NT (texto bíblico): Un solo testigo no vale
contra uno en cualquier delito o pecado. Si un testigo acusa falsamente de un
delito a otro, ambos se presentaran ante Yavé, ante los sacerdotes y jueces en
ese tiempo, y si después de una escrupulosa investigación se averiguase que el
testigo había dado falso testimonio, le castigaran haciendo con él lo que él
pretendía que se hiciese con su hermano, así quitaras el mal de en medio de
Israel. Los otros, al saberlo temerán; vida por vida, ojo por ojo, diente por
diente, mano por mano, pie por pie (DEU. 19.15-21).
CM (comentarios): Bellas enseñanzas. Los
contendientes se presentaran ante los sacerdotes y jueces, que es lo mismo que
presentarse ante Yavé; la sociedad teísta, dirigida por Dios o mejor dicho por
sus representantes corpóreos en la Tierra. La mayor parte de la historia de la
humanidad ha estado regida por los designios de magos, hechiceros, brujos y más
tarde sacerdotes de mayor o menor enjundia que se arrogaban la mediación con
los espíritus y con los dioses desde el comienzo de las civilizaciones en
connivencia con los poderes civiles establecidos por la fuerza. El cristianismo
no hizo sino afianzar esta conjunción de intereses políticos y religiosos para
mantener a la población en la sumisión al poder dual establecido y perpetuarlo
durante siglos hasta finales del siglo XVIII en el mundo occidental, sin que
ello signifique la separación total entre ambos poderes ni en todos los países
por igual.
Por fortuna la mayor parte de las
prácticas que tanto gusta a Yavé, de hacer al reo lo mismo que este hizo con su
victima, no se practican por bestiales. Todavía hay países, algunos
considerados civilizados, en los que se practica la pena de muerte y otros en
los que imperan ciertos grupos humanos (mas bien inhumanos) que siguen
sosteniendo que no hay mejor manera de sanar el mal (supuesto en muchas
ocasiones) que cortar la mano o el pie del sospechoso del delito ejerciendo la
justicia por su mano bajo la tolerancia de los gobiernos de turno.
NT: Cuando vayas a la guerra, al
ver a un pueblo mas poderoso que tu, no lo temerás, porque Yavé, tu Dios, esta
contigo. Cuando se vaya a dar la batalla, el sacerdote hablará al pueblo y le
dirá: que no desfallezca vuestro corazón, no temáis, no os asustéis porque Yavé
esta con vosotros y El os salvará. Luego hablara los escribas y dirá ¿Quién ha
construido una casa y no la ha estrenado? Que se vaya y vuelva a su casa no sea
que muera en la batalla y sea otro quien la estrene. ¿Quién ha plantado una
viña y no ha vendimiado aún? Que se vaya no sea que muera en la batalla y
vendimie otro por él. ¿Quién se ha desposado con una mujer y todavía no la ha
tomado? Que se vaya no sea que muera en la batalla y la tome otro. ¿Quién tiene
miedo y siente desfallecer su corazón? Que se vaya para que no desfallezca como
el suyo el corazón de sus hermanos. Cuando los escribas hayan acabado de hablar
al pueblo, los jefes de las tropas se colocaran al frente del ejercito (DEU.
20.1-9)
CM: Millones de personas han encontrado
la muerte en batallas salvajes confiados en que su Dios les protegía y le
garantizaba la batalla. Por él luchaban contra el hereje, contra el enemigo de
religión, enemigo que igualmente tenia su propio dios, en la mayor parte de los
casos el mismo dios, único y verdadero según ellos, el Dios del Antiguo
Testamento, como ocurrió en las guerras entre cristianos y musulmanes durante
la Edad Media o las guerras de religión entre católicos y protestantes, y las
innumerables guerras de intereses “bendecidas” por el Papa de Roma para la
defensa de la cristiandad, o los múltiples enfrentamientos entre sunnitas y
chiítas que se siguen dando en nuestros días. La Biblia defiende la guerra como
instrumento de conquista, el supuesto amor de Dios a los hombres -ya sabemos
que el amor hacia la mujer es menor dada su inferioridad ante el hombre y su
dependencia bíblica ante el varón- es vano, o en todo caso sectario hacia el
pueblo judío despreciando al resto de pueblos, sometiéndolos, desposeyéndoles
de sus bienes, de sus campos, de sus casas, arrebatándoles la vida con la
espada, porque así lo desea el Dios de los judíos, después de los cristianos y
mas tarde de los musulmanes, el mismo Dios guerrero, cruel y sanguinario.
De nada vale que se libren de la
guerra los pusilánimes y aquellos que tienen alguna tarea pendiente a los que
Yavé les concede la gracia de quedarse en casa y no afrontar los riesgos de al
batalla. Al fin las guerras solo traen destrucción y miseria para los que
combaten en ella, sean ganadores o derrotados. Estaría mas en consonancia con
un libro que lleva la palabra de Dios un alegato contra la guerra, contra la
destrucción, contra el exterminio, contra el sometimiento de unos pueblos ante
la fuerza de otros, sin embargo nada de ello se desprende de su lectura, más
bien al contrario parece, en terminología religiosa, la obra escrita de
Satanás.