Exodo: Las diez plagas (IV)
NT: Novena plaga. Durante tres días
hubo densísimas tinieblas en todo Egipto, pero los hijos de Israel tenían luz
en la región que habitaban (Ex. 10.21-22). El faraón expulso a Moisés de su
presencia y le amenazo con matarle si volvía a presentarse ante él (Ex. 10.28),
a lo que contesta Moisés: tu lo has dicho, no volveré a ver tu rostro (Ex.
10.29).
CM: En aquellos tiempos no existía
la luz eléctrica, de esta forma se hubiera entendido mejor el prodigio, bastaría
con provocar un cortocircuito que dejara aislada a toda las regiones salvo
Gosen, que es el lugar que habitaban los israelitas. Como no es posible que el
sol dejara de iluminar y mucho menos que enviara rayos de luz a unas zonas
determinadas de la tierra y no a otras, cabe suponer que la luz no pasaba
porque había tal cantidad de nubes y tan espesas, tan negras, que hacían del
día noche, sin luna, ni estrellas, puesto que los egipcios no eran capaces de
verse en la oscuridad y por ello ni se desplazaban del lugar en que estuviesen
(Ex. 10.23), de forma que no podían ni acudir a buscar alimentos, aunque
tampoco le servirían de mucho, después de tantas calamidades no les quedaban
nada que llevarse a la boca.
Tal densidad de nubes, tan
negras, no podían sino presagiar nuevas tormentas, pero parece que no fue así,
solo tinieblas, oscuridad total pero limitada a una zona. Que bien le hubiera
venido al ex presidente de los Estados Unidos de Norteamérica George Busch II,
conocer el truco de este número de magia para haberlo aplicado a lo que él llamaba
el eje del mal, en los recientes tiempos modernos.
Suponemos que tampoco pudieron
utilizar antorchas, porque en este caso, las tinieblas hubiesen sido un mal
menor, en los tiempos actuales hasta New York puede sufrir un apagón y las
consecuencias son limitadas. Por tanto debemos suponer, que viniendo la
desgracia del mismo Dios, esta debería ser con todas sus consecuencias, sin
paliativos.
A estas alturas Moisés debería
estar hasta las narices, no llevaba la cuenta de las veces que se había
entrevistado con el faraón, aguantando sus impertinencias, sus burlas, sus
engaños, así que decidió no volver a verle mas, no sabemos si porque se tomo en
serie la amenaza de muerte y lo hizo para salvar el pellejo, porque realmente
estaba harto o porque sabia que solo quedaba una y definitiva plaga. Solo Yavé,
el todopoderoso, lo sabe.
NT: Décima plaga. Dice Yavé a Moisés
que hará venir una plaga más y entonces el faraón, no solo los dejara salir,
sino que los expulsara de Egipto (Ex. 11.1). Le dirá al pueblo que cada hombre
pida a su vecino y cada mujer a su vecina objetos de plata y oro (Ex. 11.2).
Yavé hizo que hallase gracias el pueblo a los ojos de los egipcios y aun el
mismo Moisés era muy estimado y respetado por los servidores del faraón y por
el pueblo (Ex.11.3).
CM: Este es un párrafo realmente
confuso. Debemos entender que cuando se refiere por primera vez al pueblo se
trata del pueblo judío, pero entonces ¿quienes son sus vecinos? Si estos son
ellos mismos ¿como interpretar que cada uno pidiera a su vecino oro y plata? Se
trataría de un intercambio de metales preciosos, así que los vecinos serian los
egipcios, pero sin embargo el Éxodo dice por activa y por pasiva que los
israelitas vivian en una zona protegida (Gosen), salvo que en realidad no era así,
sino que había israelitas entre los egipcios, en cuyo caso habrían sufrido las
consecuencias de las plagas, porque ya seria mucho creer que las langostas
pudieran distinguir entre los campos de los egipcios y de los israelitas, o las
ranas haciendo lo propio o imaginando que la luz del sol entraba en la casa del
israelita pero no del vecino egipcio, teniendo ambos las ventanas y puerta
abiertas de par en par.
La idea de los israelitas
viviendo en una zona aislada de los egipcios es contradictoria en si misma, si
los israelitas constituían un pueblo sometido dentro de Egipto bien podían
vivir en una zona de exclusión, una especie de gheto, especialmente diseñado
para emigrantes y esclavos, pero la Biblia nos dice que estaban en la mejor
tierra de Egipto y como además estaban libres de las plagas, realmente estarían
en una zona residencial. Lo mas probable es que algunos israelitas vivieran en
un barrio de judíos, como ha ocurrido antes de la constitución del moderno
Estado de Israel y ocurre actualmente en muchas ciudades del mundo y otros
mezclados con los egipcios, quizás estos no eran bien vistos a los ojos de
Yavé.
Si los vecinos a los que se
refiere el Éxodo son egipcios, ¿podemos imaginarles con propiedades de tal
naturaleza? La sociedad egipcia estaba formada por el faraón y su corte, sus
consejeros, los sacerdotes, los guerreros, los escribas, los campesinos y
finalmente los esclavos. ¿Quiénes, por tanto podían disponer de objetos de oro
y plata? De forma que el pueblo egipcio no dispone del fruto de las cosechas,
ni de animales para el transporte de mercancías, padece una hambruna fruto de
plagas sucesivas enviadas por quien debería velar por el cuidado de los seres
humanos, pero si dispone de oro y plata, cuando lo poco que podrían haber
tenido de estos metales, en el caso de ser cierto, ya lo habrían empleado en
comprar víveres a los israelitas. Más adelante se aclara que es a los egipcios
a quien se les pide el oro y la plata.
Por si fuera poco creíble la
historia, además de absurda, el pueblo (se supone que el israelita) era bien
visto por los egipcios y el mismo Moisés era estimado y respetado por los
servidores del faraón y el pueblo (esta vez se referirá al pueblo egipcio). Que
el pueblo israelita fuera bien visto por los egipcios puede tener sentido,
podemos entender que ayudaba a subir el PIB con su trabajo de comerciante o de
esclavo, aunque no sabemos como pensarían de la labor de José, cuando ayudándoles
a salir de las extremas sequías les obligaba a pagar al faraón para poder
subsistir. Probablemente los egipcios no sabían que detrás de tantos males, de
tantas plagas estaba el pueblo israelita, a quien Yavé estaba empeñado en sacar
de Egipto a costa del castigo de los egipcios, que aquel era el pueblo
protegido por Yavé y como el faraón no les dejaba salir les castigaba de esta
manera tan cruel y despiadada. Pero esto era una pugna entre Yavé (Dios) y el
faraón (que se creía Dios) y el pueblo egipcio quizás no estuviera al
corriente, no se explicaría de otra forma que después de tanta calamidad
sintiera tal afecto este último pueblo por aquel protegido de Dios.
Pero no solo un pueblo sentía
afecto por el otro, sino que Moisés era estimado y respetado por los servidores
del faraón. Entre colegas de profesión es frecuente que se den casos de admiración,
pero también de odios y envidias. Moisés convirtió su cayado en serpiente y los
servidores del faraón hicieron lo mismo, convirtieron el suyo en serpientes,
pero las de Moisés eran más fuertes y se comieron a las del faraón. Esto podo
llevar a los servidores del faraón a admirar la magia de Moisés, muy superior a
las suyas e incluso a tratar de descubrir el truco.
Pero mas adelante Moisés, de nuevo
sirviéndose de su cayado, consigue convertir el agua del río (Nilo, se
entiende) en sangre. Aquí hablamos de algo mas serio, no se trataba de una
charca, de la orilla del río, ni siquiera de una parte, sino de todo el río, al
menos la parte donde habitaba la población. Pero sorprendentemente los magos de
Egipto hicieron otro tanto con sus encantamientos. ¿Esto que quiere decir, que
estos últimos son tan inconscientes que colaboran en el prodigio, contra su
propio pueblo? Parece que si, puesto que con el prodigio de las ranas hicieron
lo mismo, ayudaron a que estas subieran a las tierras. Parece que a los magos
egipcios les interesaba mas hacer muestras de su poder que el mal que este
pudiera causar, algo así, como hacia Yavé, lo importante es dar a conocer su
inmenso poder, con independencia de las consecuencias que tal acto de soberbia
supone. ¿Qué pensaran los magos de hoy en día? ¿podrán ellos llevar a cabo también
este tipo de trucos? ¿Dispondrán de los conocimientos y de las técnicas
adecuadas para ello?
A partir de este momento los
magos de Egipto no pudieron repetir los prodigios de la cayada de Moisés, ni
convertir el polvo en mosquitos, ni plagar Egipto de tábanos, ni hacer perecer
a todo el ganado, ni convertir la ceniza en un polvo contagioso que genere pústulas
y tumores, ni provocar una descomunal granizada, ni inundar la tierra de
langostas, ni cubrir el sol para que no pasara la luz. Y menos mal que no lo
hicieron, no sabemos si por no disponer de recursos o conocimientos suficientes
(lo que seria comprensible) o por caer en la cuenta de que imitando a Moisés
les ayudaba en sus propósitos, pero en este último caso bien podían haber
realizado algún otro prodigio neutralizador. ¿Qué deberían sentir los magos del
faraón ante las proezas de Moisés? Si admitían su superioridad, quizás
admiración, quizás envidia o quizás odio, en todo caso ¿podían sentir estima y
respeto por quien estaba causando tanto mal a los egipcios de a pie y a ellos
mismos?
¿Cómo sentir estima y respecto
hacia aquel que les esta humillando, que les
lleva a la desgracia a sus casas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario