NT (texto bíblico): Destruiréis enteramente todos
los lugares donde las gentes que vais a desposeer han dado culto a sus dioses,…
abatiréis sus altares, rompiereis sus cipos, quemareis sus imágenes talladas y
sus dioses y haréis desaparecer de la memoria sus nombres (DEU. 12.1-3).
CM (comentarios): Con frecuencia los textos
bíblicos mencionan la abominación para referirse a aquellos hechos que son
maldecidos por Yavé por ser contrarios a sus mandamientos, y tacha de
abominables a quienes participan de ello, pero no cabe más abominación que la
del propio Yavé, un ser que de existir debería ser sometido a juicio por ser el
autor (según manifiesta la propia Biblia) de los mayores genocidios cometidos
contra la humanidad, por los innumerables hechos en los que deja constancia de
su perversidad ante pueblos enteros e incluso ante toda la humanidad, como
ocurrió cuando decidió hacer llover sobre la tierra hasta no quedar nada de
ella salvo Noe, su familia y cuantos seres llevaban con él en el maravilloso
barco que se construyo. Un ser tan cruel, insensible y despiadado, ¿cómo puede
ser considerado como Dios y más aún, el único dios, hasta el punto de que todos
aquellos que no le veneren como tal hayan de ser, desposeídos, abatidos,
humillados, ignorados, perseguidos, destruidos, aniquilados, asesinados?
Los textos bíblicos, por
desgracia, no han quedado como relatos fantásticos sino como enseñanzas del
supuesto creador del universo y consiguientemente como ejemplos a seguir. Y
bien que se han seguido a lo largo de la historia en las innumerables guerras
de religión habidas en el continente europeo o en los procesos de
evangelización -aquello de llevar “la palabra de Dios” a todo territorio
conquistado- o, aún en los inicios de este siglo XXI, con el integrismo
religioso y la aparición de un movimiento islamista que pretende instaurar un
nuevo Califato en el que toda manifestación contraria a sus principios son
castigados con una muerte ejemplarizadora.
Así pues la aniquilación, el
exterminio, la crueldad, la muerte es el sello de Yavé.
NT: Guárdate de ofrecer
holocaustos, sacrificios, décimas y primicias en cualquier lugar a que llegues,
los ofrecerás en el lugar en que Yavé haya elegido en una de tus tribus, allí haréis
todo lo que te mando. Pero cuando quieras podrás matar y comer la carne en
todas tus ciudades,… más no comerás sangre y la derramaras sobre la tierra como
el agua… (DEU. 12.4-28).
CM: Es un relato larguísimo en el
que Yavé, de forma pormenorizada y reiterativa, como en otras tantas ocasiones,
va determinando el lugar y momento de las ofrendas, como han de hacerse estas, que
se ha de comer y que no y de que manera, dando una vez más muestras el creador
de una ignorancia extrema al creer que los modos de conducta humana y las
costumbres son inamovibles a pesar del paso de los tiempos. Aunque es preciso
reconocer que aún en los tiempos presentes hay colectivos que defienden el
inmovilismo y el ostracismo frente a cualquier impulso a favor de la libertad
del ser humano.
NT: Cuando Yavé, tu Dios, haya
exterminado a los pueblos que de delante de ti va a arrojar, y ya los hayas
destruido y habites en la tierra, guárdate de imitarlos… (DEU. 12.29-32).
CM: No se trata de una acusación
infundada decir que Yavé, el dios de los israelitas, de los cristianos y de los
mahometanos, el único Dios verdadero, es un exterminador, son los mismos textos
bíblicos quienes así lo sostienen, e incluso con vanagloria de ello. Yavé ha
decidido ocupar unos territorios para dárselos en heredad al pueblo de Israel y
para ello los pueblos que pueblan esos territorios han de ser exterminados,
destruidos, sus dioses e ídolos quemados y sus costumbres abolidas. ¿Qué pensar
pues de un ser tan vil?