lideres poseedores de un magnetismo cautivador, pretenden dar a sus seguidores aquello que creen necesitar, hasta convertirlos en seres alienados, que en ocasiones dan todo lo que tienen, por poco que esto sea, para someterse a sus designios en la creencia de que la pertenencia a un grupo espiritual le hace mas seguros y mas felices.

Cuando aquellos que creen en seres inanimados se entregan ciegamente a los nuevos misioneros del destino y confunden la realidad con la fantasía, se convierten en el caldo de cultivo para la explosión de la histeria colectiva. De la misma forma que quienes consumen droga hasta la adicción deben someterse a un tratamiento de desintoxicación, aquellos que han recreado en su cerebro seres imaginarios debieran, igualmente, someterse a un proceso de racionalización de sus procesos mentales para erradicar el mal de su cerebro, sin exorcismos ni regresiones.