El Obispo de Córdoba (España) ha publicado
una carta “pastoral” el pasado 17 de julio digna del mayor de los ignorantes. A
decir verdad no es el único, salvo que sean unos hipócritas, de los que la
Iglesia de Roma esta llena; no hay mas que darse una vuelta por la historia
para observar la corrupción que ha imperado en el Vaticano, y que continua en
nuestros días a pesar del supuesto esfuerzo del papa Francisco para neutralizar los contactos con
la mafia y combatir la pederastia en el seno de la Iglesia Católica (IC).
La citada pastoral esta plagada
de mentiras, entre estas cuando afirma que la Iglesia no quiere privilegios ni
pretende ser tratada mejor que nadie, cuando hay múltiples evidencias de lo
contrario, desde la consideración de fedatario publico, la exención de
impuestos, la financiación (directa e indirecta) por parte de las
administraciones publicas o la permisión de la enseñanza de su religión y
consiguiente apología de sus creencias en los niños y niñas en proceso de formación
de su mente y de su personalidad. La Iglesia presiona hasta la saciedad para
mantener sus privilegios y aumentarlos si es posible, como esta ocurriendo con
el actual gobierno del Partido Popular.
Pero ignorar esta realidad
distinta es fruto de la soberbia y de la prepotencia con la que la IC ha estado
acostumbrada a vivir a lo largo de los siglos, aliada siempre de los poderosos,
siendo ella misma poderosa, sometiendo incluso a gobiernos mediante alianzas políticas
y amenazas de excomunión. Enriqueciéndose descaradamente mediante el cobro de
impuestos al pueblo (diezmos y primicias), sobornos (indulgencias) para
alcanzar la gloria eterna, herencias y donaciones de particulares y de Estados,
condados, ducados, poseyendo ella misma señoríos, prestando dinero a interés y
quedándose con los bienes hipotecados por los prestatarios, acumulando riquezas
en forma de bienes muebles e inmuebles (terrenos, palacios, iglesias, obras de
arte,…). Hasta los tiempos actuales en los que su propio banco es el mejor instrumento
de blanqueo de capitales de las mafias y de la propia Iglesia. La IC siempre
supo mirar para otro lado.
En este mundo paralelo en el que quieren
vivir los obispos se atreve a decir que todo lo que hacen es para ejercer la
misión que Cristo le ha encomendado. No se si el tal Cristo existió o no, pero
he leído sobre él y no parece que nada de lo que esta haciendo la IC sea fruto
de sus enseñanzas.
Continúa el obispo afirmando que
la religión no es un mal, sino un bien en la vida personal y comunitaria de la
sociedad, que ha de ser respetado y promovido por la sociedad civil. Es
discutible tanto que la religión no sea un mal, cuando la mayor parte de los
crímenes y muertes que se han producido desde la consolidación del cristianismo
lo han sido como fruto de las guerras de religión, las persecuciones religiosas
y de la lucha contra la herejía. Y se echamos una mirada al presente podremos fijarnos
en el mundo islámico y sus Estados total o parcialmente teístas y muchas de las
sectas religiosas que predican libremente por los países americanos del norte y
del sur y de Europa. Así que no esta nada claro que no sea un mal, ni que sea
un bien en la vida personal y comunitaria. En lo que respecta a la vida
personal, quienes son educados en las creencias religiosas están siendo
manipulados, adoctrinados ideológicamente y su capacidad de pensar libremente
esta siendo mancillada en aras a unas ideas, que además de ser excluyentes, son
perniciosas y falsas. Y encima pretende que la sociedad civil promueva el hecho
religioso y la enseñanza de la religión, ¿pero no decía que no quieren
privilegios?
Se les llena la boca de Dios. Quizás
sea necesario un debate sobre Dios, porque es muy probable que no exista,
algunos estamos convencidos, en cuyo caso menudo fracaso de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario