NT (texto bíblico): Entonces dijo Yavé a Moisés:
Mira que ya se acerca el día de tu muerte; llama pues a Josue y esperad a la
entrada del tabernáculo para que le dé yo mis ordenes. Apareció Yavé en la nube
y dijo a Moisés: … éste pueblo se levantará y se prostituirá ante dioses ajenos
y me dejará y romperá mi pacto, y se encenderá entonces mi furor contra él, y
yo los abandonaré y los devorarán y vendrán sobre ellos muchos males y
aflicciones… Escribid pues este cántico y enseñádselo a los hijos de Israel,
ponédselo en su boca para que éste cántico me sirva de testimonio contra los
hijos de Israel; porque cuando yo les haga entrar en la tierra que mana leche y
miel, cuando hayan comido y se hayan hartado y engordado, se volverán a otros
dioses y les servirán y a mi me despreciaran y romperán mi alianza. Escribió,
pues, Moisés este cántico y se lo enseño a los hijos de Israel. Y mando a los
levitas que lo llevaran al arca de la alianza. (DEU. 31.14-30).
CM (comentarios): Somos sabedores de la escasa
delicadeza de Yavé, que cada vez que puede le recuerda al fiel Moisés lo poco
que le resta de vida. Como dios y adivino que es, anticipa la ingratitud del
pueblo de Israel, de su pueblo, que se olvidara de él, que tanto ha dado por su
pueblo elegido, pero que nadie olvide que después vendrá la venganza de Yavé y
con ella un sinfín de calamidades. Pero siendo el único Dios, todopoderoso,
¿como es posible que no tenga la capacidad para hacer que su pueblo le crea y
tenga que recurrir permanentemente al castigo posterior a la descreencia?
Quizás forma parte de la malicia del propio dios, de su juego diabólico. Pero
quizás quepa interpretarse como la necesidad del miedo como instrumento de
persuasión ante la libertad de pensamiento y el deseo de actuar libremente. El
castigo de Dios ha sido asumido por las personas creyentes como un hecho
incuestionable, una decisión divina que como tal ha de estar cargada de
razones, siendo el ser humano la victima merecedora de tal castigo; la más
sublime de las humillaciones.
Yavé, es decir, los escritores
bíblicos, o quienes mandaran escribir estos textos, debieron de tener muy
presente que la ausencia del discurso era un riesgo para el olvido, enseñanza
aprendida por quienes se empeñan en mantener viva la presencia de Dios, del
temor a ese dios imaginario que tanto réditos ha dado durante milenios a
quienes han fundamentado su poder en su existencia.
En los tiempos presentes muchos
seres humanos nos hemos apartado de Dios, lo que supone un riesgo para quienes
todavía se empeñan en poner trabas a la lógica, a la razón, al conocimiento.
NT: Cántico de Moisés (DEU.
32.1-44). Cuando hubo acabado añadió: Meted en vuestro corazón todas las
palabras que os he pronunciado y enseñádsela a vuestros hijos para que pongan
en obra todas las palabras de esta Ley (DEU. 32.45-47).
CM: En el cántico de Moisés, en
tono poético, se solemnifica la importancia de las palabras de Yavé, la
universalidad de las mismas, la perfección de las obras de Yavé, sus bondades y
cualidades, los recuerdos del pasado, su poder exterminador, su ira, su
venganza, el dador de la vida y de la muerte, de quien nadie se libra. En suma
una recopilación de las maldades de Yavé, del temor que ha de inspirar, del
peligro de desobediencia, del riesgo al que se expone quien no le siga, y lo
mas importante la necesidad de que la Ley por él escrita sea transmitida de
padres a hijos, se perpetúe de
generación en generación, como así sigue ocurriendo en nuestros días, en las
escuelas, iglesias, mezquita, sinagoga y en las familias, todas ellas como
instrumentos de propaganda de las ideologías religiosas.
NT: Aquel mismo día hablo Yavé a
Moisés, diciendo: Sube a ese monte y mira desde allí la tierra de Canaán, que
voy a dar en posesión a los hijos de Israel y muere en ese monte, y reúnete con
tu pueblo, con tu hermano Arón. (DEU. 32.48-52). He aquí las bendiciones de
Moisés, antes de morir, a los hijos de Israel (DEU. 33.1-29).
CM: Moisés, antes de subir al
monte en donde le espera la muerte se dirigió a su pueblo para despedirse de él
y bendecirle, y en tono poético, de nuevo, rememora las palabras de Yavé a cada
uno de los jefes de tribu.
NT: Subió Moisés al monte Nebo,
frente a Jericó, y Yavé le mostró la tierra que juro a Abraham, Isaac y Jacob,
pero en la que él no entrará. Moisés, el siervo de Dios, murió allí en la
tierra de Moab, conforme a la voluntad de Yavé. El le enterró y nadie sabe su
paradero. Tenía 120 años. Los hijos de Israel lloraron a Moisés durante treinta
días (DEU. 34.1-8).
CM: De ésta forma muere Moisés,
lugarteniente y fiel servidor de Yavé, anciano centenario, mediador en
ocasiones, conocedor de sus limitaciones pero confiado en la presencia
permanente de Yavé en todas las acciones encomendadas. Fue enterrado por el
propio Yavé, de manera mágica hemos de suponer dada su inmaterialidad, y
naturalmente nadie conoce el lugar.
NT: Josue estaba lleno de
sabiduría, pues había puesto Moisés sus manos en él. Los hijos de Israel le
obedecieron. No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés (DEU.
34.-12).
CM: De ésta forma acaba el quinto
libro Deuteronomio que conforman el Pentateuco o Torah (para los judíos), junto
al Génesis, Éxodo, Levítico y Números. Muerto Moisés, el portavoz de la
divinidad, le sucede Josue como jefe del ejército de Israel, representante a su
vez de la sociedad civil y religiosa, continuador de la obra de Moisés y de la
sociedad teísta, bélica y dominadora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario