NT (texto bíblico): De nuevo en camino, el pueblo
seguía murmurando contra Dios y contra Moisés y lamentándose de haber salido de
Egipto y ser condenado a morir en el desierto. No hay ni pan, ni agua, y
estamos ya cansados (Num. 21.4-5). Mandó entonces Yavé serpientes venenosas
contra su pueblo que los mordían y murió mucha gente de Israel. El pueblo
reconoce entonces haber pecado y suplica a Moisés que pida a Yavé aleje las
serpientes. Entonces Yavé ordena a Moisés hacer una serpiente de bronce y
cuantos mordidos la miren sanaran. Y así ocurrió (Num. 21.6-9).
CM (comentarios): De nuevo Yavé en su papel de
castigador, es preciso dar mensajes ejemplarizantes. Yavé no es creíble, ni
tampoco Moisés su lugarteniente y ejecutor de sus mandatos, no son convincentes
y ante el motín, ante la sublevación del pueblo solo cabe, en su inmenso poder,
utilizar la fuerza, el castigo mortal, la venganza ante la descreencia. No cabe
la comprensión hacia un pueblo hambriento y sediento, cansado de caminar y de
sufrir calamidades, ni la tolerancia, ni siquiera palabras de animo sino el
castigo “divino”, ese castigo que pende desde entonces sobre los seres humanos
en forma de una vida futura mas allá de la muerte, redentora para quienes
acepten las imposiciones de las religiones o el eterno martirio si el temor a
ese Dios salvaje y cruel no han hecho mella en sus conciencias y han osado
aventurarse y apartarse del camino impuesto. Para fortuna de los no creyentes,
estos no serán sometidos al final de sus días a tan severos castigos y para
desgracia de los creyentes, ellos tampoco alcanzaran la gloria, porque ninguno
de ambos mundos existe.
Si sustituyéramos las serpientes
por espadas o fusiles que se echan contra la multitud díscola, comprobaríamos
que el mensaje bíblico ha sido seguido a lo largo de los siglos por los
diferentes regimenes dictatoriales que en la historia han habidos y continúan
aún existiendo. El Dios bíblico es pues el prototipo del Dictador, del Tirano,
de la personalización del “demonio” en estado puro.
Pero si el pueblo se somete, si
se humilla ante sus dirigentes, no sufrirá castigo, aunque sí las penalidades
del servilismo, del sometimiento, de la ignorancia y del continuo temor al
castigo. La muerte de los cabecillas, de aquellos que dirigieron la protesta,
ha de servir de ejemplo para quienes pretendan repetir su osadía. Por fortuna
el ser humano es disconforme y no siempre acepta el sometimiento.
El texto bíblico no dice cuanta
gente murió fruto de las mordeduras de las serpientes, del desliz de las
espadas, de los disparos de las armas. Como en tantas sublevaciones habidas a
lo largo de la historia del ser humano, el número siempre resulta ser
indefinido, lo que cuenta al fin es el abatimiento de la rebelión y la victoria
del principio de autoridad (del autoritarismo).
NT: Continuaron su camino, hasta
el país de los amorreos, en donde pidieron permiso a su rey Seón para atravesar su territorio con la promesa
de no pisar sus campos labrados, ni beber su agua, pero Seón se negó y presento
batalla al pueblo de Israel, quien les derroto al filo de su espada en la
batalla de Jahsa y se apodero de sus tierras. Conquisto Israel todas estas
ciudades y las habito incluida Hesebón, residencia del rey. Ocuparon también
todas las ciudades anteriormente sometidas al reino de Seón y al de Og, rey de
Basán (Num. 21.10-35).
CM: Estos versículos se extienden
en la relación de los diferentes territorios conquistados y en los cánticos en
conmemoración de estas victorias.
Tras la victoria inicial,
persiguen a los amorreos hasta expulsarle de las tierras ocupadas y continúan
en su hazaña persiguiendo al rey de Basán a quien derrota igualmente gracias a
la voluntad divina. No deja de sorprender la capacidad de conquista de este
pueblo que, aunque ya estaba constituido como ejercito, debía estar agotado
física y psíquicamente ante una travesía tan larga y con tantas penurias y
calamidades sufridas que le llevaron en varias ocasiones a murmurar y rebelarse
contra sus máximos dirigentes e incluso contra su propio Dios. Pero dado el
inmenso poder de éste, no es extraño pensar que las tropas enemigas fueran
embrujadas hasta ser derrotadas. El pueblo de Dios ésta dejando de ser un
pueblo pacifico para convertirse en un pueblo guerrero, de conquista, por la
voluntad de su dueño.