jueves, 6 de agosto de 2015

Discusiones bizantinas

 
Desde los inicios del cristianismo los obispos se preocuparon, como era de esperar, por mantener unidos en la fe a sus creyentes. Eran tiempos en los que la doctrina de la Iglesia no estaba suficientemente clara, aunque sí las enseñanzas de Jesucristo (relativamente), y cada cual tendía a elaborar las propias de modo que era preciso mantener la unidad, criterio que también era sostenido por los primeros emperadores romanos cristianizados, lo que era sinónimo de preservar el orden publico dado que la unidad religiosa era una garantía de estabilidad. Reino y religión siempre fueron de la mano desde los orígenes de las civilizaciones, en la practica son distintas manifestaciones del poder, el civil fruto de la necesaria organización de la sociedad y el religioso imprescindible para dominar las conciencias. La alianza entre ambos poderes quedo determinada con la personación, desde los tiempos de los primeros reyes mesopotámicos y faraones egipcios, de la divinidad en la figura del rey o faraón. El cristianismo no ha hecho otra cosa que perpetuar y renovar dicha alianza en los diferentes momentos históricos, desde los tiempos del Imperio Romano, hasta los modernos imperios y reinos desde Carlomagno, superando no sin dificultad periodos de contestación en su seno (Reforma protestante) y de rechazo al poder de la Iglesia y a las creencias religiosas (Ilustración). En tiempos más próximos, la dictadura franquista en España gozaba del respaldo de la Iglesia Católica para quien el dictador lo era por la gracia de Dios, a pesar de los miles de muerto a sus espaldas. Todavía en los tiempos presentes muchos Estados mantienen el adoctrinamiento religioso en las escuelas publicas y otros tantos gobiernos juran el cargo delante de un crucifijo y colocando las manos sobre una Biblia como muestra de que la vieja la alianza sigue en vigor.

Volviendo a la idea inicial, emperadores y obispos idearon reuniones para resolver las discrepancias surgidas en el seno de la Iglesia, unificar criterios en las ideas mas descabelladas, irracionales y enrevesadas imaginables (fruto, sin duda, de mentes descerebradas), que contra todo pronostico razonable fueron asumidas por la sociedad y sus miembros sin rechistar demasiado, naturalmente que quienes se opusieran tenían garantizada la persecución, el destierro e incluso la muerte; y de paso crear escuela, simbología y rituales para divertimento del personal.

Entre estas ideas disparatadas podríamos citar la de un solo Dios (suponiendo en sí que ésta no sea disparatada) con tres personalidades distintas, tres dioses emparentados en uno, quizás para no romper demasiado con la cultura religiosa greco-romana y su firmamento repleto de dioses de distinto rango, una mujer embarazada sin intervención de varón que da a luz un dios, un hombre que resucita y sube a los cielos, una corte celestial de seres imaginarios (ángeles, arcángeles y querubines) para organizar la llegada de las almas al paraíso y otra jerarquía infernal de demonios para organizar la propia de quienes, fruto del pecado y de la insolencia, no eran merecedores de la gloria eterna y habían de sufrir por ello las llamas del infierno.   

Fueron veintiuno los concilios, conclaves o asambleas llamados ecuménicos, de los cuales ocho tuvieron lugar antes del cisma de Oriente convocados por los emperadores romanos de la época y celebráronse en tierras griegas o turcas. ¡Cuánto tiempo, siglos, dedicados a debatir sobre la existencia de Dios, de su Hijo imaginario, de la supuesta madre de éste y de su virginidad, de la misión del llamado Espíritu Santo en tal alta concepción, en tratar de explicar la palabra de Dios escrita por unos autores desconocidos, en determinar el sexo de los ángeles, la naturaleza del pecado, de los sacramentos, de los valores espirituales, la importancia de la oración, de las creencias obligatorias (desde la existencia del alma hasta una visión cosmológica incapaz de resistir el paso de los tiempos), del papel de los escenarios imaginarios del cielo, infierno, purgatorio y limbo (hoy descartada su existencia por la propia Iglesia), de las relaciones del Papa con su Iglesia incluida su propia infalibilidad (eso sí, conservando su humanidad y con ello la imperfección de que todo ser humano es objeto) y de otras tantas cuestiones, la mayoría irrelevantes para la inteligencia, pero de suma importancia para el objetivo de la cristiandad y de los poderes civiles instituidos!

Con el paso del tiempo se crearon cátedras de Teología para estudiar la esencia de Dios, el Ser Supremo, su naturaleza y la de las cosas creadas por él, para discurrir sobre la divinidad y la relación con el hombre (y la mujer debemos entender, aunque dudamos dado el papel tan secundario que las religiones les otorga) y con su Hijo (o sea con Jesucristo) y con la madre de éste, la Virgen María, así como con el Espíritu Santo, la segunda divinidad cuyos orígenes desconocemos, el origen divino del poder y la supremacía del poder religioso sobre el civil, las relaciones entre fe y razón y los argumentos para demostrar la existencia de Dios, la interpretación de las “Sagradas Escrituras” que contienen la palabra de Dios y como tal hecho incuestionable determinante para entender el mundo en el que vivimos. Aparecieron distintas tendencias teológicas que se debatían sobre las cuestiones mas disparatadas. Se fundaron escuelas para el adoctrinamiento religioso católico, se estableció una liturgia que embelezara a sus seguidores y atrajera a los paganos, se idearon formulas de condena de la herejía e instrumentos de persecución y de tortura, se creo y desarrollo una imaginaría religiosa a medida para cada población, se desarrollaron ritos religiosos populares, se estableció la figura del padre espiritual (conocedor, a través de la confesión, de los pormenores inconfesables del ser humano, ¡que inmenso instrumento de dominación!) como director de las almas hacia el paraíso celestial en contrapartida a las desgracias terrenales, ante las que solo cabían la resignación y la esperanza de la felicidad eterna; en ningún caso la rebelión del ser humano ante la desgracia es objeto de consideración.    

En suma, un mundo, una civilización basada en la mentira, en el engaño, una gran estafa para desgracia del ser humano.


                                                                      

                                                                      

2 comentarios:

  1. Muy de acuerdo en líneas generales. Sí que es un tema para debate tranquilo y sosegado. Convencido plenamente de que el poder se vale de la fe de los ingenuos y de los aprovechados de la misma para sacar partido. A ello se une el capital, el dinero. La conclusión la veo algo pobre, exigiría un planteamiento profundo sobre cómo superar este dejar pasar sin afrontar una posible superación. Mi planteamiento personal por supuesto y mis reflexiones intentan superarlo...

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  2. Desde hace mucho tiempo se sabe que las religiones se crearon, inventaron, por el hombre, para ayudarle ante la angustia de su "limitada" existencia Otra cosa la utilizacion de las mismas para intereses expureos, lo cual no puede sorprender pues siempre ha sucedido

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