NT: Séptima plaga. De nuevo Yavé
se dirige a Moisés y le encarga que se dirija al faraón y le diga en su nombre:
“así habla Yavé, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo a que me
sacrifique, porque esta vez voy a desencadenar todas mis plagas contra ti,
contra tus servidores y contra tu pueblo, para que sepas que no hay otro como
yo en toda la tierra. Si yo hubiera tendido mi mano y te hubiera herido con la
peste, tu y tu pueblo habríais desaparecido de la tierra; pero te he dejado con
vida para que por ti brille mi poder y mi nombre sea celebrado en toda la
tierra” (Ex.9.13-16).
CM: Aquí tenemos al autentico
Dios mostrando sus infinitas facultades, entre ellas la extrema soberbia. Pero
vayamos por parte:
Así es como habla el Dios de los
hebreos. El mismo manifiesta ser en exclusiva el Dios de los hebreos, no es de
los egipcios, ni el de los mesopotámicos, asirios, caldeos y otros pueblos que
también existían por aquellos tiempos, así pues, si nos hay mas que un Dios
creador del cielo y de la tierra y este es solo Dios de los hebreos, el resto
de los humanos son seres sin Dios, o sea ateos, o hay que ser hebreo para tener
a Dios. Entonces ¿Qué hace el resto de la humanidad, creyendo en este Dios que
no se considera su Dios? O bien existen otros Dioses para estos otros seres, en
cuyo caso ¿Quién es el autentico creador? O, quizás, lo mas probable es que
este Dios de la Biblia
no es el verdadero Dios o Dios no existe, salvo en las mentes frágiles de los
humanos, temerosos de perder la prometida gloria celestial.
El poderoso Dios ha de mostrar
que no hay en la tierra otro como Yo, claro, que en esta época se pensaba que
la tierra era lo existente y las estrellas no eran sino puntos luminosos
puestos ahí arriba para iluminarnos de noche. De haberse conocido que lo
entonces conocido no es sino una parte insignificante del universo conocido hoy
día, con millones de nebulosas y galaxias en donde mueren y nacen nuevas
estrellas, Yavé habría dicho que no hay otro como él en el universo. Y ¿hubiera
dedicado tanto tiempo a enviar mensajes a un simple humano, por muy faraón que
fuese, perdido en una galaxia entre millones de ellas, en un sistema solar
entre millones de millones y en un planeta poblado entre otros muchos, que con
toda seguridad deben existir con seres inteligentes, aunque tengamos serias
dificultades para conectar con ellos? O quizás este Dios no ha creado todo este
universo inmenso que hoy conocemos, gracias, no a Dios, sino a los hombres,
seres inteligentes que a lo largo de siglos, superando las limitaciones
impuestas al pensamiento por las religiones, han pensado libremente, han
razonado metódicamente a cerca de los orígenes del universo, han desarrollado
técnicas e instrumentos de investigación, han descubierto las razones del
movimiento, de la caída de los cuerpos, han conseguido escapar de la gravedad y
abandonar la tierra para desentrañar los supuestos misterios que nos envuelven.
Sea como fuere, Dios necesita
mostrar su inmenso poder, aunque para ello tenga que sembrar el mal en la
tierra. Parece que es clemente de alguna manera, puesto que podía haber
extendido su mano y haber llevado la peste y con ello la mortandad y todo el
pueblo egipcio habría desaparecido de la tierra, sin embargo no lo hizo y encargo
a Moisés y Arón que hicieran un trabajo, muy digno por cierto, pero menos
exterminador.
Sin embargo esta aparente
clemencia no es tal, puesto que deja vivir al pueblo egipcio para que brille su
poder y su nombre sea celebrado en toda la tierra. Es decir, que si todo el
pueblo egipcio hubiera muerto por la peste, Yavé no podría haber brillado como
Dios. Por consiguiente no actúa por clemencia sino por pura soberbia, lo que en
principio no esta previsto que fuese un atributo de Dios.
¿Qué pensarán los egipcios, de
religión mahometana, de estos pasajes bíblicos, en los que son tan odiados por
este Dios en que no dejan de creer?
NT: Tras las primeras palabras de
Yavé a Moisés, le anuncia la consistencia de esta séptima plaga, una granizada
tan fuerte como no la hubo jamás en Egipto y morirán cuantos hombres y animales
estén en el campo (Ex. 9.18-19). Yavé llovió granizo sobre la tierra de Egipto
y mezclado con el granizo cayo fuego (Ex. 9.24).
CM: Toda la tierra quedo inundada
de granizo, los árboles destruidos, las plantas machacadas, una verdadera
catástrofe. El lino y la cebada también habían sido destrozadas aunque no el
trigo por ser tardíos (Ex. 9.31-32). Quines no pudiera refugiarse del granizo
habrían muertos, como también los animales que no fuesen puestos bajo cobijo.
Estuvo lloviendo y granizando hasta que el faraón llamo a Moisés y Arón para
suplicarles que cesara la lluvia y dejaría partir al pueblo de Israel, pero no
se especifica cuantos días permaneció la granizada ni los males que causo, pero
de cierto una hambruna de envergadura suficiente para que muriesen miles de
personas. Tampoco especifica nada el libro sagrado sobre las consecuencias de las
incidencias provocados por los rayos y truenos que caían del cielo, por mandato
divino.
Por supuesto que en la tierra de
Gosen, habitada por los protegidos de Dios, no cayo ni gota de agua. Cabria
suponer, que ante tanta desgracia entre el pueblo egipcio, los israelitas,
libres de tantos males debían vivir en la opulencia, quizás estuvieran en
condiciones de hacerse cargo con el control de la economía egipcia y de haber
tomado el poder político.
Como todavía no hemos llegado a
la décima y ultima plaga, debemos suponer que ante esta desgracia y después del
ruego del faraón, el corazón de éste no solo no se ablando, sino que acabada la
granizada endureció su corazón y no dejo salir al pueblo de Israel tal, como
había prometido y era el deseo de Dios. Así mismo ocurrió.
NT: Octava plaga. Volviole Yavé a hablar a
Moisés: “Ve al faraón, porque yo he endurecido su corazón y el de sus
servidores, para obrar en medio de todas estas señales, para que cuentes a tus
hijos y a los hijos de tus hijos cuan grandes cosas hice yo entre los egipcios
y que prodigios obré en medio de ellos y sepáis que yo soy Yavé” (Ex. 10.1-2).
CM: Es suficientemente elocuente.
He endurecido el corazón del faraón para poder hacer lo que he hecho, o sea,
para tener una justificación de lo realizado. Se siente orgulloso y dichoso de
su obra, que lo sepa todo el mundo, los presentes y los por venir, porque yo
soy Dios. Tiene este Dios un cierto aire de mafioso, lleva a cabo una acción y
la muestra a todos para que sepan lo que es capaz de hacer, de esta forma
impone su poder mediante el miedo y así seguirán sus directrices, puro
terrorismo.
NT: Moisés y Arón se presentan de
nuevo ante el faraón y le dijeron: “así habla Yavé, el Dios de los hebreos:
¿Hasta cuando no querrás someterte a mi? Deja ir a mi pueblo para que me
sacrifique. Si te resistes y no quieres dejarle, mañana traeré sobre tu
territorio la langosta” (Ex. 10.3-4). Que cubrirá toda la tierra, sin que se
vea nada en ella y devorara lo salvado del granizo y llenaran las casas (Ex.
10.5-6).
CM: De nuevo la amenaza de Yavé,
que sabe que se cumplirá, así que lo poco que quedo en los campos tras la
inmensa granizada, el trigo, que aún no esta madura, pereció, como el resto de
árboles y productos del campo. El faraón que llamo de nuevo a Moisés y Arón
para dejarles marchar y hacer que la amenaza no se cumpliera, cuando supo que
debían ir todos, hombres y mujeres, ascendentes y descendientes y todo su
ganado, vamos con intención de no dejar nada, el faraón entendió que actuaban
con maldad y los expulso de su presencia (Ex. 10.9-11).
Las langostas a millones
esperaban pacientemente la decisión del faraón, para actuar o marcharse con
viento fresco. Cuando supieron que el faraón rechazo la octava petición de
exilio del pueblo judío, se dispusieron a actuar a la mañana siguiente,
siguiendo las indicaciones de algún ángel enviado por Yavé. Fueron tantas langostas que el cielo se
oscureció, hambrientas como estaban, devoraron todas las hierbas del campo, los
frutos de los árboles y no quedo absolutamente nada, todo desértico, estéril,
vacío. Hambruna total para todo el pueblo egipcio, incluido el faraón y toda su
corte, familiares, consejeros, servidores, escribas. Ciertamente esto habría
ocasionado la desaparición de Egipto, se trata de un siniestro total y la Biblia no menciona en
ningún momento que el pueblo hebreo se apiadara de los egipcios y les diera
algo de sus alimentos, puesto que ellos no fueron afectados por las langostas,
que sabían perfectamente que tierras debía asolar y cuales no. Cuando el faraón
se arrepintió de su error era ya demasiado tarda, así que hecho el mal volvió a
endurecer su corazón, pensaba que a Yavé no le quedaban mas ases en la manga.
Estaba equivocado como bien sabemos. Las langostas, una vez concluida con su
labor exterminadora, fueron precipitadas por Yavé al mar Rojo y hartas de tanto
comer sirvieron a su vez de comida para los peces. Menos mal que
desaparecieron, porque de lo contrario hubieran supuesto un peligro para el
resto de pueblos que poblaban la tierra, a los que Yavé parece ignorar, tan
preocupado como esta de su pueblo.