De nuevo ataca la Conferencia
Episcopal Española por medio de su Secretario General José María Gil Tamayo. Da
en llamar Inquisición Laica a un supuesto movimiento laicista que pretende
vincular el hecho religioso a la violencia y el fundamentalismo religioso.
Ha debido tratarse de un escape lingüístico
o una traición del subconsciente la alusión a la Inquisición, una organización
instaurado por la Iglesia para perseguir, torturar y asesinar a cuantos no se
sometieran a su infame y repugnante ortodoxia. Bajo aquella organización se
cometieron, durante centenares de años, las mayores atrocidades que puedan llevarse
a cabo contra el cuerpo y la mente humana y contra los bienes incautados a las
victimas de tales desmanes. Hasta 1834 no fue abolida definitivamente en
España. La Iglesia nunca fue sometida a juicio por los crímenes cometidos
contra la humanidad. Como se atreve pues a mencionar tal termino sin
avergonzarse mínimamente de ello. Ningún movimiento laico o ateo ejercerá nunca
el grado de violencia desarrollado por la religión cristiana, ni por ninguna
otra, entre otras razones porque la violencia esta excluida del modo de operar
de esos movimientos.
Sr. Gil Tamayo, por mucho que a
usted le duela Dios no existe, lo digo con la misma contundencia con la que
usted puede afirmar lo contrario, y consiguientemente todo el tinglado montado
a su alrededor es falso. ¿Se da cuenta de lo que ello significa si estoy en lo
cierto? Dos mil años de mentiras, de millones de vidas condenadas a la miseria
intelectual por unas falsas creencias. Bastante hacemos los ateos con respetar sus creencias y sus ritos cuando
ustedes no han respetado nuestra descreencia,
entérese de que reivindicamos el derecho a la vida de tantos como
murieron por no seguirles, que nos oponemos a que intenten influir con sus
mentiras en la acción política, a que, y esto es lo más grave de todo, intenten
condicionar las mentes de los niños y niñas desde su nacimiento, en primer
lugar con el llamado bautismo, mediante el cual ustedes registran a los recién
nacidos como parte de la Iglesia –bien es cierto que con el consentimiento
paterno, de cuyo derecho sería preciso entablar un debate- y posteriormente con
una educación basada en unas creencias y en unos hechos no contrastados ni
histórica ni científicamente, creando personas subordinadas al interés de
ustedes, que se atribuyen la representación en la Tierra de un dios
inexistente.
Ustedes basaron su poder en la
connivencia con el poder político, haciendo creer que la autoridad civil venia
conferida por una supuesta autoridad divina con el objetivo de garantizar el
orden instaurado, así fue incluso en la España del siglo pasado con el dictador
de Franco, y en la amenaza de un castigo postmorti que enraizaba fácilmente en
la mentalidad de una gente en un mundo carente de los conocimientos científicos
de la sociedad actual. Ustedes fomentaron el atraso cultural y científico de
los pueblos, perpetuaron la ignorancia de las personas en connivencia con el
poder político, secuestraron el conocimiento existente, evitaron su difusión,
persiguieron las nuevas ideas, se opusieron a todo desarrollo cultural que no
estuviera fundamentado en la imaginería y ornamentación religiosa, al
desarrollo científico en todos sus aspectos, desde la oposición a cualquier
visión cosmológica que pudiera poner en evidencia la falsedad de sus argumentos
hasta la prohibición de investigar sobre el cuerpo humano para tratar de curar
la enfermedad. Hicieron un suculento negocio con la venta de un lugar en el
cielo, ¿se dan cuenta? Y se atreven, sin embargo, a tachar de inquisidores a
quienes defienden una sociedad laica y pretenden situar en el ámbito de lo
privado las creencias religiosas, sean cuales sean.
Sepan que lo que ustedes
representan corresponde al pasado, por mucho que el gobierno de España se
empeñe en mantener sus privilegios y la legislación le ampare, que algunos de
sus ministros se encomienden a imágenes de madera o de escayola para sacar al país
de la crisis –allá ellos con su ignorancia- o haga alcaldes y alcaldesas
honorarias a sus santos patrones. La realidad, sin fantasmas, sin inquisidores
ni demonios al uso, es que se la sociedad es más lacia, menos creyente y no
esta dispuesta a tolerar su influencia en la sociedad civil como han hecho
hasta ahora. Y si existen movimientos laicos, que los hay, que pretenden la
perdida de los múltiples privilegios que la Iglesia tiene en España, estan en su
derecho, sin que ustedes deban sentirse amenazados, pero si así se sienten,
tanto mejor, será una prueba de que somos más convincentes que ustedes.
Nota: Sorprende además que hablen
de la amenaza de un laicismo excluyente cuando tienen un concepto de la
libertad religiosa que excluye la libertad de las opciones no religiosas. Ver http://bibliacritica.blogspot.com.es/2014/10/el-derecho-la-libertad-religiosa.html