martes, 18 de agosto de 2015

NUMEROS: El Dios bíblico, prototipo del Tirano

NT (texto bíblico): De nuevo en camino, el pueblo seguía murmurando contra Dios y contra Moisés y lamentándose de haber salido de Egipto y ser condenado a morir en el desierto. No hay ni pan, ni agua, y estamos ya cansados (Num. 21.4-5). Mandó entonces Yavé serpientes venenosas contra su pueblo que los mordían y murió mucha gente de Israel. El pueblo reconoce entonces haber pecado y suplica a Moisés que pida a Yavé aleje las serpientes. Entonces Yavé ordena a Moisés hacer una serpiente de bronce y cuantos mordidos la miren sanaran. Y así ocurrió (Num. 21.6-9).

CM (comentarios): De nuevo Yavé en su papel de castigador, es preciso dar mensajes ejemplarizantes. Yavé no es creíble, ni tampoco Moisés su lugarteniente y ejecutor de sus mandatos, no son convincentes y ante el motín, ante la sublevación del pueblo solo cabe, en su inmenso poder, utilizar la fuerza, el castigo mortal, la venganza ante la descreencia. No cabe la comprensión hacia un pueblo hambriento y sediento, cansado de caminar y de sufrir calamidades, ni la tolerancia, ni siquiera palabras de animo sino el castigo “divino”, ese castigo que pende desde entonces sobre los seres humanos en forma de una vida futura mas allá de la muerte, redentora para quienes acepten las imposiciones de las religiones o el eterno martirio si el temor a ese Dios salvaje y cruel no han hecho mella en sus conciencias y han osado aventurarse y apartarse del camino impuesto. Para fortuna de los no creyentes, estos no serán sometidos al final de sus días a tan severos castigos y para desgracia de los creyentes, ellos tampoco alcanzaran la gloria, porque ninguno de ambos mundos existe.

Si sustituyéramos las serpientes por espadas o fusiles que se echan contra la multitud díscola, comprobaríamos que el mensaje bíblico ha sido seguido a lo largo de los siglos por los diferentes regimenes dictatoriales que en la historia han habidos y continúan aún existiendo. El Dios bíblico es pues el prototipo del Dictador, del Tirano, de la personalización del “demonio” en estado puro.

Pero si el pueblo se somete, si se humilla ante sus dirigentes, no sufrirá castigo, aunque sí las penalidades del servilismo, del sometimiento, de la ignorancia y del continuo temor al castigo. La muerte de los cabecillas, de aquellos que dirigieron la protesta, ha de servir de ejemplo para quienes pretendan repetir su osadía. Por fortuna el ser humano es disconforme y no siempre acepta el sometimiento.   

El texto bíblico no dice cuanta gente murió fruto de las mordeduras de las serpientes, del desliz de las espadas, de los disparos de las armas. Como en tantas sublevaciones habidas a lo largo de la historia del ser humano, el número siempre resulta ser indefinido, lo que cuenta al fin es el abatimiento de la rebelión y la victoria del principio de autoridad (del autoritarismo).

NT: Continuaron su camino, hasta el país de los amorreos, en donde pidieron permiso a su rey Seón  para atravesar su territorio con la promesa de no pisar sus campos labrados, ni beber su agua, pero Seón se negó y presento batalla al pueblo de Israel, quien les derroto al filo de su espada en la batalla de Jahsa y se apodero de sus tierras. Conquisto Israel todas estas ciudades y las habito incluida Hesebón, residencia del rey. Ocuparon también todas las ciudades anteriormente sometidas al reino de Seón y al de Og, rey de Basán (Num. 21.10-35).       

CM: Estos versículos se extienden en la relación de los diferentes territorios conquistados y en los cánticos en conmemoración de estas victorias.


Tras la victoria inicial, persiguen a los amorreos hasta expulsarle de las tierras ocupadas y continúan en su hazaña persiguiendo al rey de Basán a quien derrota igualmente gracias a la voluntad divina. No deja de sorprender la capacidad de conquista de este pueblo que, aunque ya estaba constituido como ejercito, debía estar agotado física y psíquicamente ante una travesía tan larga y con tantas penurias y calamidades sufridas que le llevaron en varias ocasiones a murmurar y rebelarse contra sus máximos dirigentes e incluso contra su propio Dios. Pero dado el inmenso poder de éste, no es extraño pensar que las tropas enemigas fueran embrujadas hasta ser derrotadas. El pueblo de Dios ésta dejando de ser un pueblo pacifico para convertirse en un pueblo guerrero, de conquista, por la voluntad de su dueño.

jueves, 6 de agosto de 2015

Discusiones bizantinas

 
Desde los inicios del cristianismo los obispos se preocuparon, como era de esperar, por mantener unidos en la fe a sus creyentes. Eran tiempos en los que la doctrina de la Iglesia no estaba suficientemente clara, aunque sí las enseñanzas de Jesucristo (relativamente), y cada cual tendía a elaborar las propias de modo que era preciso mantener la unidad, criterio que también era sostenido por los primeros emperadores romanos cristianizados, lo que era sinónimo de preservar el orden publico dado que la unidad religiosa era una garantía de estabilidad. Reino y religión siempre fueron de la mano desde los orígenes de las civilizaciones, en la practica son distintas manifestaciones del poder, el civil fruto de la necesaria organización de la sociedad y el religioso imprescindible para dominar las conciencias. La alianza entre ambos poderes quedo determinada con la personación, desde los tiempos de los primeros reyes mesopotámicos y faraones egipcios, de la divinidad en la figura del rey o faraón. El cristianismo no ha hecho otra cosa que perpetuar y renovar dicha alianza en los diferentes momentos históricos, desde los tiempos del Imperio Romano, hasta los modernos imperios y reinos desde Carlomagno, superando no sin dificultad periodos de contestación en su seno (Reforma protestante) y de rechazo al poder de la Iglesia y a las creencias religiosas (Ilustración). En tiempos más próximos, la dictadura franquista en España gozaba del respaldo de la Iglesia Católica para quien el dictador lo era por la gracia de Dios, a pesar de los miles de muerto a sus espaldas. Todavía en los tiempos presentes muchos Estados mantienen el adoctrinamiento religioso en las escuelas publicas y otros tantos gobiernos juran el cargo delante de un crucifijo y colocando las manos sobre una Biblia como muestra de que la vieja la alianza sigue en vigor.

Volviendo a la idea inicial, emperadores y obispos idearon reuniones para resolver las discrepancias surgidas en el seno de la Iglesia, unificar criterios en las ideas mas descabelladas, irracionales y enrevesadas imaginables (fruto, sin duda, de mentes descerebradas), que contra todo pronostico razonable fueron asumidas por la sociedad y sus miembros sin rechistar demasiado, naturalmente que quienes se opusieran tenían garantizada la persecución, el destierro e incluso la muerte; y de paso crear escuela, simbología y rituales para divertimento del personal.

Entre estas ideas disparatadas podríamos citar la de un solo Dios (suponiendo en sí que ésta no sea disparatada) con tres personalidades distintas, tres dioses emparentados en uno, quizás para no romper demasiado con la cultura religiosa greco-romana y su firmamento repleto de dioses de distinto rango, una mujer embarazada sin intervención de varón que da a luz un dios, un hombre que resucita y sube a los cielos, una corte celestial de seres imaginarios (ángeles, arcángeles y querubines) para organizar la llegada de las almas al paraíso y otra jerarquía infernal de demonios para organizar la propia de quienes, fruto del pecado y de la insolencia, no eran merecedores de la gloria eterna y habían de sufrir por ello las llamas del infierno.   

Fueron veintiuno los concilios, conclaves o asambleas llamados ecuménicos, de los cuales ocho tuvieron lugar antes del cisma de Oriente convocados por los emperadores romanos de la época y celebráronse en tierras griegas o turcas. ¡Cuánto tiempo, siglos, dedicados a debatir sobre la existencia de Dios, de su Hijo imaginario, de la supuesta madre de éste y de su virginidad, de la misión del llamado Espíritu Santo en tal alta concepción, en tratar de explicar la palabra de Dios escrita por unos autores desconocidos, en determinar el sexo de los ángeles, la naturaleza del pecado, de los sacramentos, de los valores espirituales, la importancia de la oración, de las creencias obligatorias (desde la existencia del alma hasta una visión cosmológica incapaz de resistir el paso de los tiempos), del papel de los escenarios imaginarios del cielo, infierno, purgatorio y limbo (hoy descartada su existencia por la propia Iglesia), de las relaciones del Papa con su Iglesia incluida su propia infalibilidad (eso sí, conservando su humanidad y con ello la imperfección de que todo ser humano es objeto) y de otras tantas cuestiones, la mayoría irrelevantes para la inteligencia, pero de suma importancia para el objetivo de la cristiandad y de los poderes civiles instituidos!

Con el paso del tiempo se crearon cátedras de Teología para estudiar la esencia de Dios, el Ser Supremo, su naturaleza y la de las cosas creadas por él, para discurrir sobre la divinidad y la relación con el hombre (y la mujer debemos entender, aunque dudamos dado el papel tan secundario que las religiones les otorga) y con su Hijo (o sea con Jesucristo) y con la madre de éste, la Virgen María, así como con el Espíritu Santo, la segunda divinidad cuyos orígenes desconocemos, el origen divino del poder y la supremacía del poder religioso sobre el civil, las relaciones entre fe y razón y los argumentos para demostrar la existencia de Dios, la interpretación de las “Sagradas Escrituras” que contienen la palabra de Dios y como tal hecho incuestionable determinante para entender el mundo en el que vivimos. Aparecieron distintas tendencias teológicas que se debatían sobre las cuestiones mas disparatadas. Se fundaron escuelas para el adoctrinamiento religioso católico, se estableció una liturgia que embelezara a sus seguidores y atrajera a los paganos, se idearon formulas de condena de la herejía e instrumentos de persecución y de tortura, se creo y desarrollo una imaginaría religiosa a medida para cada población, se desarrollaron ritos religiosos populares, se estableció la figura del padre espiritual (conocedor, a través de la confesión, de los pormenores inconfesables del ser humano, ¡que inmenso instrumento de dominación!) como director de las almas hacia el paraíso celestial en contrapartida a las desgracias terrenales, ante las que solo cabían la resignación y la esperanza de la felicidad eterna; en ningún caso la rebelión del ser humano ante la desgracia es objeto de consideración.    

En suma, un mundo, una civilización basada en la mentira, en el engaño, una gran estafa para desgracia del ser humano.