miércoles, 22 de junio de 2016

DEUTERONOMIO: La muerte como castigo y Dios como testigo

NT (texto bíblico): Si una causa te resultare difícil de resolver entre sangre y sangre, entre contestación y contestación, objeto de litigio en tus puertas, te levantarás e irás a los sacerdotes hijos de Levi y al juez en funciones le consultarás; el te dirá la sentencia que haya de darse conforme a derecho… El que, dejándose llevar por la soberbia, no escuchare al sacerdote o no al juez, será condenado a muerte. Así extirparas el mal de en medio de Israel, y tu pueblo al saberlo temerá y no se dejara llevar por la soberbia (DEU. 17.8-13).

CM (comentarios): De nuevo la pena de muerte para quien no acate el consejo del sacerdote o el veredicto del juez. Desprecio por la vida, con tal de extirpar cualquier vestigio de mal. No hablamos de la justicia impartida por los tribunales civiles sino de la única justicia reconocida por la Biblia y los integristas religiosos, que no es sino la justicia derivada del dios justiciero del Antiguo Testamento. Son los sacerdotes, bajo el punto de vista de los textos bíblicos, quienes han de impartir justicia, ellos constituyen una casta a perpetuidad porque así lo estableció Yavé para los descendientes de Leví, ellos son los encargados de rendir culto a la divinidad, de dirigir los rituales en los sacrificios y en las fiestas de guardar, pero también de hacer cumplir los preceptos civiles y religiosos mandatados por Yavé y de hacer de jueces cuando se presenten conflictos de intereses. Es el Estado teísta cuyas leyes dimanan de Dios. Durante siglos en el área euroasiática los estados se caracterizaban por su simbología religiosa, la cruz de los cristianos, la media luna de los musulmanes, y sus leyes estaban enmarcadas en las creencias y dogmas de sus respectivas religiones. No antes de la Ilustración los Estados de mayoría cristiana dejaron de ser confesionales, y aún así en muchos estados como el español o el italiano se reconoce a la Iglesia Católica una serie de derechos y prerrogativas marcadas en sus constituciones y desarrollada mediante acuerdos a nivel de Estado con la Santa Sede. No deja de llamar la atención de muchas personas no creyentes e incluso creyentes progresistas como muchos dirigentes políticos, presidentes de gobierno y jefes de estado inclinan la cerviz ante la autoridad eclesiástica, ya sea el Papa o el obispo de cualquier diócesis, en un acto de subordinación de lo civil ante lo religioso, para vergüenza de los no creyentes.  

Y cuidado con aquel que incumpliera el dictamen del juez-sacerdote, porque no existe apelación posible, no hay posibilidad de revisión ante un posible error en la interpretación de los hechos, la palabra del sacerdote es infalible y no puede ser puesta en cuestión bajo pena de muerte. Así ha sido y así sigue siendo, por desgracia, en muchas comunidades civiles en donde impera la implacable ley de Dios. 

NT: Cuando hayas entrado en la tierra que Yavé, tu Dios, te da, pondrás sobre ti al rey que Yavé elija. Pero que no pretenda volver al pueblo a Egipto, que no tenga mujeres en gran número para que no desvíe su corazón, ni grandes cantidades de plata y oro. En cuanto se siente en el trono escribirá para si en un libro una copia de esta Ley, que se halla en poder de los sacerdotes levíticos… (DEU. 17.14-20).

CM: El Rey es elegido por Yavé, que nadie ose coronarse sin que Dios así lo haya dispuesto. Es lo que ha ocurrido desde los orígenes del cristianismo, e incluso antes, su poder llego tan lejos que los reyes y emperadores deseaban ser coronados por el Papa de turno para adquirir de esta manera la autoridad derivada del mismo Dios; de esta forma nadie habría de osar usurpar la corona a quien la ha obtenido por voluntad divina. Así pues regimenes dictatoriales y tiránicos han gobernado por la autoridad y gracia divina, sin que los representantes de ese dios hayan puesto en cuestión ninguna de sus acciones criminales, en algunos casos genocidas. Es la complicidad de la religión con el poder civil cualquiera que sea el tipo de régimen; porque dentro de ese pacto entra dejar a las iglesias sus privilegios y prerrogativas y evitar cualquier tipo de ataque contra ellas. Así ocurrió en España con el casamiento entre el dictador Franco y la Iglesia Católica, en el desarrollo de la II Guerra Mundial y en los mas recientes crímenes de las dictaduras en Argentina y Chile en los años setenta y siguientes del siglo pasado. La Iglesia se lava las manos, se muestra ajena a lo que ocurre a su alrededor, pero realmente es cómplice por acción u omisión de los hechos.  


En los regimenes totalitarios del islamismo mas radical se cumple la Ley de Dios por encima de todo, la ausencia de libertad es total, fundamentalmente para las mujeres, seres inferiores y por ello sometidos a la voluntad del hombre, quien puede disponer de cuantas mujeres pueda mantener como objetos que son de su propiedad, y cualquier desliz en el comportamiento es pagado con la vida.  

viernes, 10 de junio de 2016

DEUTERONOMIO: La delación al servicio de las religiones

NT (texto bíblico): Si en medio de ti hubiere hombre o mujer que hiciere lo que es malo a los ojos de Yavé, yéndose tras otros dioses para servirles y postrarse ante ellos, ante el sol o la luna o cualquier otro astro, harás una escrupulosa investigación, si el rumor es verdadero y el hecho cierto llevaras a tus puertas al hombre o la mujer que tal maldad ha cometido y lo lapidaras hasta que mueran. Solo sobre la palabra de dos o tres testigos se condenara a muerte. Las manos de los testigos se alzaran las primeras y después seguirán las del pueblo hasta hacerle morir. Has de extirpar el mal de en medio de ti (DEU. 17.2-7).        

CM (comentarios): Para Yavé no es posible adorar a otro dios que no sea él mismo, no es posible la libertad de religión, ni por consiguiente la libertad de conciencia, ni la libertad de pensamiento, el ser humano ha de estar sometido a un determinismo religioso y consiguientemente social y político, por cuanto que la religión condiciona y determina la actitud de los individuos a lo largo de su existencia. Creer de manera diferente es considerado un mal que debe ser erradicado, extirpado y quien lo practica exterminada porque contamina a los demás, como la peste. De hecho es la práctica que ha llevado a cabo el cristianismo desde sus orígenes, abolir inicialmente el culto a los dioses del mundo romano y, posteriormente, a las nuevas corrientes que dentro de su iglesia se desviaban de la ortodoxia establecida, para continuar con las luchas de religión contra aquellos que a partir del siglo VII habían seguido a un nuevo profeta de nombre Mahoma, que curiosamente reconocían los mismos textos de los judíos y se tachaban de infieles los unos a los otros, y contra las corrientes protestantes surgidas en su propio seno en el siglo XVI fruto de la corrupción dominante en los Estados Pontificios. En todos los casos se aplicaban las técnicas del momento, torturas, hogueras, ahorcamientos y las dominantes en cada escenario bélico. En los tiempos, que no fueron pocos, en los que campaba a sus anchas por los reinos de Europa la Santa Inquisición no menudeaban los casos de delaciones en los que la palabra del delator era suficiente para emprender un proceso en el que los sádicos franciscanos o dominicos podían ejercer la tortura para satisfacción propia, y la Iglesia imponer el terror y con ello el pensamiento único sometido a los dictámenes de la jerarquía religiosa. La muerte va intrínseca a las religiones, así lo dice la Biblia, o se está con Dios o serás muerto, en última estancia esta el infierno, que es como decir: te perdonamos la vida en la tierra pero te consumirás en un fuego eterno en la otra vida.   

Por el contrario el Islam no parece haber evolucionado como el Cristianismo, que esta intentando adaptarse a las nuevas costumbres y corrientes de opinión y a las tecnologías con tal de no perder demasiado de sus seguidores, y permanece en sus inicios hasta el punto de no ser extraño encontrarnos con noticias actuales en las que se dilapida a un hombre o mujer (ciertamente abundan más estos últimos casos, fruto de la intolerancia hacia la libertad de las mujeres) por incumplimientos de determinados preceptos marcados por la Yihad, sin que exista un juicio de por medio, basta, como dice la Biblia que el rumor se haya confirmado y existan al menos dos testigos (que pueden estar compinchados por animadversión a la victima).  

Lapidar a una persona hasta la muerte, cualquiera que sea la sinrazón que lleve a realizar tal practica, resulta para cualquier mente lucida, razonable y bondadosa, un acto criminal, abominable, cruel, sádico e inhumano, de la misma forma que lo es cualquier forma de tortura. ¿Cómo puede ser, por tanto, que un ser, superior, al que se le debe suponer los atributos extremos de bondad y clemencia, mandate delatar y determine que el delator y todo el pueblo participen en acto tan brutal? ¿No sería esta razón suficiente para renegar de tal dios? Sin embargo gran parte de los humanos, no solo no reniegan de él sino que le siguen y se someten a sus dictados.


Que bueno que seria que cada cual adore a quien considere mas conveniente, ya sea un astro, una idea, o se olvide de estas creencias y se entregue al conocimiento.  

miércoles, 1 de junio de 2016

Hablemos de Dios

Los creyentes en Dios dan por supuesto que este existe sin argumento alguno que lo refrende, si acaso se basan en ciertos textos llamados “sagrados” que dicen contener la palabra de Dios. Dejemos a un lado a quienes ven a Dios en la vida cotidiana o en su interior. Partiendo de los mencionados textos, en donde se le concede ciertos atributos de omnipresencia, omnisciencia, omnipotencia, infinitud, perfección, bondad y creador  de los cielos y de la tierra, de los seres vivos, incluidos los humanos y, en suma, de todo lo conocido y por conocer, las religiones monoteístas han fortalecido ésta idea de Dios con infinidad de especulaciones pseudofilosóficas y teológicas, que han sido convertidas en dogma o en principios éticos cuestionables.
Podríamos hablar de Dios, pero partiendo de otras bases, dejando a un lado sus atributos y la llamada fe como escudo para eludir el debate. Partamos de una base de conocimientos actualizada, muy distinta de la existente en los inicios de las civilizaciones, de la que aún perduró en las llamadas edades Media y Moderna y de la que aún sostiene algunas sociedades cerradas de nuestro mundo actual. Si para un creyente en Dios es aceptable partir de la base de un Dios creador sin más ¿por qué no admitir otra base de partida? Quizás llegue a conclusiones reveladoras.    
Admitamos como primer punto de partida la visión cosmológica actual. Si Dios encontró acomodo en un universo limitado a nuestro planeta Tierra, centro del mundo sobre el que gira todo lo conocido incluido el Sol que nos la vida, y mas tarde en otro heliocentrista, por que no puede acomodarse en un universo sin centralidad, en donde los puntos luminosos que vemos en el firmamento son astros generadores de luz como consecuencia de explosiones nucleares que tienen lugar en su interior, soles que tienen una vida limitada como todo lo existente. El problema es que si nos basamos en esta visión los textos llamados sagrados quedan obsoletos, como así ocurre con todo con el paso del tiempo. Resultaría entonces que Dios no creo la luz, ni la Tierra, porque en esta base de la cual partimos que describe como se formo el universo, como este se expandió y continua expandiéndose, como se formaron las galaxias y los sistemas solares y como estos  evolucionan, no aparece en ningún momento intervención divina alguna. Podría alegarse que Dios está en el inicio de todo, que es el creador primigenio. Estaríamos ante un problema de similares características al que se enfrentan los científicos cuando se preguntan por lo precedente al momento cero del Big Bang, aunque al parecer los científicos también tienen respuesta para ello, al no existir ni el espacio ni el tiempo no se puede hablar de lo anterior al inicio del universo, pues el tiempo y el espacio aparecen con él. ¿Qué es más convincente, esta respuesta o la existencia de un Dios del que no hemos vuelto a tener noticias? Quizás la primera nos deje en la incertidumbre, lo que no es sino punto de partida para indagar en nuevos conocimientos, y la segunda entre de lleno en el pensamiento mágico y por tanto en el conformismo y en el mundo de las emociones.
Vayamos a un segundo punto de partida, la evolución de las especies. Admitamos que el planeta Tierra se comenzó a formar hace unos 4.500 millones de años, que los periodos solares han cambiado, que después de múltiples periodos convulsos aparecieron (además de las plantas) los primeros seres vivos en forma de bacterias, que estas dieron origen a los primeros gusanos (por abreviar) y posteriormente a peces, reptiles y anfibios hasta llegar a los primeros mamíferos hace tan solo 66 millones de años y a los primeros homínidos hace escasamente 1,6 millones de años. Y que esta evolución es fruto de constantes mutaciones en las que sobrevivían los seres mejores desarrollados y más adatados al entorno, y que durante ese larguísimo periodo muchas especies desaparecieron y otras emergieron bajo las nuevas condiciones ambientales. Este punto de vista tiene, como el anterior, el inconveniente de contradecir a los textos sagrados que especifican un modelo de creación muy simplista y contrario a los descubrimientos realizados por el máximo exponente de la creación, según dichos textos, como es el hombre (aunque deberíamos decir ser humano). Todo esto sin eludir  la posibilidad de que en otros planetas de sistemas solares lejanos se hayan dado condiciones posibilitadoras de nuevas formas de vida, similares o distintas a las de nuestro planeta, asunto sobre lo que los textos sagrados no dicen absolutamente nada.
Hablemos de Dios, pero partamos de esta base de soporte científico, a menos que menospreciemos a la ciencia, y con ello a la capacidad del ser humano de entender lo que ocurre a su alrededor y de negarle el derecho a tratar de averiguar que se esconde detrás de los fenómenos que observamos. Pero nadie con dos dedos de frente sería capaz de negar la validez de los descubrimientos científicos, sería como negar su realidad cotidiana, desde el uso de la medicina hasta la tecnología de Internet. Cualquier creyente debería de aceptar un debate bajo estos supuestos, que en todo caso tiene más carga de profundidad que los basados en ideas preconcebidas sin fundamento razonable. Cierto es que muchos creyentes prefieren ignorar la realidad y vivir en un mundo de fantasía, que no niego le sirva de consuelo.

Pero para quienes quieran entrar en el debate, les invitaría a que averigüen donde se encuentra Dios en este nuevo contexto.