NT (texto): Partieron de Sim, según las
etapas que Yavé les ordenaba y acamparon en Rafidim en donde no hallaron agua
(Ex. 17.1). Se querellaron contra Moisés a quien les reprochaban haberles
sacado de Egipto, para matarlos de sed a ellos, sus hijos y sus ganados (Ex.
17.3). Moisés clama a Yavé ¿Qué voy a ser yo con este pueblo? Poco más y me
apedrean. A lo que Yavé le dice que vaya delante con los ancianos hacia la roca
de Horeb, hiere la roca con el cayado y saldrá agua para que beba todo el
pueblo (Ex. 17.5-6).
CM (comentario): Yavé dirige a su pueblo por
la ruta que tiene concebida, sin que Moisés, Arón, los ancianos y el resto del
pueblo la conozcan. Realmente es ir como borregos, sin planificación, sin
orientación, sin rumbo aparente. De nuevo el pueblo de Israel reprocha a Moisés
haberle sacado de Egipto para pasar hambre y sed. No dice el texto bíblico
cuantos israelitas murieron en la travesía, cuantos niños, ni cuanto ganado.
Pero a tenor de lo descrito hemos de deducir que debieron de morir miles de
personas, por enfermedad, de hambre y sed, aunque Yavé siempre estuviera
presente para sacar del atolladero a los supervivientes.
Y a Moisés hemos de imaginárnoslo
sumamente enfadado, sin saber que hacer ante tanta desgracia, él un líder
involuntario, que se opuso ante Yavé a ejercer esta responsabilidad y lo único
que consiguió fue que aquel le ofreciera a su hermano Arón para que ejerciera
de su lugarteniente, era mas locuaz que el y mas capacitado para el liderazgo.
Las enseñanzas del Éxodo se basan
en la confianza en Dios, quien sacará a su pueblo de cualquier situación
penosa, en ningún momento se confía en la capacidad del ser humano para decidir
su propio futuro. El pueblo israelita no decidió salir de Egipto, ni elegir el
momento de la salida, ni la ruta, ni la de elegir un jefe o comité de sabios
para tomar las decisiones más acertadas en cada momento. Caminan sin conocer el
camino, deben confiar en Moisés quien esta directamente bajo las ordenes de
Dios.
A lo largo de la historia de la
humanidad los seres humanos han tenido que superar situaciones catastróficas o
sucumbir a ellas, en ocasiones por los cambios de temperatura, por catástrofes
naturales, por enfermedades contagiosas y siempre han contado con sus propios
medios y su capacidad de adaptación al entorno.
En otras ocasiones las
calamidades han venido provocadas por los mismos seres humanos, unos pueblos
contra otros en guerras de dominación, con armas cada vez más sofisticadas y
destructivas. Millones de personas han sido victimas de las decisiones de los
propios hombres, a lo largo de milenios de civilización. En ningún momento
estuvo la mano de Dios ni para evitarlas ni para fomentarlas, aunque en
ocasiones, si estuvo los intereses partidistas de los representantes de Dios en
la Tierra.
Tampoco estuvo Dios en la
evitación de catástrofes naturales con consecuencias destrozas para pueblos
enteros, ni estuvo para evitarlas ni lo estuvo para promoverlas. Ni las
inundaciones las manda Dios ni tampoco las prohíbe. Es la naturaleza misma
quien, en ocasiones desata su fuerza, ajena a los hombres, porque la naturaleza
esta viva aunque carece de inteligencia. En cambio los hombres si poseen esta
inteligencia y con frecuencia la utiliza para causar el mal en sus semejantes,
sin que Dios actúe ni pueda actuar.
Así pues, si la historia que nos
cuenta el Éxodo fuera cierta, significaria que los israelitas decidieron
libremente salir de Egipto, eligieron a un líder, Moisés y se encaminaron hacia
una tierra que se les prometia fértil. Algunas de las calamidades o plagas de
Egipto, bien pudieran haber ocurrido en alguna media, aquellas razonables y en
épocas bien distintas, unidas en el tiempo y exageradas por los autores
bíblicos para dar dimensión divina a los episodios. Quizás los israelitas se
equivocaron en la ruta y esto les llevara a darse un paseo innecesario por el
desierto y a pasar hambre y sed.
Pero no es comprensible el
interés del Éxodo en destacar a un Dios, que para mostrar su poder y su
divinidad, utiliza el mal, cuando se entiende que el Dios de los judíos, de los
musulmanes y de los cristianos es un Dios bondadoso, misericordioso y justo.
Salvo que los creyentes crean que matar a los primogénitos de las familias
egipcias sea un acto de justicia y una acción bondadosa. Si existe otra
interpretación a estos hechos significaría que el literal de la Biblia no tiene
sentido, en cuyo caso estos libros sagrados tendrían que ser cuestionados.
Pero cualquiera que pueda ser la
interpretación hay un hecho claro que refleja los escritores bíblicos y es la
voluntad de Dios de hacer lo que allí esta escrito. Entonces si alguien dice
que Dios es un ser injusto, inhumano, cruel, perverso, etc. no estaría
reflejando sino lo que dice la Biblia y no por ello debe ser condenado, aunque
se pretenda justificar estas acciones injustificables del creador de los cielos
y de la tierra y de todos los seres vivientes.
Si la Iglesia Católica desterró
al llamado Índice de Libros Prohibidos a todos aquellos escritos que atacaban a
Dios, bien podían haber enviado también estos libros sagrados al citado Índice.
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